En la mayor parte de los Estados donde se realizan campañas electorales ha sido el de la violencia y la guerra sucia. Como que son nuevas prácticas a falta de propuestas de políticas públicas, recursos financieros y buenos perfiles de candidatos. Sinaloa no es la excepción.
Guerrero, Michoacán, Nuevo león, entre otros, dieron la nota roja. Todo esto no es bueno para la democracia, como tampoco lo son las descalificaciones a los órganos electorales como el INE. La denostación a los medios de comunicación, y finalmente, el no respetar las vedas electorales denominadas precampañas que se convirtieron en auténticas campañas, pero también preocupa que la sana distancia está quedando en buenas intenciones.
Urge una reforma política a fondo que destierre las prácticas políticas y electorales, que dañan a la política, a la democracia, a los partidos políticos y al gobierno. En las Cámaras de Diputados y Senadores tendrán que realizar verdaderos debates, acuerdos y aprobación de una reforma política que defina y controle el futuro de las luchas por el poder. Los futuros diputados tienen una brillante oportunidad para trascender, ojala no la pierdan
Cada seis años el electorado sinaloense es puesto a prueba por partidos y candidatos, los comicios actuales corren el riesgo de salirse de control, al estar en medio de un enrarecido clima provocado por guerras sucias que están a la orden del día, no hay prudencia ni respeto entre los contendientes. Las condiciones de equidad electoral han avanzado de manera significativa e inequívoca, pero al mismo tiempo se ha perdido fortaleza institucional, reflejándose por la intensidad de la lucha por la gubernatura. Sobre todo porque por primera vez, existe la posibilidad real de que se registre una alternancia en el poder ejecutivo, lo que genera dudas y temor en las cúpulas empresariales.
A ello hay que sumar la posibilidad de que los comicios por la gubernatura arrojen un resultado sumamente cerrado y terminen en tribunales. De ser ese el caso, es probable que surja un escenario de alto riesgo en virtud de la tradicional suspicacia electoral, todavía no superada, pese a los recientes avances registrados en materia de legislación electoral. La ausencia de acuerdos entre partidos y contendientes, así como las reglas que deben seguir en campañas electorales genera inestabilidad y temor a lo que viene.
Muchos procesos del pasado y presente pudieron concretarse por la vía pacífica y civilizada. Pero otros cayeron en una turbulencia política acompañada de cierto nivel de desorden, ingobernabilidad, división e incluso violencia política. Mientras no se acceda a puerto seguro, nada garantiza que la institucionalidad se quiebre, dando lugar a escenarios de confrontación y desorden político como está sucediendo en la actualidad en la entidad.
El proceso electoral que se vive entró en color rojo y surgen suspicacias que flotan en el ambiente. Rezagos, inercias, prácticas fraudulentas, compra de votos, programas sociales y acarreos el día de la elección son como un recordatorio del pasado inmediato. Por eso es recomendable tomar todas las medidas políticas y legales posibles para reducir ese riesgo donde el choque de trenes es inminente.
La realidad actual y futura plantea la necesidad imperiosa de un cambio en el ejercicio político. A Sinaloa le urge una mayor participación de la sociedad para implantar una verdadera democracia, es necesario que los partidos políticos cambien las formas de hacer política; las organizaciones sociales deben cumplir con los objetivos por los que fueron creadas; los políticos deben dar la cara con actitudes convincentes, limpias y propositivas. En una palabra, se requiere la implementación de una política de la buena y no basura como viene sucediendo.
El uso de recursos y propaganda deben ser bien definido, supervisado y sancionado. Ya no más guerra sucia en las elecciones ni “Chapulines” en los puestos de elección popular. La participación de los candidatos independientes, debe ser para enriquecer la democracia y romper con el monopolio de los partidos políticos en la nominación de candidatos y no para desahogar frustraciones políticas, o en otros casos como encomiendas para restar porcentajes electorales que ayuden a otras candidaturas. La política no debe considerarse como un negocio familiar o para el autoritarismo. La política debe ser una forma de vida para visualizar problemática social y formas de resolverlo.
El futuro es incierto y preocupante. Al Presidente LÓPEZ OBRADOR lo persigue un mal fario por tantos conflictos que le impiden gobernar con tranquilidad; lo mismo podemos decir del Gobernador QUIRINO ORDAZ COPPEL, donde su gobierno ha sido sacudido por la pandemia del Covid-19, cayó la recaudación fiscal y tiene que enfrentar la sequía. Pero también sin apuntarse el gobernador fue involucrado en el proceso electoral y eso guste o no lo mancha.