Son tantos los problemas que hay en nuestro país que faltaría espacio para enumerarlos todos, sin embargo, vamos a mencionar los más sentidos: el campo mexicano está postrado y no tiene programa alguno que le brinde certidumbre a mediano o largo plazo; la administración pública se observa anticuada y atrofiada en muchas de sus áreas; los servicios públicos son insuficientes e inadecuados; la estructura normativa que rige las relaciones entre los ciudadanos es como una selva inexpugnable donde se pierde el orden y el respeto a la autoridad; la administración de justicia en su máxima representación (La Suprema Corte) se encuentra confrontada con el poder ejecutivo y se dice que existen algunos casos de corrupción; mientras que la Cámara de Diputados se encuentra sujeta al manejo habilidoso del Gobierno de la 4T y la de Senadores ha tomado una posición antifederalista.
Los partidos políticos son refugio de trapecistas del poder y están tomados por intereses grupales y familiares; hay alianzas políticas sin depurar, sin objetivos ni compromisos en función de los más altos conceptos y propósitos de la democracia. En fin, son muchos los problemas y muy difíciles de solucionar por falta de orden, congruencia y voluntad. Pareciera que los políticos no buscan el bien común y simplemente le pasan “la papa caliente” al gobernante en turno ¿Qué tipo de gobernante requiere el país para el período 2024-2030? ¿Qué pasaría si el INE cumpliera cabalmente su rol como autoridad electoral y no actuara como marioneta del poder? ¿Qué pasará si el gobierno de la 4T y MORENA barren en la elección del 2024 y por un largo período no hay alternancia?
MORENA está acostumbrado a “la guerrilla” y pelea y defiende lo que piensa que es suyo, le gusta la confrontación y está convertido en un partido de mil colores, invadido por ideologías que lo contaminan. Su lema “no mentir, no robar y no traicionar” cada vez se cumple menos. El PAN, a pesar de sus muchas ideas, carece de programas y de la confianza ciudadana. El PRI, acostumbrado al dedazo, sufre por la traición de aquellos que bajo sus siglas disfrutaron de las mieles del poder.
Por lo pronto, muchos ciudadanos le apuestan a que este 2024 se pueda integrar un Congreso dominado por un partido político diferente al del ejecutivo federal, lo que permitiría un sano equilibrio. Esto también ayudaría a superar los nudos gordianos que tiene México en su desarrollo y posibilitar una vida futura muy distinta a la que estamos viviendo. Quizá sea solo un sueño, pero seguramente llegará el día donde solo existan dos partidos fuertes y uno de menor importancia pero con suficiente presencia y significación nacional para ser un punto de balance en cuanto a los acomodos y decisiones trascendentales que exige la nación.
Los partidos políticos mexicanos requieren abrirse más a la participación, dando cabida a los mejores sentimientos de pertenencia, servicio y solidaridad de las mayorías, sin descuidar a las minorías. Deben buscar el bienestar general antes que el particular y potencializar la capacidad de muchos mexicanos que viven en la incertidumbre a la espera de un verdadero cambio.
Se quieren gobiernos pulcros en el manejo de los dineros, donde el ejercicio del poder esté sujeto al derecho, para construir una sociedad justa y democrática como en otras naciones del mundo. Un Estado fuerte en lo moral y con alta visión al futuro.
Las mujeres siempre han sido parte fundamental en las campañas electorales, están urgidas de un perfil popular que entienda su sentir, sus inquietudes y resuelva sus necesidades ¿CLAUDIA, BEATRIZ o quién para el 2024? Los empresarios quieren un candidato fuerte, confiable, respetuoso de las leyes y no un personaje pintoresco. En pocas palabras, México requiere de un hombre o de una mujer con perfil de estadista, capaz de lograr una transición pacífica y democrática, y dispuesto a combatir las desigualdades, la violencia y la corrupción. Un gobierno de inclusión de masas en el proyecto de nación.
En días pasados, la coalición PRI-PAN-PRD, en coordinación con la sociedad civil, anunció la conformación de un comité organizador para elegir al responsable nacional de construir un frente amplio por México. Sin embargo, el gusto les duro muy poco, las cuentas no salieron y algunas figuras relevantes renunciaron a sus aspiraciones de competir por la candidatura presidencial. Ahora hay que esperar para ver si las organizaciones civiles le van a entrar con seriedad y si el gobierno los dejará operar o los bloqueará. En pocas palabras, sube la temperatura política y se pone buena la careada.