El proyecto de ley en materia de “Reforma Energética” impulsada por el Presidente, ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, se apruebe o no, afectará la economía y seguirá siendo factor de opiniones encontradas. Seguramente tendremos presiones de nuestros socios comerciales Estados Unidos y Canadá, y se pone en riesgo tratados comerciales de gran calado. En nuestra constitución los fines económicos no se imponen a los fines sociales y políticos, sino que los tres deben complementarse entre sí. En México no habrá desarrollo sin un sector público capaz de orientarlo, ya que el desarrollo exige una amplia y eficaz participación del sector privado, y una contribución eficiente de un sector social bien estructurado, de lo contrario es demagogia pura.
Hay dos maneras de reorganizar la economía: imponer los cambios necesarios o propiciar que los cambios sucedan en la dirección prevista mediante la concertación. Este último es el mejor camino. Si la Reforma Energética va, tendrá que salir bajo acuerdos claros y transparentes entre gobernantes, empresarios, socios comerciales y sociedad.
El proyecto de ley en materia de electricidad propuesta por el presidente AMLO, tiene como objetivo modificar los arts. 25, 27 y 28 de la carta magna. También pretende asegurar el 54% del mercado eléctrico a la CFE e integrar como un solo organismo del Estado en forma vertical y horizontal. Por lo pronto dicha iniciativa hace corto circuito en la CFE. El PAN la desecha, el PRD niega su apoyo y la dirigencia del PRI, a pesar de sentirse contra la pared, propone un gran debate nacional donde participen técnicos, científicos, ecologistas y académicos expertos en la materia. De manera personal propondría que los señores diputados y senadores abran una consulta ciudadana y sin maquillajes den a conocer “pros y contras” de dicha ley de cara a la sociedad.
Estamos a menos de tres años de que termine la administración federal del presidente AMLO, tiempo suficiente para orientar su energía y vitalidad en beneficio de la sociedad, hacia un desarrollo que permita un manejo soberano y racional de los recursos naturales y energéticos, una distribución equilibrada de las actividades, lograr avances tecnológicos y productivos que den sustento a una inserción eficiente en la economía mundial, satisfactores básicos para los ciudadanos, empleos bien remunerados y sobre todo ser congruente con lo que dice y hace, ampliando las oportunidades para poder elegir el tipo de vida que se desea, dejando de añorar el
pasado, aterrizando en el presente y proyectando nuestro futuro como nación.
La Agencia Internacional de Energía (AIE) advierte sobre la importancia de transitar hacia energías limpias y pide más inversión en fuentes renovables para evitar el calentamiento global. La agencia lanza en su informe anual “serias advertencias ante la dirección que está tomando el mundo” en esta cuestión. Reconoce la emergencia de una nueva economía de baterías, hidrógeno o automóviles eléctricos, un progreso que queda contrarrestado por “la resistencia del statu quo y las energías fósiles”. El petróleo, el gas y el carbón están en el origen todavía de un 80% del volumen total de la energía consumida y son responsables de tres cuartas partes de los desajustes
climáticos.
Por lo pronto el proyecto de ley de la “Reforma Energética” se ha convertido en rehén de la oposición política al gobierno, grupos empresariales luchan por sus intereses, los ambientalistas dan su versión, los científicos pronostican lo que podría venir, pero también se quiere imponer la postura presidencial y de sus aliados. Así que el tema deja mucho a la reflexión para valorar lo que queremos para el futuro en materia energética y cambio climático.
REVOLTURA POLÍTICA Y SOCIAL
La ciudad de los Mochis con más de cien años de fundación, a pesar de ser ejemplo de desarrollo en los años sesentas, de tener un trazo urbano, calles y alumbrado público sin igual, se refleja en la actualidad como una ciudad vieja, llena de achaques, descuidada y mal atendida. La tormenta tropical PAMELA, que afectó en días pasados la zona norte de la entidad, inundó las calles de los Mochis, purificó el medio ambiente y sacio la sed de sus tierras. Pero también exhibió carencia de planeación, falta de voluntad y escases de recursos públicos para resolver viejos problemas que se suman a las nuevas necesidades urbanas y rurales que reclaman atención. Los drenajes son viejos y obsoletos, el drenaje pluvial sigue siendo promesa de campañas políticas, las calles requieren reparación o sustitución de pavimentos, el alumbrado público sigue siendo una necesidad de primer orden y la recolección de basura deja mucho que desear. En tanto que fraccionadores y constructores se han despachado con la cuchara grande solapados por la impunidad y la corrupción.