La democracia económica, social y cultural que se da en nuestro país, compromete a la sociedad a adoptar un nuevo estilo que permita elevar la calidad de vida de los ciudadanos con seguridad jurídica, negociación renovada y representativa en sus sectores, y con el fortalecimiento de los consensos constitucionales qué posibilita el pluralismo creativo con niveles suficientes de alimentación, salud, educación, seguridad y recreación.
Se ha trabajado tenazmente para fortalecer el Estado de derecho y promover un proceso de renovación nacional que afirme al país en su soberanía, le de viabilidad económica, responda a la transformación social, genere condiciones que favorezcan una mayor justicia, que amplíe el ámbito de libertades y abra nuevos cauces a la democracia. Sin embargo, esto parece haber quedado solo en “buenas intenciones” puesto que no se han logrado los resultados esperados.
Partidos y organizaciones políticas nuevamente estarán a prueba con el proceso de designación de aquellos hombres y mujeres que habrán de competir como candidatos al Senado, Diputaciones, Alcaldías, Regidurías y Síndicos Procuradores. Los dirigentes de MORENA, PT, VERDE, PRI, PAN, PRD, Movimiento Ciudadano y otros tantos partidos locales como el PAS, tendrán una nueva oportunidad para recuperar parte de la confianza ciudadana perdida con la designación de candidatos que estén libres de señalamientos de corrupción, nepotismo y ligas con el crimen organizado. No deben caer en la tentación del neopopulismo rechazando el reciclaje político, la compra de votos y sobre todo deben recordar que el mejor camino para alcanzar la justicia es aquel que pasa por la democracia.
El mexicano de hoy debe abrir los espacios al cambio generacional invirtiendo en la capacitación de material humano e involucrando a niños, adolescentes y jóvenes, que más temprano que tarde dominarán gobiernos en campos de tecnología, cultura, economía, etc. De acuerdo al consenso poblacional del 2020, la población entre 15 y 29 años de edad es de 24.7%. En pocas palabras el cambio generacional está tocando las puertas y busca su lugar en la política.
Los partidos y las organizaciones políticas están obligados a desterrar el desánimo, la desconfianza y la recriminación, en busca de la reconciliación nacional, y para ello deben empezar a mandar señales de cambio con la designación de candidatos limpios de todo señalamiento de corrupción.