En México las estructuras institucionales se encuentran erosionadas desde hace muchos años, este es un problema que hay que revisar a fondo. No se puede avanzar al futuro sin resolver los problemas que ahogan el presente, sobre todo cuando los tres poderes de la nación se funden en uno solo. El Presidente LÓPEZ OBRADOR, está por cumplir cuatro años de mandato constitucional, periodo de sorpresas, avances, retrocesos y confrontaciones con el pasado, como si todo lo hecho por sus antecesores estuviera podrido.
Los partidos políticos se activan y se dicen listos para participar en la madre de todas las gubernaturas (Estado de México) a la que también se suma Coahuila, posteriormente nos vamos al 2024 donde se definirá nuevamente el rumbo del país “seguimos montados en la 4T o cambiamos el modelo”.
El presidente AMLO tiene la experiencia y los elementos necesarios para dejar un sucesor a modo, solo hay que esperar que quien asuma las riendas del país a partir de diciembre del 2024 no lo traicione y siga el proyecto de un hombre, que nos guste o no, está haciendo historia gobernando “casi” como una monarquía absoluta.
Hablamos mucho de transformaciones, sin embargo a veces desconocemos la historia y sus resultados: la primera transformación que sacudió al país fue en 1810 cuando La Nueva España obtuvo su independencia; la segunda transformación coincide con Las Leyes de Reforma de 1857; la tercera gran transformación se dio en 1917, iniciando con ello el actual sistema de derecho, cuando el primer jefe constitucionalista GRAL. VENUSTIANO CARRANZA, lanzó una convocatoria para conformar el cuarto congreso constituyente para recoger las demandas sociales del momento y con ello nació La Constitución de 1917.
De ese tiempo a la fecha ha habido grandes avances, pero también muchos retrocesos en materia de impunidad, violencia, pobreza, educación, salud y corrupción, que como muros de contención han impedido el desarrollo y bienestar social. Con voluntad de gobierno y sociedad aún se puede neutralizar las grandes heridas que arrastra el país, sanar odios y terminar rencores.
Para que México logre una verdadera Transformación, es necesario alcanzar una democracia plena, libre de partidos obsoletos; un proyecto de Nación con libertad e igualdad para el ejercicio de una vida democrática justa y responsable; disminuir la pobreza que socaba los cimientos de la sociedad, genera inmigración, aumenta la violencia y destruye miles de hogares; promover un proceso de renovación nacional, con viabilidad económica, que responda a la propia transformación social. Un país donde se pueda vivir en paz.
Estamos conscientes que el presidente de la república, AMLO, trabaja tenazmente para fortalecer y perfeccionar el Estado de Derecho y para promover un proceso de Transformación. Pero dividiendo y confrontando a la nación difícilmente lo podrá lograr. Mucho menos cuando no escucha, es terco y choca con la modernidad que traen los nuevos tiempos. Aún es tiempo de que el presidente encuentre un proceso de transformación que beneficie a todos, tiene el respaldo de millones de mexicanos, además tenemos historia, principios y valores democráticos que nos orientan al cambio que anhela la mayoría de los ciudadanos.
En la actualidad se viven tiempos de gran incertidumbre económica, política y social. La sociedad en general pasa por una de las pruebas más duras en cuanto a economía se refiere. Se está realizando un esfuerzo solidario para salir de ella, pero hasta dónde tendremos que ajustar el cinturón y quién garantiza que el sacrificio de hoy, será compensado mañana con bienestar, progreso y tranquilidad.
En Sinaloa, el gobernador ROCHA MOYA enfrenta debilidad de los ingresos fiscales, demandas sociales, abandono de estrategia de desarrollo que no respondieron a las necesidades de un Estado en constante movimiento que demanda mayores fuentes de empleo, crecimiento de la economía, mayor actividad empresarial y sobre todo seguridad. Por el bien de todos ojala no equivoquen el rumbo los tres niveles de gobierno y el mañana sea mejor que el presente.