Con el registro de “las corcholatas” de MORENA ante la comisión de elecciones, inicia abiertamente la lucha por la candidatura presidencial. La tregua no tiene cabida, mucho menos la debilidad o el lloriqueo. En la siguiente etapa tendrán que demostrar de qué están hechos, identificar a sus aliados, cuidarse de cualquier resbalón político y sobre todo de no molestar al presidente, quien está convertido en el gran elector y se maneja por la libre sin ningún respeto a la autoridad electoral.
La sucesión presidencial tiene muy inquietos a los políticos, mientras que a una gran parte de la población no le interesa el tema, ya que perdieron la confianza en los gobiernos y en los partidos políticos, para ellos hablar de elecciones o de campañas políticas es sinónimo de promesas incumplidas.
Comienza la verdadera lucha de grupos y de pretensos a relevar al presidente AMLO. Se mueven facciones de gran poder político y económico, se unen y dividen intereses de poderes fácticos y entran en acción campañas políticas disfrazadas de precampañas electorales.
México se ha hecho con el esfuerzo y la sangre de muchos de sus hijos, tiene una gran historia y busca seguir por la ruta del progreso y el bienestar, sin sacrificio social, sin impunidad, sin violencia y con unidad. Pero todos estos buenos deseos son sobrepasados por una triste realidad, toda vez que somos simples espectadores en un circo de animación y magia, lleno de actores con doble cara. Aun así, estamos al pendiente para conocer a los nuevos magos (candidatos) que con su varita mágica ofrecerán acabar con cientos de problemas que se heredan de un gobierno a otro y que se suman a las nuevas necesidades por satisfacer.
México debe encaminarse a gobiernos de justicia, democracia y libertad. Debe tener políticos honestos, estudiosos de la sociedad y de las leyes, que tengan bien puestos los pies en la tierra, que dejen de vender espejitos y se olviden de la manipulación social. Partidos y organizaciones políticas que asuman el rol que les corresponde, proponiendo a los mejores hombres y mujeres como candidatos a algún puesto de elección popular y que como gobierno estén a la altura de los retos que exige la sociedad.
El presidente AMLO conoce mejor que nadie los defectos, virtudes, lealtades y capacidades de CLAUDIA SHEIBAUM, MARCELO EBRARD, ADÁN AUGUSTO LÓPEZ y RICARDO MONREAL. La primera es hechura del presidente, está etiquetada como su hija política y queda desprotegida como aspirante a la candidatura presidencial al salir de la burbuja que representa el gobierno de la Ciudad de México. CLAUDIA tendrá que demostrar que es una mujer con la capacidad y experiencia suficiente para ocupar un puesto de tal envergadura.
MARCELO EBRARD, es amigo y compañero de lucha de AMLO, tiene experiencia y es un político visionario, sabe que esta será su última oportunidad de alanzar la silla presidencial. Por ahora está estirando la liga cuidando que no se rompa, mañana quién sabe. Lo que sigue dependerá del trato que se le dé, y de que haya “piso parejo y sin trampas”.
Su paso por la Secretaría de Gobernación, le dio a ADÁN AUGUSTO LÓPEZ (amigo y paisano de AMLO) la estatura y el conocimiento de la problemática del país, sin embargo, le falta templanza y experiencia plena del quehacer nacional. Es indiscutible que ha sabido tejer alianzas con algunos gobernadores y legisladores, ahora le falta lograr la aceptación ciudadana y el voto presidencial.
Mientras tanto, en Sinaloa soplan vientos de confrontación política ante la lucha adelantada por las candidaturas al Senado, Diputaciones y Alcaldías. En su desesperada búsqueda de las senadurías algunos pretensos se refugian en la sombra del gobernador; otros tocan la puerta de la Dirigencia Nacional de MORENA; los más desesperados buscan la recomendación de IGNACIO MIER; y no faltan los atrevidos y despistados que hacen “compromisos” con RENE BEJARANO, olvidando que tienen que pasar por el cedazo social, donde el ciudadano contrata o despide servidores públicos.