A finales de los sesenta, el incremento demográfico, el déficit de comercial externo, la debilidad de los ingresos fiscales y el menor dinamismo agrícola, entre otros factores, señalaban el agotamiento del modelo seguido por los gobiernos revolucionarios. En la década de los setenta, inicia el gran vuelco del entorno económico mundial, aparece como el intento por detener lo que al final de cuentas resultaría ineludible: el abandono definitivo de una estrategia de desarrollo que no respondía ya, a las circunstancias del país.
Por varios años se logró mantener el crecimiento de la economía y del empleo mediante subsidios ampliados a la actividad empresarial y una participación cada vez mayor del Estado en la producción directa de bienes y servicios. Para sostener los niveles de bienestar se recurrió al gasto público sin conceder una importancia suficiente a los límites de su financiamiento no inflacionario. Se echó mano de ingresos petroleros, las 6 refinerías fueron abandonadas a su suerte, la petrolera se endeudó, la invadió la corrupción y la saqueó su sindicato. Como resultado, se sucedieron etapas de recuperación con inflación seguidas por periodos de ajuste y estancamiento con precios de gasolina que en lugar de bajar siguen subiendo, al igual que las tarifas de la Comisión Federal de Electricidad.
En la segunda mitad de la década antepasada, el petróleo permitió una aceleración aún mayor en los gastos públicos y privados. A partir de los ingresos por exportación esperados a futuro, el país recurrió al endeudamiento externo cuantioso. A principios de los ochenta, al no materializarse las perspectivas optimistas anticipadas, el país cayó en una emergencia crónica.
En la década de los noventa, se descubrieron 12 nuevos yacimientos que permitieron incorporar volúmenes adicionales de reservas petroleras. En el año 2000, México ocupó el noveno lugar de los países con mayores reservas de crudo.
Los gobiernos de MIGUEL DE LA MADRID, SALINAS, FOX, CALDERÓN, ZEDILLO y PEÑA NIETO basaron el desarrollo social y económico del país utilizando los ingresos por exportación de hidrocarburos como fuente de financiamiento. Mientras que la carga fiscal de PEMEX rompió el principio de proporcionalidad.
Al inicio de la presente administración, la situación económica y social que nos reflejó el presidente LÓPEZ OBRADOR, fue dramática y desalentadora tanto para PEMEX como para el país entero. Las condiciones internas y externas se habían tornado súbitamente críticas. Las instituciones pasan por duras pruebas que no han podido superar por la corrupción que se alimentó dentro de ellas.
El equipo que rodea al Presidente de la República en su mayoría carece de carácter, voluntad y capacidad profesional para enfrentar los retos que se viven. A ello se suman los problemas de la deuda, un sector público sin los suficientes recursos para hacer frente a un sinfín de necesidades, un entorno internacional adverso, baja actividad económica mundial, barreras a las exportaciones de los países en desarrollo y el covid-9 que llegó a pegarnos el tiro de gracia al paralizar la economía y a afectar nuestra salud.
Es cierto que al presidente ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, le ha tocado gobernar en una época difícil. Sin embargo, tal parece que aporta poco para fortalecer la economía del país, que la unidad de los mexicanos no es su prioridad, que la lucha contra la corrupción la convirtió en bandera política y que los altos precios de la gasolina los convirtió en fuertes ingresos fiscales para seguir apoyando sus programas de bienestar, donde los pobres seguirán en esas mismas condiciones pero convertidos en un rico filón electoral.
Sin caer en el pesimismo, difícilmente la refinería Dos Bocas será la solución para bajar los precios de las gasolinas en México, son muchos los factores que lo impiden. Hay baja recaudación fiscal, la economía tardará años en recuperarse, los precios del petróleo no sabemos cómo impactarán y el valor del peso contra el dólar también cuenta. Mientras que los grupos empresariales en el sector de gasolineras, se convierten en obstáculos al no querer sacrificar parte de sus ganancias y dar los litros incompletos. El gobierno federal y estatal, requieren recursos fiscales y la mejor forma de recaudar es el sector energético donde todos pagamos el IEPS e IVA, directa o indirectamente.
Durante muchos años, la sociedad ha sido solidaria con sus gobiernos, aguantando crisis y poniendo el hombro con el propósito de mejorar y apoyar en todos los sentidos, buscando congruencia y acciones ejemplares en sus gobernantes que sirvan como lubricante en horas de incertidumbre como las que se viven actualmente.
Ciertamente las condiciones por las que pasa el país no permiten la solución de nuestros problemas al ritmo que exige la sociedad. Sin embargo, mucho se puede aportar cuando hay un rumbo confiable en el gobierno, si existe congruencia y tolerancia a la crítica de los demás o cuando el tiempo se utiliza en atención de los problemas de la nación y no en rifas de aviones.
En la administración presidencial de CARLOS SALINAS, el precio por litro de gasolina se incrementó en 135.6%; con ERNESTO ZEDILLO 290.37%; con FOX 27.89%; FELIPE CALDERÓN 60.39%; en el periodo de PEÑA NIETO 75.76%. Ahora hay que esperar el cumplimiento de la palabra empeñada por LÓPEZ OBRADOR, quien se comprometió a no aumentar los precios de las gasolinas durante su administración.