El mundo se encuentra en una fase decisiva de su evolución, donde el sistema internacional está sometido a un proceso de profundas transformaciones, que no hay que negar sino afirmar rotundamente. El viaje presidencial de ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, a Estados Unidos de Norteamérica, donde se entrevistó con DONALD TRUMP, demuestra que LOPEZ OBRADOR, no ha renunciado a su responsabilidad en la conformación de un nuevo orden internacional. Con base al mantenimiento de paz, de la seguridad colectiva y la realización de la cooperación de dos países y socios comerciales.
En el entorno mundial actual, encontramos restricciones y oportunidades. Está en marcha el T-MEC que impulsa las demandas de materias primas, mano de obra, promueve una nueva división internacional e imponen nuevos imperativos de competencia y calidad. El reto es ampliar nuestro potencial para acompañar positivamente la gran transformación mundial; reducir nuestra vulnerabilidad y promover mediante una inserción más eficaz en la economía mundial, la fortaleza de nuestra nación y el bienestar de los mexicanos.
El Presidente de la República, está obligado a corregir el rumbo del modelo desarrollista del pasado para sustituirlo con un marco estructural presidido por el desarrollo institucional que configura la aceptación de los cambios necesarios para diseñar una sociedad más justa. Este es el desarrollo institucional que muchos apoyan, impulsan y desean. Pero no debe generar cambios aislados, sino aglutinarlos en la búsqueda de terminar con la desigualdad social de los mexicanos.
Esta estrategia condensa una visión supuestamente más democrática, que es y debe ser la vida de la nación, y tiene sus raíces en la creencia de que las instituciones y formas de vida son perfectibles. Como diseño de lo que se busca ser para el porvenir del país, sin embargo, estas intenciones chocan con algunos sectores privilegiados, que miran hacia el pasado, como si quisieran oponerse a un cambio que llegó y que difícilmente retornará. Tal vez las rectificaciones y cambios de rumbo del país, han sido dictadas por la realidad objetiva o por los dictados de un hombre que, como presidente, busca trascender en la historia tomando como ejemplo a HIDALGO, MORELOS, JUÁREZ, MADERO Y CÁRDENAS.
En el pasado reciente, en vísperas de un viaje al exterior del presidente de la República en turno, se hacía un llamado de unidad al pueblo de México, para fortalecer al mandatario y reflejarlo como símbolo de unidad nacional. En esta ocasión, el presidente LÓPEZ OBRADOR, llegó a su cita con su homólogo DONALD TRUMP, dividido, con opiniones a favor y en contra, apoyado y cuestionado, pero lo peor, se le quiso ridiculizar y eso es grave para la figura presidencial y el país.
En los últimos sexenios de las administraciones federales tricolores y azules que hemos tenido en México, no se puede negar que hubo aciertos y desaciertos. A pesar de haber tenido la fórmula para mejorar y avanzar, no cumplieron con las expectativas y esperanzas del pueblo mexicano.
Hoy, en vísperas de procesos electorales del 2021, los viejos partidos tradicionales nos venden la idea de que cambiaron y son mejores. Pero la realidad es que se siguen detectando irregularidades presupuestales del pasado, desvíos de recursos públicos, gastos innecesarios y diversos actos de impunidad y corrupción. Mientras que el nuevo gobierno está montado en una ruta transformadora, que nos hace dudar si es correcta o incorrecta, aunque el dirigente seleccionado por el pueblo ha sido congruente con los principios que la nación profesa.
El jefe del ejecutivo federal ha tomado numerosas medidas para llevar adelante sus propósitos de transformar y remozar las instituciones políticas, legislativas, judiciales y administrativas del país. Transformación que busca demostrar día a día la capacidad del sistema político mexicano para continuar en el proceso de integración de todos los componentes sociales a las tareas colectivas.
La política económica del actual gobierno, sigue sin convencer a diversos sectores de la población, da palos de ciego, y busca de una u otra manera resolver los diversos desequilibrios de déficit fiscal, resultado de la disparidad entre el crecimiento de los ingresos y el gasto público; la desesaleracion económica mundial causada por el covid-19; la deuda externa que limita la inversión pública creciente; la falta de inversión en obras de infraestructura y los apoyos sociales diversos que se llevan gran parte del presupuesto nacional; así como el choque inevitable de gobierno con el sector privado, nos lleva en caída libre.
El reto no es solo salir de la recesión en que nos encontramos como nación. Si no estar convencidos de que existe un considerable crecimiento latente en la economía mexicana, en el empuje de la población, en las nuevas dinámicas regionales, en el surgimiento de nuevas oportunidades y en el despliegue de nuevas iniciativas.
El estancamiento no es el estado natural de nuestra economía. Rechazamos la fatalidad del demerito de nuestra vida económica. Tenemos la capacidad, la voluntad y la fuerza para poder revertirlo. No se equivoque en el rumbo que todos queremos y deseamos Señor Presidente. El destino de México fue puesto en sus manos por seis años. Por ello y otras cosas más, está obligado a no fallarnos.