En México, los partidos políticos surgieron a principios del siglo XX, como consecuencia natural de la modernización social y de las necesidades funcionales del sistema político de ese tiempo. En la actualidad, los partidos políticos se han convertido en una carga económica para la sociedad, arrastran vicios del pasado, no gozan de la confianza social, son refugio de interés de grupos en el poder, son corruptos y abundan los cacicazgos locales.
La millonaria cantidad de recursos públicos destinados al sostenimiento de sus estructuras genera indignación en un país con graves rezagos en materia de salud, educación, drenaje, caminos, seguridad, etc. Lo más decepcionante es que el presupuesto millonario invertido en ellos no se traduce en una mejor democracia o en mejores gobiernos.
En días pasados, MORENA designó a su dirigente en Sinaloa en la persona de MERARY VILLEGAS SÁNCHEZ, quien llegó con la bendición del gobernador RUBÉN ROCHA MOYA, como en los viejos tiempos del PRI, alineados al poder.
Si MERARY VILLEGAS busca trascender y dejar huella, deberá entender que el avance democrático obliga a su dirigencia a un ejercicio de autocrítica al gobierno y a las organizaciones sociales y políticas, en una forma de generar una nueva cultura de participación y moderación, como imperativo democrático y no solamente ser tapaderas del gobernante en turno.
Los partidos políticos están obligados a desterrar la ineficiencia, la irresponsabilidad, el incumplimiento y la irregularidad que daña a los demás, bajo lineamientos de un cambio justo y profundo. La modernización de los partidos debe ser tarea colectiva, el cambio debe ir encaminado a fortalecer la democracia, la división de poderes, dar mayor peso a las legislaturas y exigir gobiernos justos, austeros y transparentes.
El dirigente del PRI, ALEJANDRO MORENO, asume posturas de bravucón al manifestar públicamente que no teme pisar la cárcel y tampoco le interesa ser candidato presidencial de la alianza “Va por México” en el 2024, pero dice tener la certeza de que su instituto político recuperará territorios perdidos en los próximos comicios federales y mantendrá las gubernaturas del Estado de México y Coahuila en el 2023. Su mensaje muestra la desesperación de un dirigente ambicioso y corrupto.
En Sinaloa, es tanta la revoltura al interior del tricolor (PRI) que no saben si son tricolores, morenos, azules o amarillos. Siguen sin ponerse de acuerdo para designar a la nueva dirigencia estatal y no se sabe, por el momento, quien es “el dueño” de un partido desairado por la sociedad ¿AGUILAR, QUIRINO, ZAMORA, JSM o será que viven tiempos de orfandad?
En el PAN, bajo la dirigencia de MARKO CORTEZ, abunda la mediocridad y sobran las declaraciones de triunfos electorales que no llegan. Además, continúa el jaloneo por la designación de candidatos a la presidencia de la república, senado, diputaciones y alcaldías. No quieren aceptar que solos difícilmente podrán ganarle a MORENA y aliados. En Sinaloa, ROXANA RUBIO se va quedando sola, toda vez que entre los panistas locales abundan oportunistas y trapecistas del poder que confunden ideologías con intereses personales.
El Partido Sinaloense, mientras tenga a la UAS como sector político será un partido fuerte. Está convertido en una “bisagra” capaz de mover la balanza electoral a favor o en contra de los partidos grandes. HÉCTOR MELESIO CUÉN OJEDA, como buen entendedor de la política, adelantó los tiempos electorales, se está brincando las trancas y juega su carta a favor del Secretario de Gobernación, ADÁN AUGUSTO LÓPEZ. De ganar la sucesión presidencial, el destino político de CUEN estaría asegurado, pero sí pierde, tanto él como el PAS estarían en problemas.
Como anécdota o recordatorio de viejas ambiciones o abusos de poder: El Partido Comunista Mexicano (PCM) después de décadas pudo existir históricamente, pero su fuerza no era mucha. No obstante, el surgimiento del sindicalismo universitario tendía a esparcirse por el país y en Oaxaca la izquierda había logrado controlar la Universidad Autónoma Benito Juárez, cuyo rector había formado el Movimiento Democrático Universitario. Las elecciones para nombrar autoridades derivaron en un intenso conflicto que involucró al entonces gobernador MANUEL ZÁRATE, quien ordenó al ejército que invadiera el campus universitario, mientras que la policía judicial arrestaba en “casas de seguridad” a militantes de izquierda. Al final, esa insensata represión no resolvió el conflicto y el presidente ECHEVERRÍA, eliminó al primer gobernador de su sexenio, ZÁRATE AQUINO fue remplazado por el GRAL. ELISEO JIMÉNEZ RUIZ. Casos de la vida real que podrían repetirse si no se impone la cordura, la inteligencia y la experiencia.