México requiere una nueva estrategia de desarrollo económico moderno y libre de corrupción, cuyo objetivo sea satisfacer las necesidades y aspiraciones de la sociedad. Para lograrlo se requiere confianza en la inversión privada, el abatimiento a la inflación, una justa recaudación fiscal e inversión pública en proyectos de infraestructura que alienten el crecimiento en zonas de alta marginación sin descuidar centros urbanos de alta densidad poblacional.
La inflación desestabiliza los precios reales de los bienes, acorta el horizonte del quehacer económico e imposibilita la planeación de las actividades. En un entorno inflacionario como el que se vive en la actualidad, la actividad productiva se vuelve ineficiente, la economía se inhibe, el futuro se torna incierto y la convivencia social se deteriora. La recuperación de un crecimiento sostenido sobre bases justas solo será posible manteniendo la estabilidad de precios. Los incrementos en la carne, la tortilla, el frijol, gasolinas, gas, blanquillos y otros productos de la canasta básica golpean el bolsillo familiar sinaloense y esto también incrementa los índices delincuenciales.
CARLOS URZÚA, quien fungiera como Secretario de Hacienda a inicios de la presente administración, manifestó que “México venía enfrentando problemas económicos, y la crisis del covid-19 nos hundió y nos mandó a una espiral hacia abajo”. El principal problema de los gobiernos en sus tres niveles, es que no tienen suficiente dinero para enfrentar necesidades y reclamos sociales. La recaudación tributaria actual por parte del gobierno federal es del 14% del PIB, algo realmente muy bajo cuando otros países de Latinoamérica tienen una recaudación tributaria del orden del 20% ¿qué pasará cuando se acaben los fondos de estabilidad financiera y otros?
Lo que viene para el 2022 en materia económica es sumamente complejo para los gobiernos federales, estatales y municipales, toda vez que se caerán las participaciones federales, y las pensiones siguen siendo una bomba de tiempo que tarde o temprano estallará. Muchos negocios cerraron por la pandemia y la falta de apoyos económicos para sobrevivir; los empresarios se sienten dolidos, y ello los lleva a disminuir la inversión al no contar con recursos para sortear tantas tempestades, lo cual le abona al desempleo y a la pobreza.
La irresponsabilidad de los partidos políticos, de la propia sociedad y otras cuestiones, nos llevaron a un relajamiento social que provocó que se incrementaran los casos de covid-19, lo que puede llevar a las autoridades a cerrar algunos negocios e impedir el retorno a clases presenciales. Este repunte en los casos de Covid y una nueva pausa a las actividades económicas implicarían miles de empleos perdidos, saturación de hospitales y más decesos. Por ello, hay que ser responsables guardando la sana distancia, usando el cubre bocas, lavarse las manos frecuentemente y evitar sitios concurridos.
El reto por venir, no solo es salir airosos del daño que ha generado la pandemia, sino también superar los malos gobiernos y las decisiones que han lastimado el ingreso familiar. El Presidente de la República y el gobernador electo RUBÉN ROCHA MOYA tienen el gran reto de impulsar los motores del crecimiento económico sostenido, para ello tienen que ser visionarios, inteligentes, honestos y marcar el rumbo como líderes del siglo XXI.
No hay contradicción entre el fomento a las exportaciones y la atención al mercado doméstico, tampoco hay sustitución entre inversión pública e inversión privada. Hay una profunda lógica de complementariedad entre estos ámbitos. La nueva estrategia económica recomienda usar los instrumentos disponibles de política fiscal, monetaria, comercial y de gasto público, para articular en forma armónica estos componentes fundamentales de la demanda nacional; para adaptarse con flexibilidad a las cambiantes circunstancias; para evitar desequilibrios macroeconómicos o sectoriales, y para garantizar así la permanencia de un crecimiento moderado con estabilidad y precios.
La acción económica debe ser basada en las necesidades de cada región y sectores del Estado, el financiamiento del desarrollo es pieza clave en las estrategias económicas que ayuden a mejorar en calidad de vida a pescadores, agricultores, temporaleros, artesanos, pequeños y medianos comerciantes, restauranteros, ganaderos, amas de casa, etc.
Sin embargo, no hay que olvidar que la deuda pública federal, estatal y municipal que se arrastra de muchos tiempo atrás y que se incrementa año con año, sigue siendo una pesada loza que nos impide avanzar, y que se tendrá que valorar para frenar endeudamientos irresponsables que sacrifican el crecimiento económico. La posición del presidente AMLO de no endeudar al país e incrementar los impuestos es medida responsable, pero afecta la inversión en obras de infraestructura y desarrollo.
En los próximos meses, los sinaloenses veremos cómo se le entrega a RUBÉN ROCHA MOYA la hacienda pública, la deuda del Estado y los compromisos a pagar a corto, mediano y largo plazo. Sinaloa reclama una recuperación económica. La lucha por el pastel presupuestal del 2022 inicia en Palacio Nacional y termina en La Cámara de Diputados. Por ello es tiempos de cabildeo, de gestión, de voluntad y de proyectos ejecutivos que apoyen obras a realizar.