Los mexicanos no debe confundir los programas sociales de Bienestar u otros con el servilismo al gobernante en turno, hablar del bien común de México no significa callar errores ni solapar mentiras, tampoco se vale halagar inmerecidamente en las redes sociales a quienes detentan el poder, mucho menos ser intolerantes ante quienes piensan diferente.
La sociedad actual está más informada y pendiente de lo que dicen o hacen sus gobernantes. Por lo que no se le pueden crear expectativas racionales en materia social y económica, si los candidatos y gobernantes no reconocen lo que pasa en dichos temas.
Las expectativas políticas, económicas y sociales no se pueden generar a través de publicidad o con desplegados anunciando un crecimiento económico irreal, mejoras en materia de salud y educación que nunca ha habido; prometiendo en campañas el retorno de los militares a los cuarteles cuando su presencia está en la seguridad pública, aduanas, puertos, aeropuertos, obra pública y líneas de aviación. Como ciudadanos estamos obligados a denunciar públicamente los errores y proponer soluciones. Si queremos mejores gobernantes, debemos ser mejores ciudadanos.
La crítica y la denuncia pública son características de la democracia, la cual no debe estar reñida con la verdad. La responsabilidad democrática no consiste solo en votar, sino también en denunciar, criticar, apoyar, condenar o aplaudir las actuaciones de nuestros gobernantes. Solo si ejercemos estas acciones, podremos darle vida y progreso a un México democrático, libre y con mejor destino.
Los problemas que existen en México son muchos, su solución dependen de todos. Es necesario identificar claramente y sin tintes políticos sus causas, poner orden, transparentar el gasto público, planear a largo plazo, aplicar la ley, mostrar voluntad gubernamental y lo más importante, trabajar en equipo. Atrás deben quedar las excusas, la simulación, el engaño y el culpar al pasado de todos nuestros males.
Hay que dar equilibrio presupuestal a los Estados y Municipios, utilizando el gasto público como instrumento de crecimiento y como medio para incentivar la generación de empleos. El gobierno no debe competir con el sector privado en la compra o creación de empresas que incrementan su burocracia, generan corrupción y lo que es peor, terminan como elefantes blancos que tiene que subsidiar el Estado. Una de las principales causas del estancamiento económico de los últimos años en México ha sido el tener que pagar las deudas públicas de PEMEX, CFE y otras.
El gobierno, por esencia, no produce ganancias ni ahorro, sino que a través de los impuestos y el endeudamiento, traslada su gasto al ciudadano. Los sectores educativos, de salud, entre otros de vital importancia, cada vez cuentan con menor presupuesto en relación al total gastado por el sector público. La meta o tarea del próximo gobierno debe ser que la economía crezca, pues solo así se podrá empezar a absorber el desempleo acumulado provocado por el estancamiento económico de los últimos años.
Empresas estatales o estructuras administrativas se han convertido en el mejor medio para mantener dentro del presupuesto a parientes, amigos y recomendados, sin que importe si son aptos o no para el cargo a desempeñar. Algunas empresas estatales, además de jugosos negocios, permiten desviar recursos hacia campañas políticas en los tres niveles de gobierno. No son pocos los empresarios privados que han amasado enormes fortunas en colusión con la clase gobernante.
Modernizar y progresar significa restructurar la situación actual, desechar lo que no sirve, mejorar lo que se tiene y brindar servicios de calidad en instituciones como CFE, IMSS, ISSTE y servicios como recolección de salud, agua potable, seguridad pública, etc.
Los ingenios azucareros de Costa Rica, Navolato y Los Mochis en el Estado de Sinaloa, fueron vendidos a particulares, mismos que desmantelaron las instalaciones y los llevaron a la quiebra, mientras que sus terrenos se convirtieron en lucrativos negocios de funcionarios y exfuncionarios públicos, como fue el caso del Ingenio de Los Mochis donde imperó la impunidad y la corrupción.