Miles de mexicanos están viviendo frustración, enojo y una crisis económica que no se va, a pesar de que sexenio tras sexenio nuestros gobernantes prometen un bienestar que nunca llega. A todo esto hay que sumarle la gran carga fiscal que impone el SAT sin distingo alguno, ingresos que generalmente son mal administrados por las autoridades gubernamentales y terminan en obras de baja calidad o en “elefantes blancos” que solo sirven para enaltecer la figura del gobernante en turno sin redituar beneficio alguno a la sociedad.
La ciudadanía demanda programas de gobierno que le apuesten al futuro con transparencia y rendición de cuentas y que los recursos se inviertan en proyectos de desarrollo que sirvan para acabar con la pobreza, sin tintes electorales. En fin, hay crisis en materia de seguridad, salud, educación, democracia y valores. Pareciera que los mexicanos estamos destinados a vivir en un país mal administrado, mal gobernado y convertido en una fábrica de pobres.
Desde hace varios años, México se debate en la premisa de, si es o no, un país donde impera la clase media considerando el tamaño y diversificación de su economía y la modernización de los patrones de consumo. De acuerdo a datos del INEGI, la condición de clase media no solo involucra al aspecto socioeconómico, sino también su carácter sociocultural, este último más fácil de delimitar. Lo cierto es que la clase media, antes conformada por el 37.2% de los hogares mexicanos, disminuyó su poder adquisitivo en los últimos meses por la contingencia sanitaria del Covid-19, los altos índices inflacionarios, etc. Con base a estos datos, se puede decir que ahora hay un menor número de personas viviendo en condiciones de clase media, lo que ha generado un gran descontento social.
En contraste, el 2.5% de los hogares en México conforman la clase alta, alcanzando tan solo el 1.71% de la población. Por si esto fuera poco, el número de pobres (42.6%) crece día con día. Es tanta la desesperación de muchos mexicanos que miles de ellos emigran a ciudades industrializadas o a la Unión Americana en busca de mejores oportunidades laborales, también hay quien ingresa a las filas del crimen organizado en busca de dinero “fácil”. El gobierno federal dice que apoya a 20.3 millones de personas directa o indirectamente con algún programa social, pero aun así la pobreza sigue en aumento.
México sigue siendo un país de contrastes con servicios públicos de mala calidad, carreteras en mal estado, ejidatarios huérfano de apoyos y liderazgo, pescadores acostumbrado a las promesas incumplidas y todos a la espera de un mejor bienestar.
¿Por qué la clase política del siglo XXI no es creativa, justa y responsable? En lugar de ponerse a trabajar siempre están pensando en nuevos procesos electorales y en la forma de alcanzar algún puesto de elección popular sin respetar los tiempos que marca la ley. ¿Por qué no designan en los puestos de mayor responsabilidad a personas con prestigio profesional, experiencia y honestidad? ¿Por qué nuestros gobernantes no toman el ejemplo de los grandes hombres que han hecho historia, en lugar de salir con sus ocurrencias cada que inician nuevas administraciones?
Ejemplos a seguir hay muchos: ANTONIO ORTIZ MENA, quien como Secretario de Hacienda y Crédito Público (1958 a 1970) se distinguió por repartir la carga fiscal y lograr un desarrollo estabilizador en México logrando un crecimiento económico de 6% con una inflación de 2%. JOSÉ VASCONCELOS, Como primer Secretario de Educación pública, tuvo la visión de salvar a los niños y jóvenes de la ignorancia, redimir a los indios y difundir una cultura generosa y enaltecedora, no solo de una casta, sino de todos los hombres y mujeres. En el servicio diplomático tenemos a GENARO ESTRADA, autor de La Doctrina Estrada. También podemos mencionar a MANUEL CLOTHIER DEL RINCÓN, destacado líder empresarial y luchador social que dio su vida por México y
la democracia.
México puede ser la nación que anhelamos, pero primero hay que reconocer lo que está fallando. La subcultura política es un freno para la democracia, los derechos humanos siguen siendo un desastre, la autonomía plena en los tres poderes de la unión es una farsa y los gobiernos estatales y municipales no son autónomos ¿Por qué seguimos engañándonos? ¿Qué tenemos que hacer como sociedad para lograr ese cambio?