En México, los partidos políticos (sean verdes, rojos, amarillos, azules, guindas o turquesas) le siguen debiendo a la sociedad, no gozan de confianza ciudadana, son caros, antidemocráticos y corruptos. Ninguno de sus gobiernos ha demostrado estar a la altura de los reclamos sociales ni tiene propuestas viables para frenar la inseguridad y el crimen organizado, mucho menos atender con calidad necesidades de salud, educación y bienestar en general.
Unos se dicen de derecha, otros de izquierda, del centro, ecologistas, etc. sin embargo, el neoliberalismo y populismo que ha identificado a los últimos gobiernos no ha convencido. MORENA como gobierno generó muchas expectativas que en su mayoría solo quedaron en eso. Es un partido cuyo origen viene del PRI, pero también ha transitado por el PRD y es alentado por el PT y Verde Ecologista. La mentalidad de su dirigente nacional, MARIO DELGADO, es autoritaria como la del viejo PRI y tiene lo arcaico de un partido oficial. Esta es la percepción de una gran parte de la sociedad civil sobre el gobierno de la 4T.
La competencia electoral que se vive actualmente en México, parece una carrera de obstáculos con competidores poco experimentados o capacitados para llevar sobre sus espaldas tan alta responsabilidad, como es el destino de México por los próximos seis años.
ALEJANDRO MORENO, dirigente del PRI, es considerado por muchos como un hombre sin principios y sin calidad moral que solo busca su beneficio personal y el de su grupo de incondicionales. MARKO CORTEZ del PAN, reclama y grita que son los mejores, pero su partido no tiene organización suficiente y mucho menos cuadros de calidad. Mientras que el PRD es como la leña de pirul que sobrevive políticamente para hacernos llorar, pero de risa. ¿Dónde están las tesis, los programas y las acciones de cada uno de ellos que sirvan para convencer al electorado?
Difícilmente el grupo en el poder, con el presidente de la república a la cabeza, podría plantearse a sí mismo en la lógica de sus intereses la renuncia unilateral de su posición de privilegios. Este planteamiento lo tiene la oposición que busca de diferentes formas impedir que la presidencia de la república siga en manos del partido en el poder, sin darse cuenta que los intereses reflejados en las dirigencias dl PRI, PAN y PRD chocan con la visión de la sociedad. Todos los partidos siguen sin comprender que la prioridad nacional es darle estabilidad política al país, resolver sus necesidades sociales y otorgarle paz.
Las campañas publicitarias implementadas por el actual gobierno para “demostrar” que todo está bien y que ellos no son iguales a los gobiernos del pasado, no han sido suficientes para convencer a una sociedad consciente de la realidad que se vive en México, donde falta orden, hay muchos problemas sociales y económicos, hay desorden en el gasto público y no existe respeto por las instituciones; y el presidente AMLO en lugar de ayudar para tener una transición política sin complicaciones, está convertido en un estorbo democrático, imponiendo sus reglas y caprichos.
Es realmente preocupante lo que se observa en materia electoral para la elección del 2024, misma que podría terminar en los tribunales y es muy probable que el partido ganador alcance la victoria con una mínima ventaja sobre sus adversarios.
Por lo pronto todo aquel con posibilidades de ganar la candidatura presidencial tiene que tener los mejores argumentos y programas de gobierno que ayuden a combatir la pobreza, la marginación y la explotación; así como promover los derechos humanos, la inversión privada, la generación de empleos mejor remunerados, resolver demandas de salud, educación, seguridad, etc.
Es hora de que los mexicanos piensen en grande y recuerden que tienen por casa un país que no puede sustraerse a la necesidad de dar vigencia al sufragio efectivo como único medio de legitimación del poder.