En Sinaloa existen hombres y mujeres de diversas ideologías políticas, que utilizan una doble cara con la única finalidad de lograr su reelección u obtener algún puesto de elección popular. Algunos alcaldes, diputados o senadores se muestran exageradamente simpáticos, amables y bonachones, ocultando su verdadera personalidad, con el objetivo de caerle bien a la sociedad, cuando en realidad son maestros del trapecio, de la traición y de la deshonestidad. Se les olvida que el poder es transitorio y que tarde o temprano la historia los juzgará.
Sinaloa, al igual que otras regiones del país, ha padecido crisis económicas, inflación, inseguridad pública, servicios públicos de mala calidad, carreteras en mal estado, drenajes colapsados, empleos mal remunerados, etc. En la ciudad y en el campo el tejido social ha cambiado, hay nuevos grupos, nuevas necesidades que se suman a otras que se arrastran de tiempo atrás, jóvenes que presionan por mejores oportunidades laborales, inseguridad, etc.
Sin embargo, también es un Estado pujante donde la mujer participa activamente en el mercado laboral ocupando puestos relevantes en la iniciativa privada, en el sector público y en la política; un Estado con grandes riquezas naturales y gente trabajadora que lo hacen destacar en muchos ámbitos. Por esto y otras cosas, los futuros alcaldes de los municipios de Sinaloa deben ser hombres o mujeres de probada calidad moral y de gran capacidad. Jóvenes con nuevas ideas y no personajes reciclados con doble cara.
La evidente escasez de recursos económicos que dificulta resolver un sinfín de necesidades, obliga a los partidos políticos a elegir a sus mejores cuadros para la próxima elección. Esos que lleven bien tatuado el lema “No mentir, no robar y no traicionar” para que conformen gobiernos con ideas transformadoras y que generen estabilidad y paz social.
Actualmente existe una exagerada competencia y un gran desencuentro entre partidos y organizaciones políticas para lograr posiciones electorales, sin que importe la calidad del material humano que ofrecen al electorado. En la sociedad existe inconformidad ante la manipulación gubernamental que está convirtiendo este proceso en un triste “espectáculo” y sobre todo por el gran derroche económico en publicidad.
Por el bien de todos es necesario transitar por caminos que conduzcan a un régimen de partidos creíbles, sólidos y a unas elecciones competidas y efectivas que den cabida a la formación de tres nuevos partidos políticos: el partido del Estado, que requiere de una reingeniería política; el partido tradicional (PRI) qué necesita renovarse y tirar sus viejos lastres; y por último, el partido del centro derecha (PAN) cuyas limitaciones lo han llevado a coaligarse con el PRI.