Los mexicanos han madurado en muchos aspectos y difícilmente se dejarán engañar por aquellos que dicen tener una varita mágica para resolver, en un sexenio, problemas graves de inseguridad, impunidad, corrupción, pobreza, salud, educación, etc.
Está por concluir el primer cedazo impuesto por los partidos políticos para supuestamente designar a sus mejores cartas por la candidatura presidencial. Posteriormente se desgranará la mazorca con los procesos internos para elegir candidatos al senado, 9 gubernaturas, diputaciones federales y locales, alcaldías, regidores y síndicos procuradores.
Llegado el momento, cada uno de ellos deberá responder dudas y hablará del futuro de la democracia mexicana. Los designados tendrán que convencer con argumentos sólidos que la democracia no se inventa cada época de elecciones, que no viene a implantar una concepción política ajena a las luchas de nuestros antepasados para construirla, ni a desechar toda una filosofía política hecha con tesón y con entrega por el actor fundamental de nuestra historia: el pueblo de México.
En la actualidad estamos viendo que la democracia no es como la platican: ENRIQUE DE LA MADRID, a pesar de su juventud y preparación fue descartado del juego sucesorio; MARCELO EBRARD, señaló que nunca se había visto tanto acarreo como el que estamos viviendo, ni tanta paga de encuestas falsas o campañas negras en contra suya y de su familia. En pocas palabras, CLAUDIA SHEINBAUM es la candidata oficial del Presidente AMLO y se está haciendo todo para que sea ella la elegida.
RICARDO MONREAL, como viejo militante de izquierda también tiene lo suyo, pero ha sido despreciado políticamente. Actualmente ocupa el cuarto lugar en las encuestas de opinión, no tiene nada que hacer en la sucesión presidencial, pero tiene derecho a quejarse por no existir piso parejo. Si verdaderamente fueran demócratas, MARCELO Y MONREAL por dignidad hubieran renunciado a la farsa electoral impuesta desde palacio nacional.
Si CLAUDIA SHEINBAUM resulta candidata de MORENA y gana la elección presidencial del 2024, LÓPEZ OBRADOR, sin mucho escándalo y sin modificar la constitución, volvería a gobernar (tras el trono) por seis años más, convirtiéndose en el PLUTARCO ELIAS CALLES de la época moderna, recordemos que CALLES oficialmente fue presidente de 1924 a 1928. Sin embargo, gobernó por tres períodos más con EMILIO PORTES GIL, PASCUAL ORTIZ RUBIO y ABELARDO L. RODRIGUEZ. El electorado tiene la respuesta a este comentario a través de su voto en las elecciones del 2024.
Es tanto lo que se juega en México, que el presidente AMLO refleja inquietud, desesperación y coraje y esto no ayuda en tiempos que reclaman serenidad, cabeza fría, rumbo y firmeza en el mando presidencial. En materia de seguridad los últimos acontecimientos que se han ventilado públicamente reflejan la incapacidad de los tres niveles de gobierno para generar confianza y seguridad ciudadana; la carencia de unidad social provoca desorientación y cada quien jala por su lado; el proceso electoral en EEUU, también nos involucra nos guste o no. Esto, entre otras cosas, le baja los ánimos al presidente AMLO, quien sabe que la elección presidencial se le va de las manos y todo puede pasar en el 2024.
México atestigua en cada página de su historia las largas luchas y los fuertes contrastes que como reivindicación de soberanía popular reclaman con justicia gobernantes con calidad moral que impulsen y respeten la libertad de expresión, la soberanía popular, que sean honestos y estén vacunados contra los mareo del poder.
Los gobiernos revolucionarios dejaron resultados insuficientes, nos llenaron de promesas, saquearon el país y hoy buscan retornar al poder; el PAN sufrió mareos de poder y sus resultados de gobierno no fueron lo mejor; MORENA miente, roba y traiciona ¿Dónde está la mejor propuesta electoral y quién de todos los mencionados será el mejor?
La falta de orden y planeación a largo plazo, la complicidad de gobernantes con el crimen organizado, la corrupción, el populismo, entre otras cosas, son un freno que impide lograr el México que anhelamos ¿Qué tenemos que hacer como sociedad?