No cabe duda que en nuestro país la historia se mide por sexenios, por presidentes, mientras que en los Estados se mide por gobernadores quienes siguen el ritmo que se les marca desde Palacio Nacional. Cada mandatario que llega imprime un estilo distinto, por ello tanto bandazo en materia política, económica y social.
Por costumbre, el político mexicano es un personaje ligado a una retórica y a una práctica donde impera el rollo, la grilla y la manipulación. Los políticos y los partidos están rebasados por la población, por el descontento popular en materia de inseguridad pública, el aumento de la pobreza, la carestía de la vida, salud y otros indicadores negativos. Tenemos un México dividido entre conservadores y liberales como en tiempos de JUAREZ. Un país que ha sufrido amargas experiencias a partir de su conquista, tres siglos virreinales, la lucha por su independencia, la guerra de reforma, invaciones extranjeras, la revolución mexicana, la era caudillista, la plaga política y neoliberal, entre otras más.
Con los cambios ocurridos en 1968, se puede hablar de un nuevo pueblo mexicano, un país que poco a poco ha ido madurando. Hemos adquirido cierta prudencia, una noción más exacta de nuestro lugar en el mundo. En términos generales, de 1988 a la fecha, el papel de la oposición ha sido cada vez más sustancial y menos formal. Con el arribo del PAN a palacio nacional, se perdió la oportunidad de transformar al país, en cambio, se dedicó a manipular, a soñar y declarar la guerra a la delincuencia organizada siendo incapaz de superar visiones retardatarias; el PRI se encuentra envuelto en la corrupción del pasado e invisible buscando su refundación a pesar de que FRANCISCO LABASTIDA no quiere a su dirigente; el PRD drenado por el sectarismo y abandonado por las tribus que se beneficiaron de él; El Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), con el Presidente LÓPEZ OBRADOR, se ofrece como inspiración de la patria, pero también hay indicadores de supuestas ideologías liberales que se parece a una monarquía con ropajes republicanos, con un gobierno que no da libertades políticas plenas, que no respeta la autonomía de otros poderes y de órganos de gobierno, por ello no puede ser liberal.
El sistema político que nos gobernó en el pasado, tuvo aciertos y desaciertos. Nos inculcó la línea del dedazo político en la designación de sus candidatos a puestos de elección popular, fue el creador del corporativismo electoral con sectores campesino, obrero y popular.
En Sinaloa y gran parte del país, la línea política la sigue marcando el Presidente de la República, misma que se acata sin chistar. La clase política sigue marcada por intereses de grupos o personales que ahogan la democracia y se niegan a desaparecer. Ejemplos existen muchos: ALFONSO G. CALDERÓN, en vísperas de entregar su responsabilidad como Gobernador del Estado, intentó jugar su sucesión gubernamental con la terna de LAZARO RAMOS ESQUER, ALFONSO CEBREROS Y OSCAR ORRANTIA, la cual no pudo ni mostrar al Presidente JOSÉ LÓPEZ PORTILLO, quien personalmente llamó al Gobernador CALDERÓN, para encargarle a TOLEDO CORRO como candidato y sucesor. Al entonces gobernador no le quedo de otra más que aguantar y sacar adelante a TOLEDO.
TOLEDO CORRO, intentó lo mismo que su antecesor, jugó su terna, pero no pudo sacarla avante y le mandaron a LABASTIDA, como candidato y la indicación presidencial de “ahí se lo encargo señor Gobernador”; FRANCISCO LABASTIDA OCHOA, conocedor del sistema político mexicano, intentó hacer su juego sucesorio, sin embargo, el presidente CARLOS SALINAS se lo impidió y le mandó a RENATO VEGA ALVARADO. Este último al llegar el momento de su sucesión, fue sorprendido por la línea que recibió de la Secretaría de Gobernación con LABASTIDA como titular, quien se cargó con su amigo LAURO DIAZ CASTRO. Mientras que el Presidente ZEDILLO, pedía un proceso abierto y democrático en la designación del PRI para su candidato a Gobernador. La experiencia y trabajo político de JUAN S. MILLAN, se impuso, rompió la línea y fue gobernador sin debérsela al entonces presidente.
En el 2010 JESÚS AGUILAR PADILLA, como gobernador, quiso dar línea a favor de JESÚS VIZCARRA CALDERÓN, solo que las cuentas no le salieron, no midió el alcance de la competencia, y con ello se perdió temporalmente la línea sexenal. Actualmente AGUILAR PADILLA y compañía, tratan de imponer línea por la candidatura al gobierno, sin saber si esta se cruzará con la que puede dar el presidente AMLO, de lograrlo servirá para proteger los intereses del grupo, de amigos, socios y compadres a partir del 2021, si la pierden se quedarán como el 2010 vestidos y alborotados.
El arribo de QUIRINO ORDAZ COPPEL, como candidato, fue otra historia al dejar en el intento a 10 aspirantes del PRI por la gubernatura, mismos que no se atrevieron a enfrentar la línea marcada por el presidente ENRIQUE PEÑA NIETO. Algunos de ellos, actualmente buscan la línea que pueda marcar el gobernador al ser supuestamente oposición al gobierno de la 4T. Ahora solo falta esperar si el Gobernador se enfrentará a la línea presidencial o si pactan y juegan con un mismo candidato.
A nivel municipal, son muchos los aspirantes que se mueven y buscan la línea que dan los hombres del poder, mientras que algunos grupos y ciudadanos siguen a la espera de que los partidos políticos marquen la línea a seguir, sin olvidar que también existe la rebeldía en contra de quienes gobiernan. Nos guste o no, la línea política seguirá siendo una línea acatada por los aventureros y trapecistas de la política.
El 2021, será un año muy importante en la vida democrática de México, quienes saben de esto, comprenderán que no es una elección más, pues tiene que ver con la transformación de las mentalidades y el rumbo que debemos tomar como país. En este momento, ningún partido dispone de un proyecto que rebase las necesidades nacionales. Se han dado alternancias de poder con rumbos distintos a lo ofrecido en campañas políticas. La sociedad es ahora más crítica y exigente, prueba de ello es la organización y convocatoria de las mujeres, quienes en su día demostraron rebeldía, unidad y “pantalones”. “El 9 nadie se mueve” fue algo inédito, dejando un mensaje de hartazgo por la inseguridad pública y los malos gobiernos existentes.
El lunes pasado, fue un día negro para México y su gobierno, cayó el precio del petróleo, la bolsa se derrumbó, el peso no aguantó y se deslizó frente al dólar. El Presidente de la República, quedó exhibido como un hombre que juega con las apariencias, pues a pesar de que busca brillar con esplendor fue opacado con el lunes negro. Es un error presidencial suponer que una apariencia peculiar como la suya no puede ser cuestionada por los demás, nada más lejos de la verdad. Esperemos que le vaya bien al presidente, a México y a todos nosotros.
Excelente los comentarios vertidos en tu columna, te envío un fuerte Abrazo mi estimado Amigo Carlos Noe Cota.