Un tema del que se habla todos los días y del que muchos se sienten fastidiados es el covid-19. Sin embargo, es algo de lo que no se puede dejar de hablar ya que con él han aumentado las dificultades de muchos pueblos del mundo y México no es la excepción, ha exacerbado las tensiones sociales y ha dificultado la resolución de muchos conflictos. El covid-19 refleja una realidad que no comprendemos, todos los días nos preguntamos qué está pasando, quiénes son los culpables de tantos infectados y decesos que se siguen contabilizando como si fuera juego de números y no de salud. A pesar de todo esto, muchos siguen corriendo con prisa, arropados en el mercantilismo y el “valemadrismo” como si la vida fuera comprada.
Vivimos tiempos difíciles que afectan la armonía y la convivencia social, aun así los mexicanos perdemos valioso tiempo en confrontaciones estériles que no conducen a nada. Nos dejamos llevar por pasiones políticas, religiosas y rumores. Somos especialistas en todo y no aportamos nada. Tenemos muchos pendientes en materia económica, como volver a crecer, pero no a cualquier costo, mucho menos permitir que nuestros hijos caigan en las redes de la delincuencia organizada. Es necesario que los sectores políticos, económicos y sociales definan colectivamente cual es el mejor camino para retornar a la normalidad y lo que se tiene que hacer para lograr un beneficio colectivo que beneficie a todos.
Redefinir la presencia del Estado no es sinónimo de privatizar como sucedió en el pasado, significa fortalecer a toda la sociedad civil. Un Estado moderno no privatiza las actividades económicas, más bien las incorpora al todo social. Así articula el quehacer de los particulares en la tarea nacional, genera confianza, estimula la inversión y abre espacios a las organizaciones sociales. El fondo de pensiones de los trabajadores es un tema delicado que se tiene que atender y resolver sin generar temor y miedo o crear incertidumbre como está sucediendo. El campo mexicano requiere mayores créditos, seguros, fertilizantes, energéticos y semillas más baratos, así como precios justos en la comercialización de productos como el maíz y con ello generar confianza en el mañana.
Sinaloa requiere promover la industria en lugar de que el Estado paternalista quiera resolver todo otorgando apoyos sociales, como el repartir dinero, en muchos casos sin ton ni son generando más pobreza, vicios y pereza. La transformación que lleva a cabo el presidente ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, también genera intereses encontrados en la sociedad civil, por lo que es necesario su armonización con el propósito esencial de fortalecer el nivel de vida de los que menos tienen.
La responsabilidad de los gobiernos en sus tres niveles consiste en orientar la energía y la vitalidad social hacia un desarrollo que permita un manejo soberano y racional de los recursos naturales; una distribución equilibrada de las actividades en el territorio; avances tecnológicos y productivos que den el sustento a una inserción eficiente a la economía familiar; una educación eficaz y moderna; satisfactores básicos para los ciudadanos y las familias; empleos remunerados y, sobre todo, ampliar las oportunidades para poder elegir el tipo de vida que se desea. Pero antes hay que ponernos las pilas dejando atrás la irresponsabilidad del paternalismo y los sueños de grandeza sin trabajar.
El Banco Mundial alertó sobre la magnitud de la crisis económica provocada por la pandemia del coronavirus, la cual llevará a la economía mexicana a una caída superior a la registrada en la crisis de 2009, se encuentra en vías de contraerse un 7.5% y será de las naciones que mayores afectaciones tendrá por menores flujos de turismo, caída del comercio exterior, por los precios del petróleo, por restricciones en la movilidad y un menor flujo de remesas.
A nivel global se espera una caída de 5.2% este año, algo no visto desde el fin de la segunda guerra mundial en 1945, al ser la mayoría de los mexicanos una generación joven, quizá no comprendan la magnitud del problema que se vivió, y que en la actualidad quiérase o no deberemos enfrentar. Nuestra primera prioridad es abordar la emergencia en materia sanitaria y económica, lograr una recuperación sólida y con ello evitar que más personas caigan en la pobreza y el desempleo.
El Banco también advirtió que nunca antes tantos países habían entrado en recesión a la vez. Crisis que dejará cicatrices duraderas, que obligarán a las nuevas y viejas generaciones a plantearse desafíos que tendrán que afrontarse con sacrificios de austeridad, abrochándose el cinturón y apretándose el paracaídas para que duela menos el golpe que viene en la economía.
El presidente de la República, los gobernadores, presidentes municipales y la población en general, tendrán que enfrentar lo incompleto, lo insuficiente, lo desviado; también se deben anticipar los efectos de la desaceleración económica, misma que dan origen a nuevas necesidades y demandas en condiciones que dificultan enfrentar a plenitud su cobertura.
El panorama laboral no es alentador para los próximos años. Los más impactados por el desempleo serán como siempre los más pobres y la clase media baja. Este estancamiento económico viene desde el 2019, se agudiza en esté 2020 y no se sabe hasta cuándo se prolongará.
En los próximos años la demanda por servicios se incrementará. Educación, vivienda, salud, agua potable, drenaje, alumbrado público, caminos y crear anualmente los empleos que se necesitan para lograr tranquilidad social, no es tarea fácil de ningún gobierno, pero no queda de otra, tendrán que afrontar esa responsabilidad. Nada de esto se resolverá por decreto, ni por el solo acto de denuncia. LÓPEZ OBRADOR no es un mago, pero las decisiones de gobierno son definitorias para lograr avances o retrocesos. También hay quejas de los que se sienten vulnerables e indefensos ante las autoridades policiacas y faltos de apoyos de bienestar.
La capacidad de indignación sigue vigente ante la injusticia y las terribles desigualdades del México contemporáneo. La tarea de cualquier gobierno justo y responsable es impedir que se ensanche la distancia entre el precepto legal de justicia y lo que se vive. Ojala que nuestros gobiernos sean de soluciones a los problemas y no de lamentaciones sin respuesta.