Inicia un nuevo año y con el nacen nuevas esperanzas de bienestar, seguridad y salud. También deseamos que todo sea mejor en los estilos de gobernar del presidente de la República, Gobernadores y Alcaldes, sin que importe color o ideología. Sin embargo, la realidad nos hace dudar de esa bella esperanza, ya que desde el primero de enero el mundo comenzó a estremecerse por las tensiones políticas entre Estados Unidos e Irán. Además, la violencia en México no da tregua, las drogas siguen circulando, la crisis migratoria no termina y la economía sigue sin alcanzar el potencial que permita reducir la desigualdad social.
Este año ya terminó y fue insuficiente para que el presidente ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, pudiera cumplirle a un país que reclama seguridad, unidad y bienestar económico. Y a pesar de lo que diga el señor presidente, hoy estamos cargando la cuesta de enero con incrementos en la canasta básica, en el pago de propiedad raíz, la desaparición del seguro popular y de la policía federal, etc.
También se escuchan voces cuestionando la forma de gobernar del presidente LÓPEZ OBRADOR y sus resultados, mismos que siguen sin convencer a un segmento de la población. Están por nacer nuevos partidos políticos, aún cuando los existentes han sido desnudados y exhibidos por sus procesos antidemocráticos en la selección de candidatos, por la corrupción de aquellos que se enriquecieron al llegar a ocupar cargos de elección popular y otros que han sido reprobados como servidores públicos. Los medios de información por su parte han dimensionado el hartazgo social, por la situación económica y social prevaleciente en el país, pero también algunos han sido beneficiados por el poder, mientras otros han sido crucificados en redes sociales.
Con el nuevo año se abre la puerta a la renovación de 15 gubernaturas, a nivel federal la Cámara de Diputados cambiará en su totalidad y algunos Ayuntamientos y Congresos Locales tendrán nuevas figuras. Este proceso pinta diferente a los anteriores, pues las condiciones y las circunstancias serán otras. Para comenzar, la elección del 2021 representa la prueba de fuego para el presidente LÓPEZ OBRADOR, mismo que fue elegido en julio del 2018 en medio de una ola de insatisfacciones hacia el gobierno. Pero a pesar del cambio logrado en las urnas electorales, México sigue siendo un país donde más del 40% de la población vive en la pobreza y el 2019 tuvo record en homicidios dolosos. Estados como Nuevo León, Querétaro, Michoacán, Guerrero y Sinaloa entre otros están en la jugada. La guerra electoral que se avecina será muy ruda, ventilará actos de corrupción y tocará vidas privadas en una forma de desacreditar la competencia entre morenos, azules, tricolores y otros.
Las futuras candidaturas que estarán en juego a finales de este año, pondrá nuevamente a prueba al presidente de la República y a los partidos políticos, mismos que tendrán que ser muy cuidadosos en la selección de sus candidatos, labor que no será fácil por la problemática política y socioeconómica que se vive en el país, por la exigencia ciudadana de que mejore la economía, que baje el precio de la gasolina, se den mejores resultados en materia de seguridad pública y que se consolide la demanda de una verdadera transparencia y rendición de cuentas, se castigue con todo el peso de la ley los actos de corrupción y se ponga punto final a la impunidad.
En la tarea político-electoral muy importante será el papel que jugarán gobernadores como el de Sinaloa, QUIRINO ORDAZ COPPEL, quien tendrá que poner toda su capacidad y talento para encontrar los equilibrios políticos y sacar avante su sucesión en forma democrática, limpia y sin conflictos electorales. Lo cierto es que por el momento MORENA puntea en Sinaloa como partido ganador.
El 2021 será determinante en lo electoral para los partidos políticos y el presidente LÓPEZ OBRADOR, para lograr el máximo de diputados federales. El nuevo juego electoral que se avecina hace que los partidos busquen una mejor representación en número de escaños, mas no en calidad como sucede en la actualidad, donde los acuerdos legislativos se logran con alianzas entre las fracciones parlamentarias, convirtiendo esto en un lucrativo negocio para los dirigentes de los partidos y legisladores que llegan a la mediocridad al vender caros sus votos y ser dóciles con quien les ordena y encausa el rebaño.
En Sinaloa, MORENA, PAN, PRI y PAS, son los partidos más viables para ser favorecidos con el voto electoral, sumándoles a Redes Sociales Progresistas, que también llegará en busca de la tajada del pastel, reflejado con ello que la democracia crece. Sin embargo, entra la duda por el hecho de que todos ellos gozan de muy buenas prerrogativas económicas, políticas y sociales, lo que nos lleva a pensar que lo que vivimos los mexicanos “no es democracia pura, sino puro negocio” que favorece a unos cuantos, sobre todo a los etiquetados como “clase política o vividores del erario público”.
Otro fenómeno que está marcando un binomio muy peligroso es la mezcla de la inseguridad pública con la política, nos guste o no, seguirá estando presente. Esto lo hemos vivido y no estará ausente del proceso electoral por venir. Movimientos, acciones, acuerdos cupulares están a la orden del día. Por lo pronto con la llegada del 2020, entra de lleno la lucha por la gubernatura de Sinaloa, alcaldías, diputaciones locales y federales, donde el PRI, tratará de retener la gubernatura y lograr algunas alcaldías; el PAN, buscará encontrar su identidad; el PAS intentará negociar, mientras que MORENA va con todo y por todo.
México entró a la era del cambio impulsado por el gobierno de la 4T, dirigido personalmente por el presidente de la República, utilizando las mañaneras como estandarte de publicidad, recorridos por diversas ciudades del país, ejidos, colonias populares, universidades, donde se ha exhibido la falsedad de dogmas y se ha revelado la bandera en contra de la corrupción, desapareciendo programas sociales, golpeando instituciones públicas y privadas. Tenemos un presidente que defiende a capa y espada un crecimiento económico que no ha llegado, que combate el crimen organizado con abrazos y no con balazos. Un presidente con actitud diferente a sus antecesores, que se deja ir por espejismos, pensando que mientras más a fondo se reforma más rápido se avanza, más virulenta es la reacción y precisamente México está en proceso de aceleración del cambio.
La sociedad por su parte se nutre de su propia experiencia, prueba inequívoca de que solo el tiempo nos dirá si México va por la ruta correcta y que el dirigente seleccionado por el pueblo ha sido congruente con los principios que necesita y reclama la Nación. Ahora hay que esperar para ver si el cambio fue para avanzar, para estancarnos o para retroceder. ¡Feliz año y que todo sea mejor para todos!