El gobierno del presidente ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, enfrenta con mucha vacilación el proyecto histórico que le ha tocado escribir por seis años, mismo que debería descansar en la expresión práctica de las libertades humanas, con buen rumbo y certidumbre. Muchos ciudadanos tienen temor de que su gobierno pueda caer en un desarrollo económico totalitario, tecnocrático, burocrático y populista. Con el riesgo también de querer perpetuarse en el poder de una minoría, arrogándose el derecho a la permanencia en nombre de ideologías que funcionaron en la práctica como falsas ideologías.
Tal vez por esto y otras situaciones que nos muestra la historia, muchos mexicanos le apuestan a la fatalidad, ante los malos gobiernos que hemos tenido y el temor de repetirlos. Políticos, tecnócratas y mercenarios del poder que como gobernantes se han rasgado las vestiduras, disque sacrificándose por el pueblo. Las administraciones que presidieron LUIS ECHEVERRIA, seguida por JOSÉ LÓPEZ PORTILLO, DE LA MADRID, SALINAS, ZEDILLO, FOX, CALDERÓN Y PEÑA NIETO, terminaron sus responsabilidades con el repudio social generalizado. El pueblo olvidó, que al inicio de sus administraciones los aplaudió aunque al final los despertó la realidad.
Muchas administraciones pasadas tanto federales, estatales como municipales, estuvieron limitadas en infraestructura, economía, creatividad, voluntad y decisión. No supieron encontrar las fórmulas que les permitieran generar buenos gobiernos. En cambio, tomaron la ruta fácil de seguir endeudando las administraciones públicas, y que fueran otros quienes tuvieran que enfrentar y solventar dichos adeudos, que al final de cuentas el contribuyente paga.
La sociedad no ha encontrado la fórmula que le permita seleccionar y votar por el dirigente justo, honesto y responsable, ese que sea congruente con lo que promete, dice y hace. En cambio, vota por el payaso, el corrupto, el carismático, el manipulador, y el inepto que habrá de pagar los costos de campañas políticas repartiendo contratos de obras sin licitar, a precio alzado o diciendo solamente lo que el pueblo quiere escuchar. Hoy el presidente LÓPEZ OBRADOR, se juega la confianza ciudadana en un gobierno diferente, será a finales del 2024 cuando veremos si resultó o fue más de lo mismo.
Una parte de la Sociedad se ha vuelto más cuestionadora y más crítica, mientras que los partidos se ven rebasados por los movimientos sociales y dejaron de ser contrapesos del poder; por su parte algunos grupos luchan por recuperar los privilegios que disfrutaron en el pasado y otros predican el fanatismo adorador que es dañino, no genera buenos gobiernos y mucho menos ayuda a la unidad nacional.
El PRI, se encuentra envuelto en señalamientos de corrupción, buscando tirar el lodo que lo manchó y desprestigió; el PAN resulta incapaz de superar visiones retardarías bajo los gobiernos de VICENTE FOX y FELIPE CALDERÓN; el PRD se encuentra drenado y desfondado por las tribus del sectarismo que lo abandonó; MORENA por su parte en lugar de ponerse a gobernar, se dedica a perseguir la disidencia moral o lo que cree que es la disidencia moral. Mientras que la chiquillada o partidos bisagra, han encontrado en el presupuesto público el lubricante necesario para tranzar y negociar buscando seguir orbitando en el poder.
La sociedad mexicana está comprendiendo que se puede hacer mucho sin los partidos políticos a pesar de que con ellos se tiene que llegar a las elecciones electorales. El 2021 será un año de suma importancia políticamente hablando, ya que en ello va el avance o retroceso de la Nación. El volver los ojos atrás sería regresar a la pobreza aguda y a la corrupción generalizada del gobierno de ENRIQUE PEÑA NIETO; a la Guerra contra la delincuencia organizada del presidente FELIPE CALDERÓN o a las ocurrencias de gobierno de VICENTE FOX. Pero si no hay cambios en este gobierno, se habrá fracaso en la búsqueda de un México mejor.
El presidente ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, es un hombre de decisiones y actitudes que a veces llegan al extremo. Su proyecto económico es rudimentario, confuso y poco claro; en cuanto a seguridad no hay certeza de tranquilidad social y en materia de corrupción son más las declaraciones que las acciones.
La política social de LÓPEZ OBRADOR por el momento ha mitigado ciertas aristas de desigualdad en nuestro país. La comunidad es la molécula básica de México y el programa Bienestar, más allá de sus manipulaciones políticas aún no muestra los resultados prometidos. En suma, es imposible negar que LÓPEZ OBRADOR es un presidente con injertos cardenistas, callistas, echeverristas y salinistas.
El Banco JP Morgan advirtió que “de no haber un cambio en la política del Gobierno de ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, México podría perder su grado de inversión a fines del 2021 y principios del 2022”, “El crecimiento estructuralmente bajo, las trabas a la inversión privada, los retrasos del sector energético, la respuesta decepcionante a la pandemia y la persistente demora de una reforma fiscal profunda, sugieren un riesgo creciente de más rebajas en la calificación crediticia”. Las lecturas de gobiernos pasados indican que no deben tomarse al vapor decisiones económicas, mucho menos sin la planeación de expertos en la materia.
El Secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), JOSÉ ÁNGEL GURRIA, calculó que, tras la emergencia del covid-19, la recesión económica en nuestro país será más marcada y lenta que en otras naciones, porque México depende más del ámbito internacional al ser más abierto y más dependiente del comercio y de inversiones extranjeras, lo que afecta mucho a sectores como el turismo y automotor, aunado a que habrá un impacto por la caída en los precios del petróleo, las remesas y la fuga de capitales.
Al buen entendedor pocas palabras. México es de todos y no solo del grupo en el poder, y eso se tiene que entender. Un proyecto Transformador de Nación, se logra bajo un programa de participación colectiva, respondiendo a premisas nacionales de desarrollo, participación comunitaria y la memoria histórica del pueblo que se gobierna. Un proyecto transformador no es la expresión de las minorías proféticas, grupos autoritarios o sectas convenencieras: es la voluntad de cambio de un pueblo entero que busca y exige buenos gobiernos.