Gran parte de los mexicanos entienden que la política no es un arte esotérico para iniciados, ni los hechos políticos son una fatalidad inconmovible. Son muchos los que empiezan a exigir participación en el proceso electoral del 2024, a sabiendas que el camino elemental es el voto.
El derecho al voto está en la ley, es la única vía de cambio no violento. Hoy más que nunca organismos públicos y privados alzan la voz, buscando convencer el voto del abstencionismo y se involucran en un proceso donde se renovarán más de 20 mil cargos de elección popular, entre ellos la presidencia de la república. También estará a prueba la autonomía y autoridad del INE y del Tribunal Federal Electoral.
Para muchos mexicanos el sistema de gobierno que nos representa significa acarreo, manipulación, insolencia burocrática y derroche de recursos públicos en proyectos faraónicos mal planeados, costosos y sin cuidado al medio ambiente. Les irrita que los clanes hegemónicos exijan sacrificios y honestidad, cuando arriba continua el derroche y la corrupción. La Democracia es la recuperación de la dignidad, dar la espalda a la confrontación y a los abusos del poder.
Para lograr el triunfo presidencial en la elección constitucional del 2024, se requieren aproximadamente 28 millones de votos que representan una participación del 56%. Si la oposición quiere el triunfo, tendrá que lograr que vote arriba del 65%.
Por lo pronto, el próximo proceso electoral no ha despertado la emoción colectiva que se esperaba, a sabiendas que el gran elector sigue siendo el presidente de la república y que en el arrancadero de MORENA hay tres competidores: CLAUDIA SHEIBAUM y MARCELO EBRARD (que se están dando con todo) y ADÁN AUGUSTO LÓPEZ, quien mueve la cuna esperando crecer en las encuestas o rezando para que surja un desliz político que derrumbe la confianza presidencial en los dos primeros.
AMLO propuso al país un conjunto de proyectos trascendentales, sin embargo, muchos de ellos no han cuajado. Prometió acabar con la impunidad y la corrupción, crecimiento económico, reformas políticas, incorporar la Guardia Nacional al ejército Mexicano, etc. etc. El presidente quiere cambios sin darse cuenta que el sistema sigue funcionando sin perder el núcleo central de poder sobre la sociedad. Esto obedece a la tesis de que “se puede cambiar todo, sin cambiar lo esencial, para que todo siga igual”.
Si el sucesor de LÓPEZ OBRADOR es de la oposición, tendrá grandes retos que marcarán la historia del país. El más difícil sería dar un giro radical a programas y acciones impulsadas por el gobierno de la 4T, y sustituirlo por programas de gobierno con más tecnología, unidad y libre de compromisos con el pasado, “Muerto el rey, viva el rey”.
La línea a seguir por el grupo en el poder sería la más cómoda. Se convertiría en heredero de una poderosa estructura, aunque gastada y cuestionada, donde el presidente AMLO querrá seguir moviendo los hilos del poder, imponiendo decisiones trascendentales, como lo viene anunciando.
A partir del 1° de Octubre de 2024, México tendrá un nuevo Presidente. Esperemos que tenga don de mando y la capacidad suficiente para darle un mejor rumbo al país. México requiere de un mandatario fuerte, capaz de poner orden, que haga crecer la economía y brinde libertad y tranquilidad a la sociedad.
Por lo pronto hay que seguir a la espera de que, los “partidos políticos”, designen a quienes habrán de competir como candidatos a la presidencia de la república. También valorar las acciones, a veces fulminantes y espectaculares, del presidente AMLO que llenan espacios periodísticos, redes sociales, etc. Un presidente que a la vez puede asumir el rol de candidato presidencial, dirigente de MORENA, coordinador de campaña, publicista y campeón de boxeo.
AMLO es un presidente, que hace sentir a millones de mexicanos que tienen en el gobierno a un padre enérgico para gobernarlos, corregirlos y protegerlos. Esta estrategia, como ofensiva calculada, le sirve para desacreditar y acorralar a los principales enemigos de su proyecto transformador y mantener el poder más allá del 2024. En pocas palabras, el presidente conformó un partido a su imagen y semejanza, que injertó con inteligencia y paciencia en todas las estructuras del poder. Por su parte, las dirigencias de los partidos de oposición anunciaron que a partir del próximo lunes darán a conocer el método que usarán para designar candidato presidencial.