El sistema de partidos políticos mexicanos (sin importar color o ideología) se encuentra en una etapa compleja pues carece de la solvencia moral suficiente para convencer a miles de ciudadanos que generalmente se abstienen de votar en cada elección constitucional.
Durante los últimos años, la sociedad ha realizado un esfuerzo solidario, congruente y tenaz, con una continuidad de propósitos en sus acciones ante la incertidumbre, presiones y crisis existentes. En cambio, los partidos políticos y sus dirigencias no han sido lo suficientemente solidarios con su militancia y mucho menos han buscado solución a los problemas existentes; tampoco han generado planeación democrática bajo acuerdos sociales que permitan culminar la obra económica, política y social que demandan los nuevos tiempos.
El Fortalecimiento del régimen de partidos debe ser la base de la nueva cultura política, esa que se sustenta en una firme responsabilidad compartida entre el Estado, partidos políticos y ciudadanos asumiendo cada quien las responsabilidades que les corresponden.
Por lo pronto, MARIO DELGADO (MORENA), MARKO CORTÉS (PAN), ALEJANDRO MORENO (PRI), JESÚS ZAMBRANO (PRD), ALBERTO ANAYA (PT), KAREN CASTREJÓN (VERDE), DANTE DELGADO (MC) y otros líderes de partidos nacionales y locales, deben esforzarse para lograr la modernización de sus partidos con eficacia política, transformándose desde su interior para mejorar sus procedimientos en la formación de alianzas y acuerdos políticos; así como para enriquecer los procesos de selección de candidatos y convertirse en vigilantes de los gobiernos sin que importe la ideología que profesan.
Deben ser defensores de los intereses de la mayoría, ser avanzada ideológica en la modernización del país y no un obstáculo para el desarrollo nacional. Partidos, gobiernos y sociedad deben trabajar en equipo con voluntad democrática para lograr la tan “pregonada” división de poderes, con mayor peso en el poder legislativo, para generar un verdadero equilibrio entre ellos. Ojalá que en las próximas elecciones los ciudadanos respondan en las urnas y que su voto genere los contrapesos necesarios para lograr el progreso democrático, económico, y social que México añora.
En Sinaloa se puede conseguir metas supremas e históricas, siempre y cuando sus líderes cumplan la tarea encomendada, respetando la libertad de expresión, convocando a la unidad y al trabajo en equipo, poniendo orden y pensando en grande para trascender en la historia. Sinaloa debe ser llevado a buen destino por el talento del líder que tiene al frente, mismo que debe luchar por alcanzar metas del bien común y no personales o familiares. Se deben elevar las cualidades y potencialidades de esta tierra generosa y de su gente como un bien preciado para la prosperidad y dejar atrás la mediocridad. Es momento de actuar y la tarea es de todos.