La mayoría de los mexicanos espera con ansias los nombres de quienes serán agraciados con la candidatura presidencial, mientras que algunos personajes hacen hasta lo imposible para que sus nombres aparezca en las boletas electorales ya sea como candidatos al senado, diputaciones y alcaldías. Los “aprontados” circulan por varios carriles políticos a la vez, siempre de acuerdo a sus intereses, a la espera de los nombres de quienes van a competir por la chica del 24. Muchos calculan sus jugadas, le apuestan a su gallo, hacen aportaciones monetarias y otros están ansiosos por canjear su voto por una despensa o apoyos de algún programa de bienestar.
No cabe duda que la democracia es simulada y el crimen organizado también le juega a la lucha por el poder. También están presentes “los trapecistas del poder” que siempre quieren estar con el ganador sin que importen las ideologías.
Los hombres y las mujeres del campo solo buscan certeza en la próxima administración gubernamental y saber si habrá programas de apoyo en insumos, créditos y mejores precios en la comercialización de sus productos; los colegios de abogados esperan que los tres poderes de la unión estén sujetos a la rendición de cuentas, que se logre la paz y que haya justicia para todos; los economistas, empresarios e inversionistas desean que la economía del país sea fuerte, que baje la inflación, una deuda pública manejable y que no haya devaluaciones como generalmente sucede al final de un sexenio.
La sociedad en general espera propuestas y resultados en materia educativa, salud, investigación, deporte y empleos mejor remunerados; infraestructura y desarrollo que nos permita competir con otras naciones del mundo y sobre todo añora acabar con la inseguridad pública para que exista confianza social y se acabe la impunidad.
Los mexicanos esperamos que los partidos y organizaciones políticas existentes definan sus ideologías, las practiquen y dejen de ser refugio de gavillas que buscan el poder y vivir de los recursos públicos que les da el Estado. Es necesario que la obra pública, las prestaciones de servicios, etc. se concursen en forma transparente y con la participación de la sociedad.
En resumen, cada final de sexenio y al inicio de un nuevo gobierno, se presenta un fenómeno denominado “ilusión sexenal”, donde la mayoría de los mexicanos pensamos que la situación de nuestro país mejorará por el simple hecho de cambiar de gobierno, aunque generalmente sucede lo contrario.
Por muchos años PEMEX ha sido “la vaca gorda” del gobierno federal, y sigue siendo de las pocas empresas (al igual que CFE) propiedad del gobierno. Lamentablemente sus deudas impactan negativamente al país, ya envejeció, es cara y altamente contaminante del medio ambiente. Y qué decir del precio de sus productos los cuales aumentan día con día, sin que se mire un liderazgo político con convicción y honestidad.
En Sinaloa son tantas las preocupaciones como demandas sociales por resolver, para ello se requiere un mayor presupuesto y apoyo federal. El gobernador RUBÉN ROCHA MOYA, aparentemente goza de la confianza y el respaldo político de ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, pero en la práctica pareciera que está solo. No existen obras de gran calado iniciadas por su gobierno, mientras que los conflictos y reclamos sociales aumentan dejando mal parada a la 4T.
Actualmente caminan contra reloj, ya que la elección del 2024 está muy cercana y sus resultados serán determinantes para el futuro de nuestro Estado. No hay que olvidar que la mayoría de los gobiernos que ha tenido Sinaloa inician con todo el respaldo presidencial y terminan ignorados y sin grandes apoyos federales.
El gobernador ROCHA MOYA, tiene el tiempo suficiente para valorar las estructuras electorales de los 18 municipios de la entidad, garantizando así votos y el triunfo de las diferentes fórmulas electorales de los candidatos de MORENA, para ello requiere una mejor asesoría política, resultados de gobierno tanto estatales como municipales y confianza ciudadana.
El humor social que exista el día de la elección cuenta y cuenta mucho. Habrá que ver si el gobernador y su equipo logran conservar y fortalecer las instituciones democráticas, vencer la crisis y recuperar la capacidad de crecimiento. Tenemos pendientes lograr los cambios prometidos que Sinaloa necesita en materia económica, política y social. Y sobre todo, recuperar la tranquilidad y la paz que la sociedad añora.