A 12 meses del gobierno que la sociedad sinaloense concibió como el del cambio, se han perfilado algunas cuestiones fundamentales que bifurcan el discurso. Tal vez aún no se asimila el cambio, este no se nota o simplemente no se ha dado y todo sigue igual tal como lo describen algunos sectores de la entidad. Por un lado, algunos poderes fácticos como los partidos políticos, legisladores, medios de comunicación con sus columnistas, articulistas, comentaristas, etc. No hablan de las grandes transformaciones que describe la clase gobernante. Los comentarios y cuestionamientos en general más bien giran en torno a escándalos por casos de corrupción en municipios, renuncias o desafueros de alcaldes, llamadas de atención a secretarios, directores o jefes de departamento y visitas del presidente que han generado mucha especulación. Mientras los aspectos sustantivos de gobierno o políticas públicas nos hablan de las grandes transformaciones que quisiera la sociedad.
RUBÉN ROCHA MOYA, como candidato al gobierno de Sinaloa, se comprometió a modernizar los puertos de Mazatlán y Topolobampo; a mejorar la conectividad a través de la construcción y mejoramiento de carreteras, vías férreas y puentes, principalmente los proyectos carreteros Topolobampo-Ojinaga y Badiraguato-Parral. También prometió que se concluirán los proyectos hidráulicos Elota-Piaxtla, Presa Picachos y Santa María. En materia de desarrollo dejó su palabra empeñada prometiendo bienestar, crecimiento y desarrollo económico, así como combatir la inseguridad y la impunidad con toda la fuerza del Estado.
Con 365 días consumidos de los 2,190 que tendrá el gobierno de RUBÉN ROCHA MOYA, destacan programas sociales como sembrando vida, apoyo adultos mayores, becas bienestar, apoyo a pescadores, etc. (programas implementados por el gobierno federal). El gobernador ROCHA, mantiene contacto muy cercano con la ciudadanía y se dice que algunos poderes fácticos como ex gobernadores tienen gran influencia sobre él.
La bandera de la austeridad sigue izada a toda asta, mientras surgen reclamos y críticas en contra de un gobierno que dio su palabra de terminar con la impunidad y la corrupción; los alcaldes siguen al garete y parece que las líneas de conducción se perdieron en el laberinto de la burocracia y algunos servidores públicos son ineficientes. No hay blindaje para el gobernador y todo indica que en muchos casos se gobierna como si fuera el Tribunal de Justicia del Estado.
En medio de todo esto están dos importantes cuestiones: la inseguridad y el desarrollo. Los críticos se cuelgan del primer punto ante el caminar lento, pero seguro, que tiene el gobernador ROCHA MOYA. El tema de la inseguridad es muy distinto de cómo se ve a cómo es en realidad, principalmente cuando la mayoría de la sociedad no se suma, pero si resta y critica ante la falta de cultura política y falta de compromiso por Sinaloa.
El desarrollo de la entidad toma otro derrotero ante la falta de apoyos de la federación, la escasez de recursos públicos, la inflación y la inseguridad pública que limitan inversiones de gran calado como la planta de Amoniaco en el Puerto de Topolobampo. Los compromisos de campaña y de gobierno para llevar a Sinaloa a otra dimensión siguen pendientes. Todo es cuestión de que el gobierno federal y el estatal piensen en grande, se coordinen y los aterricen.
El proceso electoral que inicia formalmente el año entrante dará otras ocupaciones y preocupaciones a los tres niveles de gobierno, a los partidos y organizaciones políticas, Seguramente se desbordarán las pasiones, se reflejarán intereses diversos y cada uno de ellos buscará estar con el posible ganador de la candidatura presidencial; mientras que otros buscarán el senado, diputaciones federales o locales y seguramente algunos alcaldes buscarán su relección a sabiendas que no les da para más.
El gobernador ROCHA MOYA debe de estar preparado, porque pasando la presentación del primer informe de su gobierno, las fechas de navidad y año nuevo, se desatarán los demonios, unos a favor y otros en contra, para tratar de detener la marcha de un gobierno que dice ser diferente, que sigue a ciegas al presidente LÓPEZ OBRADOR y que a finales del 2024 tendrá que coordinarse y disciplinarse con el nuevo inquilino de Palacio Nacional.