En materia política las cosas no andan bien y seguimos a la espera de un milagro, continuamos sumergidos en un sueño muy profundo del que debemos despertar. Partidos y organizaciones políticas se han convertido en instrumentos para controlar el poder a través de hombres y mujeres que en muchos casos deberían ser clientes de hospitales psiquiátricos o huéspedes de algún reclusorio. La justicia se ha convertido en el mejor instrumento para solapar la impunidad y corrupción, controlada por grupos minoritarios pero muy significativos y con gran poder de decisión.
Se sigue a la espera de una verdadera democracia que ayude a mejorar el rumbo de una nación que da tumbos. En México votamos, pero no elegimos al mejor gobernante, y es ahí donde se encuentra el deterioro del sistema de nuestro gobierno. Tenemos partidos políticos que en su mayoría designan candidatos sin calidad moral, sin ideología, trapecistas del poder y deshonestos. Gobiernos dedicados a la devastación de la naturaleza y que defienden intereses económicos que les reditúan grandes ganancias personales, como ejemplo podemos mencionar el proyecto de la planta de fertilizantes de Topolobampo, el tren Maya, etc. Gobernantes carentes de ética, que utilizan recursos públicos para lavar su imagen con publicidad engañosa, cuando en realidad arrastrando tras de sí la injusticia, el servilismo y la deshonestidad.
La democracia y la justicia, que deberían ser el conducto para enfrentar los múltiples retos de la nación, se encuentran de luto en el municipio de Culiacán, donde se impuso a un nuevo alcalde amparado por una ley hecha a la medida para hacer y deshacer. ¿Dónde quedaron los votos de todos los ciudadanos que eligieron al alcalde de Culiacán? El juicio político o desafuero, como instrumento de ley, se pone de moda para castigar los abusos del poder, pero también sirve al gobernante en turno para acalambrar, disciplinar y domesticar a todo aquel que se siente superior a él ¿Dónde está la autonomía, el federalismo y la rendición de cuentas?
En la medida en que la sociedad, las instituciones, los partidos, las organizaciones sociales, los grupos y los individuos, ciñan su comportamiento a lo que permitan y promuevan nuestras leyes, en esa medida los gobiernos estarán en condiciones de promover solidariamente nuevas prácticas. Es tiempo de reflexionar y preguntarnos ¿Qué nos pasa como sociedad? ¿Nos ganó el conformismo y por ello hay que seguir agachando la cabeza? Tal parece que nuestros gobernantes nos tomaron la medida y ello provoca mediocridad en los gobiernos.
En México, la vanidad de muchos políticos (provocada por la embriaguez de la cargada, los aplausos inmerecidos, la defensa de plumas comercializadas, de funcionarios arribistas y serviles) genera euforia y los hace sentir como seres iluminados, cuando en realidad son un verdadero desastre.
El dedazo sigue pasando lista de asistencia disfrazado de acuerdo consensual, de encuestas amañadas y ello es democrático, porque opera con eficiencia después suscrita por el voto mayoritario, la compra de votos, el voto del miedo y el voto no reflexionado. Mientras que el abstencionismo permite que otros decidan el rumbo de una nación en crisis, castigada por malos gobiernos del pasado y presente.
MORENA y sus aliados son actualmente el instrumento básico de un pacto implícito que culmina en un sistema peculiar que toma ventaja en la carrera presidencial, proponiendo tres precandidatos que están a la espera del dedazo presidencial para ver quien se llevará el premio mayor.
Por su parte el PRI, PAN y PRD, al interior de sus franjas ideológicas manejan expectativas difíciles de alcanzar, al transformar sus ideologías en marañas de intereses personales y de grupo. En fin, esa es la política de un país con grandes rezagos en materia de salud, economía, educación, servicios públicos y lo que es peor, dominado por el crimen organizado