El Estado no debe suplantar a la sociedad, pero tampoco debe quedar supeditado a un liberalismo ingenuo que limite su capacidad de respuesta y de promoción. El Gobierno en sus tres niveles debe abocarse a la dotación de infraestructura, a la promoción del gasto social, a la plena atención de programas estratégicos que le señala el texto constitucional, a los organismos públicos descentralizados (siendo facilitadores a las demandas de la población), así como a la inversión privada. El gobierno debe hacerlo cumpliendo a la vez sus metas de disciplina fiscal, austeridad, transparencia y honestidad en el gasto público.
El cambio climático es una realidad mundial que requiere conciencia, voluntad, recursos y la participación de todos. Cada vez nos da más muestras de lo que puede suceder y se manifiesta con altas temperaturas, sequias, inundaciones, huracanes devastadores, deshielos, tornados y hasta algunas enfermedades. El calentamiento global provoca condiciones meteorológicas extremas, como es el caso de Sinaloa con temperaturas de verano cercanas a los 50°, escasas lluvias, entre otras cosas que son un aviso de cosas peores que pueden ocurrir.
Científicos dedicados al estudio del calentamiento global sostienen que “la vida en la tierra puede recuperarse del cambio climático drástico evolucionando hacia nuevos espacios y ecosistemas” pero no para los seres humanos quienes podrían ver morir el actual estilo de vida, el cual sería prácticamente imposible de replicar bajo las condiciones que se esperan. Las nuevas generaciones corren el riesgo de vivir un mundo diferente al nuestro, agobiados por la densidad poblacional, carencia de agua, alimentos y climas difíciles de soportar.
El estudio científico calcula que alrededor de mil 700 millones de personas en el mundo quedarán expuestas a calores extremos, mientras que cientos de millones de personas sufrirán un calor mortal. Por ello es urgente tomar conciencia de lo que hacemos y lo que dejamos de hacer.
Es tiempo de cuidar el medio ambiente, de combatir la ignorancia, la indiferencia y crear conciencia del mundo que vamos a heredar a nuestros hijos. Es tiempo de cambiar nuestra forma de ser, hacer a un lado “el valemadrismo” y actuar con responsabilidad, solo así podremos evolucionar y decidir el futuro que deseamos para nosotros y las generaciones por venir.
El Estado de Sinaloa, es y seguirá siendo nuestra casa, por su engrandecimiento lucharon nuestros padres y abuelos, los esfuerzos de cada uno de ellos se inutilizarían si no hacemos nuestra parte. Hay que aprender que la igualdad formal y el simple avance material no siempre son sinónimo de desarrollo. Con su carga de demandas y reivindicaciones sociales tenemos que cuidar el entorno que nos rodea.
En la ciudad y en el campo el tejido social ha cambiado: hay nuevos necesidades, creciente presión de los jóvenes y, a la vez, la necesidad de proteger a los mexicanos que envejecen. Ha habido una modificación radical por la participación de la mujer en la fuerza del trabajo y la política, en la organización social, que conlleva la competencia internacional; hay cambios profundos en la vida de las regiones por el crimen organizado, por la pobreza, por los flujos de la comunicación social entre otros más.
Se han modificado nuestras formas de organización y también las expectativas de la comunidad. No somos ni la economía ni la sociedad de los años sesenta. Las condiciones de vida de la mayoría ciertamente se han demeritado como resultado de la crisis, la pandemia y la desigualdad social. Esto a pesar de la presión demográfica, de los movimientos poblacionales y de las demandas sobre las instituciones públicas acrecentada por la caída relativa de atención de los servicios públicos. Sin embargo, a pesar de los muchos rezagos que aun debemos superar, la estabilidad y la paz social se mantienen.
Tenemos que empeñar el trabajo por justicia para seguir conservándolas. También tenemos la obligación de cuidar la madre tierra que nos da vida. Se requieren esfuerzos adicionales para hacer conciencia de lo que tenemos que hacer para evitar el calentamiento global, bajo banderas de cuidado del medio ambiente y del agua como recurso vital.
Es momento de realizar un programa en torno a la política ecológica. Sociedad civil y autoridades, en el marco de claridad de metas, dando una batalla cerrada para el establecimiento de un medio ambiente limpio como patrimonio de generaciones futuras. Revirtiendo las tendencias de la contaminación del aire, frenar la destrucción de nuestros recursos forestales, a recuperar al máximo las principales cuencas, a salvaguardar zonas aun intocadas y ecosistemas vitales para el futuro. Posiblemente exista conciencia del problema. Urge la acción y urgen los resultados. La corresponsabilidad es indispensable como inevitable.