La Constitución nos da el derecho a votar y ser votados, pero también hay que señalar que el electorado está limitado y solo puede votar por las opciones que ofertan los partidos políticos, quienes juegan bajo los intereses de poderes fácticos o de los dueños temporales del poder.
La política es un teatro donde se mezclan ideologías que no convencen a muchos de los electores. En algunos casos hay opciones respetadas, otros defienden intereses de grupos políticos-económicos y otras veces son opciones antipopulares, carentes de experiencia que llegan como candidatos gracias al dedo que los eligió, basados en amistad, compadrazgos o intereses un poco “raros”.
La ley también protege los monopolios políticos y faculta dirigencias partidistas abalados por supuestos consejos que deciden metodología y selección de candidatos que habrán de competir en las elecciones. Por su parte, la sociedad solo espera que se cumpla el ritual para conocer el nombre de los candidatos sin que importe sin son azules, rojos, verdes, amarillos, rosas o morenos, mucho menos si están desacreditados, reciclados o manchados por señalamientos de corrupción.
Por supuesto que en las estructuras sociales hay hombres y mujeres competentes, honrados, visionarios y confiables, pero lamentablemente las candidaturas independientes compiten en un terreno muy disparejo, y si hay dudas habría que preguntarle a MANUEL CLOUTHIER CARRILLO.
Está bien que la política se distinga por su perfil democrático, por los análisis y discusiones que le dan fuerza al debate; pero que la política sea víctima de la guerra sucia la demerita y la lleva a su cancelación como medio de defensa del ciudadano. La guerra sucia siempre ha existido, pero en los últimos tiempos ha crecido a tal grado, que no se perdona a quienes tienen la libertad de diferir de aquellos que creen tener la verdad absoluta y que la justicia siempre estará de su lado.
Es precisamente la imposición de candidatos desacreditados, con bajo perfil electoral y la guerra sucia lo que cada día aleja al elector de las urnas, es decir, produce abstención y también votos de castigo por los malos gobiernos existentes. La mayoría del electorado ya sabe usar esos votos de castigo y como prueba está la derrota del PRI en los procesos electorales del 2000 y 2018. Por su parte la oposición política a MORENA, ha estado manejando bien la guerra sucia contra el gobierno de la 4T, pero estos últimos les devuelven los golpes al dos por uno.
Es indudable que las encuestas no son certeras ni confiables. Pero las actuales además tienen un “fuerte tufo” a manipulación que desorienta al electorado. Solo con leer los resultados exhibe a quien las pide y las paga. En ellas se ven mañas en el manejo conceptual. Pero en fin, en la lucha por el poder todo se vale, aunque no sea ético o moral. Ya veremos los resultados del 6 de junio, que será el día de la verdadera encuesta.
Por todo lo que estamos viviendo, se ve difícil que vuelva la buena política, y eso repercutirá en el sistema que por el momento sostiene la figura presidencial de ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR. Es posible que el sistema que nos gobierna se lleve por delante al PRI, PAN y PRD o se destruyan mutuamente. ¿Qué seguirá como gobierno? ¿Un sistema individual, empresarial, militar o del crimen organizado? Todo dependerá del nivel en que se encuentren los valores sociales y la democracia.
La sociedad ya no aguanta más impunidad, corrupción, abusos de poder, imposición de candidatos y guerra sucia entre gobernantes, partidos y políticos de controversia, pero tampoco quiere villanos y gobiernos a quien descalificar.
En el municipio de Ahome, el presidente con licencia MANUEL GUILLERMO CHAPMAN MORENO, sembró la semilla para rescatar nuestros valores y nuestra historia basada en la educación, la cultura y los libros. Mientras sus antecesores destruyeron La Colonia Americana donde hubo reparto de utilidade$ entre gobernantes y empresarios. El parque de Sinaloa fue cercenado y le dio vida a un fraccionamiento privado, en tanto que los terrenos destinados a construir una moderna central de autobuses terminaron siendo parte de una cadena comercial.
Si queremos que el progreso material de la sociedad signifique educación, salud, alimentación, empleo, recreación, etc. Debemos dejar atrás el desánimo, la desconfianza, el canibalismo político, y la denigración mutua. Hay otras tareas más importantes que atender y no perder el tiempo en escaramuzas entre ciudadanos que deberíamos estar tratando de convertir a la ciudad de los Mochis en lo que fue en el pasado: “Un orgullo en el noroeste de México”