En México, 200 años de independencia debieron ser suficientes para abatir desigualdades sociales, generar mayor productividad, trabajar en armonía social y hacer a un lado pretextos y justificaciones, sin embargo, no lo hemos logrado pues vivimos como caníbales devorándonos unos con otros.
Es tiempo de escribir una nueva historia donde el pasado solo sirva como referente y no pueda repetirse. Es tiempo de accionar sin caer en enfrentamientos estériles, reaccionando en el buen sentido de la palabra. La batalla por venir no es nada fácil, la pandemia del Covid-19 nos desnudó por completo y nos recuerda que somos simples mortales.
México no se preparó para lo que se veía venir, no asumió con responsabilidad la prevención de un mal que dejó su marca en la población mexicana. El Covid-19 exhibió gobiernos, puso a prueba liderazgos, nos atemoriza y deja dolor y muerte. Aún no se puede cantar victoria, los expertos advierten que no se debe bajar la guardia ante una variante Delta que sigue extendiéndose y el invierno en camino.
El daño causado en México es grave en comparación con otros países, pero hay que levantarse e iniciar de nuevo. Los errores del pasado sirven para no repetirlos. Nuestra nación debe renacer apoyada en los valores indiscutibles de la historia y de los nuevos consensos que marca la mayoría como punto de partida.
La función del Estado en el ámbito económico, político y social es garantizar un ambiente de confianza, seguridad y certeza. No es el Estado el que debe decidir quien ha de vencer, ni tampoco puede imponer su fuerza. Los procesos electorales sirven para que los contendientes midan fuerza y convenzan al electorado con ideas y propuestas. Los resultados de la elección marcarán al ganador, quien debe gobernar para todos, convocar a la unidad y realizar un buen gobierno.
Los cambios son inevitables, pero necesitamos conducirlos, de lo contrario la factura a pagar será demasiado cara. Debemos ser vigilantes, críticos y un apoyo para los gobiernos que elegimos en las urnas. Las nuevas circunstancias exigen conocimiento e involucramiento en la cosa pública que nos lleva en lento pero seguro desplazamiento a mejores destinos.
El México bronco despertó en el 2018 con la vaga impresión de haber roto las cadenas que lo ataban desde su conquista, para enfrentar la realidad que antes habíamos soslayado y soportado. Es el momento de encausar nuestro destino y no convertirnos en meros espectadores o aplaudidores del gobierno.
La revocación de mandato propuesta por el presidente, ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, es una buena oportunidad para valorar fríamente si nos convence su forma y estilo de gobernar, si estamos dispuesto a otorgar el voto de confianza para que termine su mandato como lo indica la constitución o le damos un mensaje de que su gobierno no nos convenció.
Por lo pronto, la crisis económica más grande de los últimos tiempos genera una gran preocupación debido a los problemas de desempleo, inflación y pobreza que está generando y que le quitan el sueño a los mexicanos. Se pierde el dinamismo económico sumando 3.8 millones de personas pobres, la tasa de inflación se encuentra en 5.87% y la mayoría de los empleos son informales.
Cuatro de cada 10 mexicanos se muestran preocupados por los niveles de desempleo y también existe preocupación por el nivel de precios al consumidor y la pobreza en los hogares. No hay que olvidar que cualquier elección se mide por el humor ciudadano, y a menos de tres años de la elección presidencial del 2024, pareciera que los mexicanos estamos esperando el último “round” para valorar los resultados del gobierno. La crisis, la violencia y la pandemia nos tienen contra las cuerdas ante la falta de liderazgos en los partidos de oposición al gobierno.
Los mexicanos debemos dejar de vivir calenturas ajenas, hacer a un lado las pasiones políticas y replantearnos metas personales en cuanto al trabajo, salud, bienestar y solidaridad. Aun con los problemas existentes tenemos un sinfín de oportunidades para satisfacer esos requerimientos e insatisfacciones no cumplidas y salir adelante. En nosotros esta el cambio que soñamos ¿Qué esperamos?