Estamos exactamente a 135 días de las elecciones constitucionales más importantes de los últimos tiempos en la vida democrática del país. La integración de la próxima Cámara de Diputados Federales, 15 gubernaturas, entre muchos posiciones más. Estas elecciones revisten una gran importancia porque marcan la mitad del período gubernamental de ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR y anuncian el ocaso de la administración de QUIRINO ORDAZ COPPEL. El primero requiere de una mayoría parlamentaria para sacar adelante sus proyectos y trabajar prácticamente su propia sucesión presidencial; mientras que el segundo tiene la obligación de dejar la casa limpia, bien ventilada, no confrontarse con quien será su sucesor y poner piso parejo para todos los contendientes.
Para MORENA no será fácil lograr mayoría en los 300 distritos electorales federales, las locales y la gubernatura que por el momento se ve en chino. La situación se observa complicada: la economía no puede repuntar, el covid-19 está en su máximo nivel, la inseguridad pública no ha tocado fondo y el combate a la corrupción ha quedado en buenas intenciones por falta de voluntad, leyes justas e impunidad. El voto de castigo sigue en el aire por los elementos mencionados, así como otros que siguen vigentes.
Los índices macroeconómicos, la impunidad y la corrupción juegan en el desarrollo político y democrático del país. Se habla de cambios pero no se miran. México está en la encrucijada de los vaivenes mundiales, pero más en lo interno por la dividida y confrontada población. Hoy más que nunca hay mucha crítica y denostación sobre la función pública y sus dirigentes, y esto se traduce en poca participación ciudadana en los procesos electorales que se viven. Entre partidos políticos, agrupaciones empresariales y sociales, se estorban unos a otros, y seguimos siendo una sociedad dividida y poco participativa, cargada a los intereses personales.
Aún estamos lejos de una verdadera democracia donde impere la cultura política y la buena disposición de luchar por la problemática que aqueja al país. Los tiempos políticos cambian y ahora la política nacional la dirigen las conferencias mañaneras del presidente LÓPEZ OBRADOR, los dirigentes de partidos políticos, las fracciones parlamentarias de las cámaras legislativas y los ricos empresarios haciendo menos interesantes las elecciones de todo tipo. Ahí se hacen los amarres políticos, se pacta y se reparte el poder, mientras que la sociedad queda fuera de las jugadas.
El discurso político de los candidatos a puestos de elección popular pregona en el vacío y hasta eso tendrá que cambiar por el covid-19. Democracia, reforma, revolución y transformación fueron y siguen siendo temas trillados que ya no impactan tanto como para producir votos. Tal vez por ello partidos y organizaciones políticas están siendo rebasados por el descontento popular.
Los contrapesos contra los abusos del poder en México, son justos y necesarios cuando buscan justicia social. Pero cuando desvirtúan objetivos se convierten en mercenarios de la política, del poder y en defensores de los intereses económicos del pasado. Ciertamente necesitamos ampliar los cauces de la participación social para que se siga construyendo una sociedad más fuerte, más unida, mejor organizada y representada. Esos cambios que la sociedad demanda deben de impulsarse mediante el voto reflexionado.
En la esencia de una real democracia está la unidad nacional y la participación de todos, donde no tengan cabida los gobiernos de privilegios, el nepotismo, la corrupción y la veneración al pasado.
La oposición que se da a los gobiernos es una muestra de que en México todavía existe como lo exige la democracia, pero no son aceptables cuando hay fuertes intereses políticos y económicos que los mueven. La mejor vía de la modernización política, es mantener los consensos fundamentales de los mexicanos sobre los cambios que consideren indispensables y contar con los medios para llevarlos a cabo y de frente a la sociedad. Lo contrario es demagogia pura, como parece ser en Sinaloa. Muchos agachan la cabeza, se van a la cargada, se ofrece amor y lealtad a toda prueba y resulta que esta se ofrece al poder y no a quien detenta candidatura, sea tricolor, morena, azul, amarilla, color turquesa o con mucha “Pas”.
El rechazo a prácticas obsoletas y vicios electorales no es solo para candidatos, partidos políticos o gobiernos. Es un llamado a todos los involucrados que luchan por tajadas de poder. La mayoría de los mexicanos buscamos procesos electorales democráticos, limpios y transparentes. No un circo donde se ofrecen payasos que la hacen de todo, con el fin de atraer los reflectores políticos del momento. Mientras que los intereses que luchan por la gubernatura son de gran calado y no sufren ni se acongojan, solo pactan y se reparten el botín $.