La sociedad mexicana se muestra indiferente a lo que hace o deja de hacer la clase gobernante y los partidos políticos, ante la decepción que le causa la falta de solución de los problemas que padece. Solo deja que la vida siga su curso, sin que importe lo que vendrá después.
La falta de orden y participación social producen leyes al vapor que solo sirven para proteger a grupos de gran poder; el campo mexicano sigue en la incertidumbre ante los bajos precios de comercialización de sus productos, lo que le impide competir en igualdad de circunstancias con sus socios comerciales de Canadá y Estados Unidos; los partidos políticos son cunas de intereses grupales y familiares donde impera “el chapulineo”, la antidemocracia y el reciclaje; mientras que en materia de seguridad se perdió el asombro y se avanza por las rutas del cinismo.
Si en México se respetara la ley electoral y el INE asumiera el papel que le corresponde, se pondría un alto a las campañas políticas-electorales anticipadas y algunos de los pretensos a la candidatura presidencial no lograrían su registro. Si la competencia electoral por venir logra ser atractiva para el ciudadano tal vez se pueda dar un cambio en el marcador que hasta el momento favorece al partido en el poder.
Por lo pronto hay muchas cosas importantes en que pensar. Por muchos años PEMEX ha sido la vaca gorda de las administraciones gubernamentales. Lo exprimen y lo endeudan, mientras las gasolinas no bajan de precio y los mexicanos se siguen apretando el cinturón; la CFE es vieja, cara y obsoleta; los sistemas de salud requieren cirugía mayor en cuanto a infraestructura, personal y atención; el sistema educativo no puede seguir con tantas carencias que le impiden mejorar su calidad; la pobreza no disminuye y no se ve la salida; los servicios públicos no son los mejores y lo que es peor, la rendición de cuentas solo existe en la ley, y los gobernantes que se van pactan y negocian la impunidad con los que llegan.
No quisiéramos ser pesimistas, pero es difícil hablar en otros términos cuando el país no tiene un buen rumbo, no hay orden, no se respeta la ley, hay ausencia de unidad, de liderazgos y se viven tiempos de gran polarización donde lo que importa es el poder.
La dirigencia de MORENA y los gobiernos emanados de este partido saben que tienen un colchón electoral de 15 millones de votos provenientes de programas sociales, pero son insuficientes para garantizar su triunfo electoral a pesar de contar con el control de 23 gobiernos estatales con sus respectivas “bolsas de recursos económicos” para mover estructuras y realizar gastos de publicidad. No hay que olvidar que muchos de ellos carecen de calidad moral, respeto ciudadano y son señalados de corruptos e intolerantes.
También hay que esperar el rol que jugará el narcotráfico, quienes sin ser protagonistas se involucran en las campañas electorales primero apoyando económicamente a los candidatos, después participando en decisiones claves de gobiernos y hasta vetando políticamente a personajes que no les convienen o tienen cuentas pendientes. Todas estas cuestiones no se ven, pero se sienten en algunas decisiones políticas principalmente en Estados como Sinaloa.
El narcotráfico cuida muy bien la discreción y el protagonismo que puede rebasar el papel de los partidos políticos y del gobierno mismo (del color que sea), el narcotráfico es plural, como que le entiende muy bien a la democracia. Por todo esto se le considera un poder fáctico, no solo en lo económico, sino en lo político. Es un negocio productivo con grandes utilidades, aquí no hay crisis ni engorros administrativos, fiscales o laborales. Los efectos negativos son la inseguridad, las fosas clandestinas y el derramamiento de sangre.
Es por ello que los gobiernos se enfocan en su control y negociación con “abrazos no balazos”. Sin embargo, no se ha alcanzado el punto óptimo de negociación y de orden en un área difícil y muy complicada. El negocio es muy rentable, pero también es muy grande el grado de violencia e inseguridad que prevalece en diversas regiones del país. Algo se tiene que hacer para evitar la intromisión de la delincuencia organizada en los próximos comicios, difícil lograrlo pero no cuesta nada intentarlo.