Los que han saboreado las mieles del poder dicen que es como una droga, es adictivo y no quieren soltarlo. Este parece ser el caso del Presidente LÓPEZ OBRADOR, quien en el ocaso de su responsabilidad quieres seguir demostrando que el poder presidencial lo tiene él y nadie más. Sin cuidar las formas AMLO atrae los reflectores que ya deberían ser para CLAUDIA SHEINBAUM, diciendo que su experiencia debe de aprovecharse y no guardarse en el baúl de los recuerdos.
Millones de mexicanos siguen viendo en ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, al líder que enfrenta al poder político-económico del pasado, pero hay que entender que el gobierno en sus 3 niveles no es propiedad de grupos o persona alguna, solo es prestado y transitorio.
México podría ser mejor si todos asumieran el rol que les toca desempeñar, sin embargo, la gran mayoría de los mexicanos siguen viviendo de ilusiones y no aceptan la realidad que se vive, mientras que “el Mesías” juega con palabras encantadas y todo aquel que difiere de él, es etiquetado como conservador o enemigo de la transformación que dice representar.
Aún es tiempo de hacer una reflexión profunda, objetiva y sin tintes políticos sobre el mensaje que mandó el electorado el 2 de junio pasado y pensar en el país que deseamos ser sin culpar al pasado, respondiendo al presente y asumiendo responsabilidades.
De acuerdo a los resultados de unas encuestas populares ordenadas por MORENA, el partido en el Gobierno, para conocer la opinión de los ciudadanos sobre la reforma judicial impulsada por el oficialismo, arrojó que más del 75% de los mexicanos están de acuerdo con la propuesta de que los ministros de la Suprema Corte y el resto de jueces y magistrados de la judicatura sean electos mediante el voto popular ¿tendrá la sociedad conocimiento real de lo que esto implica y las consecuencias que puede tener? No hay que olvidar que el compromiso constitucional de cualquier gobierno justo, democrático y responsable es el de asegurar que los órganos de poder se produzcan como consecuencia de la expresión de las mayorías sin conculcar los derechos de las minorías. Y lo más importante sin manipular sin engañar y sacar beneficios a favor de partidos o grupo alguno.
No se defiende la democracia destruyendo las instituciones básicas, minando su poco o mucho prestigio, regocijándose en sus vicios o dificultades, obstaculizando las oportunidades de éxito en sus proyectos de mejorar los sistemas de justicia. Muchos siguen pensando que para avanzar en la cultura política se debe sustentar la ambición en la obediencia al presidente de la república en turno, gobernadores, etc. y en él debilitamiento del Estado de derecho.
La esencia de la democracia, el orden y el respeto a la ley está en la unidad nacional, en un rumbo con visión, planeación y aceptación de las reglas básicas de la convivencia social. Sin olvidar que un poder legislativo y un poder judicial fuerte son compatibles con una institución presidencial fuerte. Para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo, cuando las reglas del juego son claras y transparentes.