La falta de contrapesos en el gobierno de la 4T, le dan vía libre para hacer y deshacer, sin que nadie se los impida. La Conferencia Nacional de Gobernadores que tuvo relevancia, fuerza y poder para frenar abusos en el gobierno de VICENTE FOX, en la actualidad se encuentra dividida en fracciones bicolores, sin que se sepa quién está con quien.
La CONAGO es un membrete caro, lleno de intereses políticos que navega en lo individual y carece de un liderazgo fuerte, lo cual los exhibe ante el presidente, a pesar de ser 31 gobernadores y un jefe de gobierno con influencia, dinero y poder en las entidades que gobiernan.
Ante lo que estamos viviendo aun no sabemos como calificar a nuestros gobernadores, si como “víctimas o cómplices” de un sistema político donde el que manda, da recursos, castiga, regaña, premia o perdona, es el presidente de la República en turno. En el mando presidencial está la justicia, la moral, la bolsa de dinero a repartir y las decisiones de grandes obras a realizar. Al presidente hay que bajarle la voz, no reclamarle de frente y mucho menos cuestionarlo o injuriarlo, de lo contrario habrá que atenerse a las consecuencias. Tal vez por ello, los señores gobernadores prefieren bajar el tono de su voz, y más aquellos que están por entregar sus administraciones al ser los más débiles y vulnerables en lo político y la rendición de cuentas.
Los Gobernadores estaban acostumbrados a las reglas de disciplina política impuestas por el PRI, sin interrupción, desde 1929, mismas que siguen vigentes hasta la fecha. Y no se puede decir que México tuvo un gobierno con un partido único durante ese lapso de tiempo, pues México fue gobernado en los últimos años por el PRIAN, prevaleciendo los pactos, los arreglos bajo la mesa y grandes presupuestos económicos, sin control y vigilancia otorgados a gobernadores, mismos que fueron etiquetados como virreyes de épocas de la conquista de la Nueva España.
El Presidente de la República goza de un poder absoluto, respetando intereses políticos y económicos de acuerdo a las circunstancias del momento, a veces corrompiendo y corrompiéndose moralmente. Como forma de una ecuación de intereses, tradiciones, principios y supersticiones donde “muerto el rey, viva el rey”.
En la reciente reunión de la CONAGO, el presidente LÓPEZ OBRADOR, escuchó las propuestas de los gobernadores, comprometiéndose a revisar las participaciones federales, redefinir el pacto fiscal y ajustar el semáforo epidemiológico del covid-19. El pacto fiscal va para largo y difícilmente lo aceptará el presidente a como lo piden los gobernadores. Quien tiene el dinero, tiene el poder y difícilmente lo soltará, menos en vísperas del proceso electoral del año entrante. En tanto que el federalismo mucho se platica pero poco se practica.
A lo largo de los años, más por necesidad que por principio, el Estado mexicano alentó a sus críticos para que operaran por medio de la oposición formal; animó a la disidencia a buscar refugio en otros partidos contrarios al PRI. Modificó leyes a conveniencia y les proporcionó los fondos necesarios para presentar candidatos en las elecciones, además de promover reformas políticas para asegurarles una voz en el congreso y les brindó condiciones para ganar gubernaturas. Al final, la política se convirtió en una revoltura y en un negocio redituable para unos cuantos.
No hay contrapesos visibles al poder presidencial. Seguimos igual que antes navegando en un mar de confusión, sin saber a ciencia cierta quienes son mejores o peores “los del pasado o los del presente”.
En la administración presidencial de JOSÉ LÓPEZ PORTILLO, cada 5 de febrero, se desarrollaron reuniones maratónicas para resaltar el federalismo, con la asistencia de los tres poderes de la unión, gobernadores, gabinete formal y ampliado. En ella se pedía, se comprometía, pero no se cumplía. Las reuniones del federalismo, servían para rendirle tributo al presidente, demostrarle lealtad y obediencia; en el gobierno de CARLOS SALINAS, se convocaba anualmente a Gobernadores y Secretarios de Finanzas de los Estados, para escuchar propuestas sobre una nueva reforma fiscal. Han pasado sexenios, presidentes, gobernadores y las peticiones y promesas siguen sin avanzar.
Las campañas negras dominan el escenario nacional a través de videos en redes sociales y otros, con señalamientos de supuestos actos de sobornos y corrupción, que deben ser investigados. De otra manera se puede convertir en un circo romano, donde hay que sacrificar al supuesto culpable, porque el pueblo quiere circo, diversión y sangre.
Mientras que algunos gobernadores que entregarán el poder el próximo año, alistan maletas, limpian la casa, se dan baños de pueblo y buscan la sombra presidencial. Otros se sacuden el lodo que les aventó EMILIO LOZOYA y se dicen victimas políticas; mientras que en Sinaloa, QUIRINO ORDAZ COPPEL, desoja la margarita política, fintea con el PRI pero todo indica que su amor es de MORENA.