México es un país donde sobran leyes carentes de orden, respeto y aplicación. Leyes y reglamentos hechos al vapor que benefician al gobernante en turno, a sus socios o compadres. Es necesario que se realicen reformas constitucionales de gran calado sin burocratismo, transparentes y modernas; estructuras jurídicas que le apuesten al presente y futuro con compromiso constitucional de democracia y de cara a la sociedad.
Es imperativo que existan órganos de poder que se produzcan como consecuencia de lo que se aspira a ser, un país justo, con orden y unidad. México no sólo requiere de reformas judiciales que ayuden a mejorar la impartición de justicia sino que también permitan a los gobernadores, sin obstáculos indebidos, el acceso a la jurisdicción del estado para componer las controversias existentes sin influyentísimo ni abusos de poder. Además se necesitan reformas constitucionales que ayuden a mejorar aspectos en materia fiscal, educación, salud, inversión, energéticos, político-electoral, etc.
La reforma judicial que impulsa el presidente, ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, pretende elegir por conducto del voto popular 5,025 juzgadores federales. Este es un tema muy delicado que puede tener serias consecuencia en un país donde la democracia se mide con pe$os y amenazas. En pocas palabras, la avalancha del poder presidencial se impone y el tiro entre dos poderes (ejecutivo y judicial) está cantado.
La guerra de independencia fue una lucha de poder del autogobierno. Este fue el sentido de la proclama de Hidalgo y de Los Sentimientos de la Nación de MORELOS. Soberanía nacional y soberanía popular fueron una misma lucha. Construir al México de hoy nos ha llevado muchos años de debate tanto con las armas como con las palabras. Los nuevos tiempos reclaman equilibrio entre los poderes; mayor fortaleza del estado para combatir la corrupción y el abuso de poder; respeto a la libertad, a la justicia y a la democracia; así como una mayor seguridad pública.
Todas las instituciones públicas y privadas deben renovarse permanentemente para evitar vicios que como privilegios provocan corrupción y burocratismo. Como país necesitamos cambiar para fortalecernos y no para enfrentarnos o debilitarnos.
México reclama una real división de poderes a nivel federal, estatal y municipal, con un mayor peso en la Legislaturas de estados como Sinaloa, obligando al gobernador y a los alcaldes a que expliquen sin maquillaje alguno el estado en que se encuentran sus administraciones. La sociedad también reclama un poder judicial libre de controles políticos y de personajes que siguen sin entender la función del servicio público.
Paso a paso debemos avanzar para impedir que el país siga siendo víctima de la violencia, de la corrupción, de la embriaguez del poder y de los trapecistas políticos que brincan de un lado a otro.