México, un país con una historia de violencia, de divisiones y de tendencias centrifugas, se apresta a tener elecciones para renovar el poder ejecutivo y legislativo, con un poder judicial desacreditado a través de campañas negras y señalamientos del presidente LÓPEZ OBRADOR, quien sigue culpando al pasado de todos nuestros males.
Nuestra clase gobernante sigue por caminos de la polarización como ruta para llegar al poder. De modo tal que la realidad del país a veces es contradictoria a lo que piensa y dice el presidente de la república, quien siente que tiene ganada la responsabilidad histórica de no dejar que tan encontradas fuerzas contrarias a la 4T en el país pudieran dar al traste con el proyecto nacional de MORENA, de seguir gobernando por seis años más.
Este argumento tiene cierta respetabilidad para aquellos que orbitan en el gobierno de la 4T y millones de mexicanos que son beneficiados con programas de bienestar, quienes siguen con pasión los mensajes que diariamente repite el presidente y cada una de sus “corcholatas”.
En contra de esta visión mediática se encuentra una decisión democrática que admite y confía en la enorme riqueza y en las posibilidades del pueblo de México, que sabe muy bien que es lo que quiere: un gobierno responsable que esté obligado a responder por sus acciones. Por otra parte están los intereses tangibles, tradicionales en un sistema de poder con pocos controles, altamente centralizado y que es en sí mismo la negación de la vida democrática.
México se encuentra entre dos show mediáticos que sirven para distraer la atención de los negativos de un gobierno que dice ser diferente a los demás: la “Casa de los famosos” logró atraer la atención de millones de ciudadanos y en tan solo 70 días, Wendy y demás inquilinos, lograron tener más popularidad que los aspirantes que recorren el país en busca de conquistar la chica del 24. Esto, entre otras cosas, refleja el subdesarrollo de una sociedad hambrienta de liderazgos y confianza.
El otro show es la sucesión presidencial anticipada, misma que refleja pobreza democrática, carencia de resultados gubernamentales y sirve también como distractor social, exhibiendo al INE que poco puede hacer para imponer su autoridad. Están por terminar las campañas internas de partidos y coaliciones, con campañas y recorridos por el país sin nada diferente que motive al electorado, con eventos fríos, acarreos, mucha publicidad y sin propuestas que ayuden a resolver los problemas existentes.
El 3 de Septiembre “El Frente por México” tendrá que decidir entre XOCHITL GÁLVEZ, SANTIAGO CREEL o BEATRIZ PAREDES. La primera encabeza las preferencias electorales pero tendrá que sortear los obstáculos que ponen en su camino AMLO Y las trampas de los dirigentes del PRI-PAN y aliados.
El 7 de Septiembre MORENA y aliados darán a conocer el nombre de su abanderado entre CLAUDIA, MARCELO Y ADÁN AUGUSTO. El 5 de Diciembre, el partido Movimiento Social hará lo propio. Por lo pronto el tema sucesorio del Presidente AMLO, no ha despertado el interés esperado en la sociedad, donde un tercio de ella no ve mayor necesidad de cambio, otro tanto defiende a grupos del pasado y el resto (que podría definir el triunfo de cualquiera de las coaliciones) se oculta en el abstencionismo.
Qué bueno fuera que el presidente de la república, como legado a la historia democrática del país, desmontara las bases de su propio poder. Sin embargo, la realidad es otra, el Presidente AMLO sabe lo que significa el poder y lo costoso que es un ambiente de impunidad y de irresponsabilidad, pero no está dispuesto a buscar la unidad nacional con un piso parejo. MORENA, al igual que el PRI, utiliza el corporativismo de programas sociales, donde los favores se derivan de arriba hacia abajo. La participación de sus bases es, o fue, muy relativa y más bien funciona como un escalón sobre el cual hay que apoyarse para subir más arriba ¿Cuáles son los beneficios del cambio?