Donde estábamos como sociedad. En qué país vivíamos que con tan poco nos conformamos. La mayoría de los mexicanos sabemos que lo que se nos ha prometido no ha sido la solución para los problemas y vicios que se siguen arrastrando. Los candidatos de diversos partidos nos siguen diciendo que México vive grandes atrasos en materia de salud, vivienda, desigualdad social, educación, empleo, seguridad, equidad de género y seguimos siendo víctimas de graves fallas, faltos de planeación y promesas incumplidas.
Todos los candidatos que han buscado un puesto de elección popular han puesto el dedo en la llaga dándonos a conocer lo que ya sabemos, pero que sistemáticamente negábamos, dándole la espalda a nuestras propias carencias y supuesta democracia, generando un círculo vicioso de sueños, mentiras y demagogia.
Se nos habla de cacicazgos políticos, de marginación, de no escuchar nuestra voz, de violencia y corrupción. Cada lugar sigue siendo un ejemplo vivo de violación a la ley y a los derechos humanos, de fosas clandestinas, pobreza y marginación, mientras la clase política incrustada en las esferas del poder sigue viviendo en la opulencia y en cada sexenio gubernamental surgen nuevos ricos protegidos por la impunidad que dan las leyes y el poder.
En las campañas que inician formalmente el 4 de abril, nuevamente el México indolente y conformista, ese pueblo dormido y dividido, tiene la oportunidad de saber quién es quién en lo electoral. Hay candidatos dispuestos a cambiar formas y estilos de gobernar y se ofrecen como opción de cambio, hay juventud en unos y experiencia en otros, algunos muestran sus discursos floridos y su belleza cautivadora buscando beneficios personales para proteger a sus impulsores; también hay quienes intentan cambiar las cosas pero el lodo que arrastran les impide avanzar.
Esperemos que las promesas no caigan al vacío como otras veces. Los sinaloenses están a la espera de un líder consolidado que tenga claro su proyecto de gobierno. En tal sentido las expectativas están puestas en las personas, no en los partidos políticos o coaliciones, que bien o mal están presentes.
Quien llegue a gobernar Sinaloa difícilmente podrá desligarse de viejos vicios y lastres que como garrapatas buscan vivir y sangrar el presupuesto público. El próximo gobernador tendrá la oportunidad de poner su mirada al futuro, estancar al Estado o seguir en el pasado. Por ello señores candidatos y candidatas a gobernar Sinaloa, los 18 municipios y quienes busquen un espacio legislativo, están obligados a valorar sus promesas de campaña para que el día de mañana no se conviertan en decepción ciudadana.
Las redes sociales son muy activas en opiniones y reclamos, pero también son especialistas en chistes políticos que se esparcen a velocidades imparables. Por ello es necesario cuidar el discurso desechando frases de doble sentido, mentiras y demagogia.
De momento escucharán peticiones de que se controle el incremento de gasolinas, gas, tarifas de luz eléctrica y productos de la canasta básica; que se combata la violencia y la drogadicción; que se ejecuten obras de beneficio colectivo como agua, drenaje, pavimento, educación, salud y ayuda al campo. La juventud requiere más y mejores espacios educativos y empleo.
Para poder cumplir con los requerimientos de obras materiales urgentes y estratégicas en localidades o zonas regionales, el próximo gobierno necesitará contar con un equipo capaz, experimentado, honesto y de servicio a los demás. Las necesidades y urgencias sociales no dan margen de tiempo y mucho menos de improvisaciones para programaciones, estudios financieros, licitaciones y ejecuciones. En pocas palabras, quien tenga posibilidades de ganar la elección del 6 de junio venidero, debe de tener listos programas de gobierno, conocer las necesidades de la población y valorar el presupuesto que dispondrá.
La sociedad rechaza las viejas prácticas políticas de negocios de servidores públicos, socios o amigos del poder que siguen alardeando de abundantes propiedades y abultadas cuentas bancarias arropados en la bandera de la honestidad y moralidad.
Por lo pronto hay un fuerte jaloneo entre grupos de poder por la gubernatura, no hay tregua en el golpeteo político, nos invaden las encuestas, las campañas negras están a la orden del día y también hay carencia de propuestas.
Esperemos que estos días de Semana Santa nos sirvan para reflexionar, nos purifiquen el alma, nos desintoxiquemos de campañas electorales y disfrutemos guardando sana distancia. Bendiciones para todos que Dios nos ampare y nos cuide. Mi columna estará de regreso el lunes 5 de abril. Gracias y que sean muy felices.