Los acontecimientos que estamos viviendo en México en materia de salud, economía, seguridad
pública y la falta de una buena conducción en materia política, nos obliga a preguntarnos ¿quién
es quién y qué nos está pasando?
El poder es disputado sin cuidar las formas, el respeto ni la ideología partidista; la corrupción es
bandera para desacreditar al contrario, no para castigarla; la pobreza es símbolo electoral y genera
votos, por ello se sigue repartiendo dinero; mientras que la honorabilidad y la justicia siguen
ausentes en un proceso electoral que se acerca a gran velocidad.
Los aspirantes y suspirantes que buscan la candidatura al gobierno de Sinaloa, deben tener en
cuenta que los liderazgos se forjan a través de los años, que no se improvisan y mucho menos se
maquillan. Se debe llegar al gobierno con la frente en alto, a servir y no servirse, jamás olvidar que
los recursos públicos que administran no son propios, por ello hay que cuidarlos y trasparentar su
uso; así como Predicar con ejemplo de austeridad, honestidad y mucha unidad, gobernando para
todos, con prudencia, planeación, inteligencia y salir con las manos limpias.
Los grupos políticos de la entidad siguen activos a favor o en contra de los diversos personajes con
posibilidades reales de lograr la candidatura. Los protagonistas hacen alarde de las preferencias
electorales y ventilan sus propias encuestas en redes sociales. Algunos buscan el calor presidencial,
mientras que los incautos esperan un milagro. Por lo pronto, ya se tejen estrategias para la
sucesión. Son muchos los apuntados y solo una posición en juego. También hay alcaldías y
diputaciones para sofocar inquietudes, al fin y al cabos lo que importa son los cargos, que dan
mucho dinero, poder e impunidad.
La política como distractor social no lo es todo y nos obliga a reflexionar sobre lo que está pasando
en el país, y por consiguiente en Sinaloa. La inseguridad tiene secuestrada a la sociedad, misma
que por necesidad ha tenido que cambiar su forma de vida, siempre con la inquietud de que en
cualquier momento puede ser víctima de un asalto, robo, secuestro o estar en medio de alguna
balacera. De igual manera, la lucha por los territorios entre los diferentes grupos del crimen
organizado, provocan levantones y enfrentamientos que generan sangre y dolor. Las extorsiones y
el cobro de piso están dañando a algunos empresarios, provocando con ello la paralización de la
productividad en vastas regiones del país. Mientras que el covid-19, vino a minar la salud y a
rematar nuestra economía.
Los bloqueos y tomas de carreteras siguen ocasionando graves problemas a empresas comerciales,
industriales, agropecuarias, turísticas y de servicio, violando derechos humanos de ciudadanos. Aun
así, la postura presidencial es que no se reprima a nadie. Sigue ausente el respeto y aplicación de
la ley, por ello, México, seguirá siendo el país de la impunidad, corrupción y del miedo.
Antecedentes de impunidad existen muchos, como la toma de sedes del poder legislativo, Senado y
Cámara de Diputados, que fueron violentadas y secuestradas en el gobierno de la 4T, por grupos
radicales o inconformes por la ley General de Educación u oponerse a la Ley del Servicio Civil de
Carrera, obligando a los legisladores a sesionar en sedes alternas. Aquí, como en otros hechos, no
hubo detección de la movilización que tomó la sede legislativa, mucho menos intervención de la
fuerza pública para garantizar el respeto a la sede legislativa. En pocas palabras, seguimos siendo
un país donde impera “el valemadrismo” de las autoridades y de la propia sociedad.
También está el antecedente del bloqueo al aeropuerto internacional de la Ciudad de México, que
ocasionó problemas de tráfico en llegada y salidas de turistas y sociedad civil entre muchos más.
Mala imagen para un gobierno que se vendió en lo electoral como el “gobierno del cambio y la
transformación”, quizá anunciando que la reversa también es cambio.
En materia de economía, el crecimiento del producto interno bruto del país sigue en caída libre. No
se ve la luz al final del túnel que muestre una mejora económica a corto tiempo. El peligro es que
el país está en el límite de la recesión.
Del resultado de gobierno del presidente LÓPEZ OBRADOR, de la pacificación, del rumbo de la
economía y el final que se le dé al tema de la corrupción, dependerá el destino del país. Por lo
pronto tenemos más de 40 mil muertos por la pandemia, más de cincuenta mil por la violencia,
millones de desempleados y un presidente con alta dosis de irresponsabilidad al ponerse a jugar a
los avioncitos, pactar con EMILIO LOZOYA y con la delincuencia organizada, mientras el país sigue
siendo un desastre. La ventaja es que ahora se puede culpar de todo al covid-19.
Sinaloa busca gobernador, no espejismos de candidatos, que no use doble mascara para engañar
y confundir a la sociedad. Se busca una persona justa, honesta y capaz ¿estará en MORENA, PRI,
PAN, en otro partido o en ninguno?