A tan solo 74 días de que termine el 2023 y en vísperas de que en México inicien formalmente las campañas electorales para renovar el Poder Ejecutivo Federal, el Congreso de la Unión, 9 gubernaturas, Congresos Locales y Alcaldías, el mundo se estremece por los reacomodos del poder, la guerra Rusia-Ucrania, Israel y Palestina, las amenazas nucleares de Corea del Norte, el terrorismo de Irán, los avances de la Izquierda en América, el populismo y dictaduras en Venezuela, Nicaragua, Cuba, problemas de migración, narcotráfico, cambio climático, inflación, pobreza, etc. Todo esto nos invita a reflexionar y preguntarnos qué está pasando en el mundo y qué tenemos que hacer para evitar que esos problemas nos afecten lo menos posible, así como evitar que esa lumbre no llegue a casa.
Gobiernos, partidos políticos y los diversos sectores de la sociedad deben tener una visión clara y articulada de los grandes problemas que se han acumulado en México, desde los que afectan a la idea misma que tenemos desde gobiernos pasados y presentes, los que obstaculizan el desarrollo de la democracia, los que sostienen y reproducen los más bochornosos grados de desigualdad social hasta los que bloquean las energías productivas de la nación, mismos que por muchos años han estado trabados en notas equivocas e inercia inoperantes en cuanto a gestión, planeación y voluntad gubernamental.
México debe ser presentado tanto en lo interno como en lo externo con gran visión de futuro, liderazgo a toda prueba, trabajo, unidad y seguridad pública, pero también libre de privilegios, corrupción e impunidad. Los candidatos que buscarán el voto popular a partir del 2024, deberán asumir y cumplir compromisos que ayuden a detener el deterioro social y emprender una nueva era de crecimiento redistribuidor del ingreso.
Quien llegue a gobernar el país, tendrá la obligación de marcar una dirección basada en acuerdos firmes que asignen responsabilidades claras a cada uno de los factores de la producción para que desarrollen sus potencialidades y unifiquen sus esfuerzos orientados satisfacer las necesidades sociales y conquistar un lugar seguro en la economía internacional. No hay que olvidar que el país ha sabido liberar sus propias energías, su propia inventiva y requiere en su gobierno de hombres y mujeres con gran visión, liderazgo y que no sufran los mareos que da el poder.
Es hora de pensar en grande sin caer en una lucha enfermiza por el poder, es momento de iniciar una gran transformación social, disolviendo esos azolvamientos políticos y burocráticos provocados por la inmadurez, y por la ambiciones de riqueza y de poder.
En Sinaloa, pareciera que las cosas no pintan de lo mejor, el gobernador RUBÉN ROCHA MOYA, sigue sin darse cuenta que los tiempos y las circunstancias han cambiado en cuanto a la forma y estilo de ejercer el poder, debe entender que para trascender como jefe de Estado debe buscar los equilibrios políticos, económicos y sociales que le ayuden a encauzar la nave sexenal, escuchando la voz popular y no lo que digan a su oído sus incondicionales.
Los 18 alcaldes de la entidad, en lugar de tratar de llamar la atención en actos insignificantes que solo sirven para tomarse la foto en busca de su reelección, deberían de ponerse a trabajar y que el electorado decida en su momento si cumplieron o no con la tarea de gobierno.
Todos los actores políticos deben entender que el agotamiento social tiene su límite, deben proponer nuevas estrategias de desarrollo económico, de seguridad, combate a la pobreza, calidad en los servicios públicos, con el objetivo de satisfacer las necesidades y las aspiraciones de una sociedad hambrienta de buenos gobiernos.