Los resultados obtenidos en México en los últimos sexenios, parecieran indicar que los gobiernos federales se han dedicado a fabricar pobreza en lugar de impulsar al país sobre bases sólidas de progreso y bienestar.
Actualmente para ocupar un cargo de elección popular se debe estar castrado al poder, sin que importe el descredito y el que la credibilidad social este por los suelos. Es tanta la desesperación y el cinismo que aceptamos que los aspirantes a cualquier puesto de elección popular utilicen antifaces de honestidad, que nos muestren una vocación de servicio que no tienen y que gasten sumas millonarias en publicidad para promocionar algo que no son obedeciendo a intereses ajenos que los mueven.
Todos sabemos que los políticos han fallado. En su mayoría no se ven como hombres de Estado que cumplen una función o como guardianes del bien común, en cambio se muestran como oportunistas, deshonestos y mentirosos, dispuestos a hacer cualquier cosa por enquistarse en algún pesebre gubernamental con el ánimo de sangrar el erario público. Y qué no decir de los partidos políticos, donde se anidan intereses antidemocráticos, campea el trapecio y generalmente se impone la deshonestidad. Ejemplos hay muchos, no acabaríamos de mostrarlos, pero es momento de valorar los resultados de muchos actores políticos que como servidores públicos dejan mucho que desear.
¿Qué han hecho por Sinaloa nuestros flamantes diputados federales y locales? ¿Qué resultados han brindado esos Senadores que solo utilizan los medios de comunicación y las redes sociales para publicitarse? ¿Dónde están los cabildos capaces de frenar los desaseos de las cuentas públicas municipales y esos síndicos que actúan como marionetas de los alcaldes en turno? La imagen generalizada que la sociedad mayormente sustenta, es la del político corrompido que promete a más no poder y que al final de cuentas termina como prospero político-empresario con grandes propiedades y lujosos medios de transporte.
La corrupción avanza como la humedad utilizando al Estado como botín para comprar conciencias. Lo que sucede en el Estado de México y Coahuila (donde se renovarán gubernaturas en el presente año) es un claro ejemplo del descrédito político que estamos viviendo, donde los que se vendieron como “tapados” en anteriores sexenios, ahora se convirtieron en “corcholatas” del presidente de la república, impulsados por toda la fuerza del Estado, mientras que la democracia sigue en la orfandad al no tener madre.
Uno de nuestros grandes problemas es la debilidad de la sociedad ante el paternalismo que da el Estado a través de los programas sociales. Se siguen formando legiones de personas sin oficio, sin motivación y sin deseos de superación, cual círculo vicioso que no tiene fin.
Es indispensable que las instituciones recuperen el respeto social, que la clase política encuentre la dignidad perdida y sobre todo es imperante cerrar la fábrica de pobres creada por el Estado. Esto se logrará cuando la sociedad sea lo suficientemente madura, responsable, participativa y aprenda a elegir a sus representantes, para que dejen de ser marionetas de los partidos políticos, grupos empresariales o del presidente de la república en turno.
De nuevo estamos viviendo épocas de caudillismo, ese que surge cuando la sociedad deja de tener confianza en las instituciones o cuando el presidente de la república, cual caudillo o mesías, pone sus intereses personales por encima de las instituciones, se salta los reglamentos porque esa es la demostración de su singular personalidad, desmantela organismos autónomos, se confronta con ministros de la corte, periodistas o con todo aquel que no apoye su voluntad.
REVOLTURA POLÍTICA
El Gobernador RUBÉN ROCHA MOYA, se quedó en medio del conflicto entre los productores agrícolas sinaloenses y el gobierno federal, donde los primeros tomaron instalaciones de PEMEX en el norte y centro de la entidad para exigir mejores precios en sus cosechas de maíz y trigo. Sea cual sea la solución a estas demandas, tanto el gobierno federal como el estatal quedarán mal ante los hombres y mujeres del campo que con todo derecho reclaman apoyo y justicia a sus demandas. Por lo pronto ROCHA MOYA, sale raspado, balconeado y debilitado.