Lo que está sucediendo en el mundo y por consiguiente en nuestro país, en cuanto a la situación económica y la pandemia del coronavirus, es algo que tenemos que reflexionar con profundidad y mente fría. El sentido del humor del mexicano, así como la libertad que gozamos, nos permite opinar sin saber y sin investigar si la nota que leemos o compartimos es verdad o mentira, nos dejamos llevar por la pasión, la intolerancia y queremos opinar en materia de economía, seguridad, salud, petróleo, etc. como si fuéramos especialistas en esos temas, y lo que es peor, pensamos que somos los dueños de la verdad absoluta.
La sociedad adora las figuras sobredimensionadas y a los individuos que se destacan por encima de la mediocridad general. Pero olvidamos que estas figuras son seres humanos con virtudes y defectos. El presidente LÓPEZ OBRADOR, sigue llamando la atención con sus conferencias de prensa “las mañaneras”, donde muchas veces toca temas que no domina y critica a las personas que no coinciden por su estilo de gobernar. Dejando a un lado temas de mayor relevancia.
En México la división es latente, la violencia no tiene fin, la descomposición social es una realidad, las redes sociales se han convertido en un medio para exhibir vidas privadas, y a diario se vive una competencia para ver quien usa las marcas más caras o come en los mejores restaurantes. Tan mal andamos que los levantones, las fosas clandestinas y la guerra entre carteles del crimen organizado se han convertido en algo normal que nos hace ver como una sociedad llena de cinismo.
El gobierno de la 4T lleva consumidos un año y cuatro meses de administración. Estamos transitando por un año difícil para la mayoría de la población mexicana, un año complicado en lo político, económico y social. En materia política a veces se manipulan problemas para mantener el miedo de la población, generando confrontación y división social como sucedió en la marcha del día internacional de las mujeres, donde se infiltraron grupos violentos para desacreditar el movimiento femenil que pide un alto a la violencia y a los feminicidios. El voto electoral del 2018, fue en contra de la corrupción y la impunidad, mostrando el hartazgo ciudadano en contra de gobiernos dizque neoliberales. El proceso electoral del 2021 pinta complicado por la revoltura política imperante, por el voto del miedo, por el rumbo que lleva el país y por el temor de que regrese la clase política del pasado.
En lo económico, la población mexicana tendrá que abrocharse de nuevo el cinturón y hacer otro sacrificio de austeridad. Arabia Saudita y Rusia, principales productores de petróleo, no pudieron ponerse de acuerdo sobre recortes en la producción del oro negro, lo que derivó en una guerra de precios entre ambas naciones, arrastrando con ellos al crudo mexicano y a las finanzas de PEMEX, permitiendo abaratar gasolinas; la convocatoria de “El nueve nadie se mueve” como parte de las protestas contra la violencia y feminicidios, paralizó escuelas, restaurantes, oficinas públicas, empresas, etc. Como claro mensaje de que las cosas en México ya no serán iguales. El órgano integrado por miembros de la Secretaria de Hacienda y Crédito Publico, al igual que el Banco de México, anuncian que el mercado cambiario en el país ha registrado mayor volatilidad en un entorno de incertidumbre por el impacto económico y social que podría derivar del contagio del Covid-19, así como los recientes anuncios en materia de energía por parte de los principales productores de crudo a nivel global. En pocas palabras hay que dejar de soñar y aterrizar en la realidad de lo que tenemos que enfrentar como mexicanos.
En materia social y económica el incremento demográfico, el déficit comercial externo, la debilidad de los ingresos fiscales, el menor dinamismo en la inversión privada, el coronavirus, etc. Pintan un panorama desalentador que impactará en ambos sentidos. El crimen organizado buscará nuevos ingresos y seguramente se dispararán los índices delictivos, robo domiciliario, asaltos, etc. Mientras que en Sinaloa el campo sigue en la incertidumbre por los precios en la comercialización de maíz; el sector pesquero requiere apoyo y no migajas del presupuesto y los altos de Sinaloa, piden trabajo, paz y tranquilidad.
En años pasados, el petróleo permitió una aceleración en el gasto público y privado. A partir de sus ingresos por exportación esperados a futuro, el país recurrió al endeudamiento externo cuantioso, pero al no materializarse las expectativas optimistas anticipadas, el país cayó en una emergencia y va con destino a terapia intensiva, sin crudo y endeudado. En tanto que el presidente AMLO tuvo la ocurrencia de ordenar la construcción de la refinería dos bocas.
Al inicio de la presente administración el presidente presentó a la nación un cuadro alarmante en lo económico y social, un panorama desalentador. Las condiciones internas se habían tornado súbitamente críticas. Las instituciones se han visto sacudidas y han vivido unas de sus más duras pruebas. A los desequilibrios estructurales acumulados a lo largo de muchos años, se añadían los problemas de la deuda, la corrupción, la impunidad y la falta de justicia social. Tenemos entonces un presidente que enfrenta un entorno internacional adverso como nunca antes, una baja actividad económica mundial y un tema de salud difícil de controlar.
Si el presidente LÓPEZ OBRADOR desea trascender en la historia, tendrá que modificar el estilo de administrar un país en crisis, recobrar nuestra soberanía monetaria, recomponer los mercados financieros, poner orden y disciplina en la economía e iniciar el cambio estructural del aparato productivo. Todo ello en la protección más amplia de las libertades, en la paz social y con instituciones renovadas. Así logrará un liderazgo prudente, firme, perseverante y conciliador.
En los hechos debe estar la prueba del legado del presidente, no cediendo a la popularidad efímera de medidas espectaculares que dividen y confrontan, menos aún caer en la fácil postergación de responsabilidades, si no entregarse con patriotismo al interés profundo de la Nación.
Necesitamos un presidente que avance para corregir los desequilibrios fiscales, que precise la intervención estatal en la economía, que apoye el quehacer público en lo estratégico y prioritario, impulse la política social del Estado, racionalice la protección comercial, ayude a fortalecer las finanzas de las empresas y que pueda darle un giro exportador al aparato productivo. Con ello, el Presidente dejaría bases sólidas para la construcción de una economía más fuerte y también más justa. Sin olvidar que está obligado a gobernar para todos y no para unos cuantos como lo está reflejado.
La Secretaria de Salud informó que hasta el día de ayer había 41 casos confirmados de Coronavirus en México y que se investigan 155 casos sospechosos, esto obliga a implementar medidas de saneamiento como lavado de manos y el saludo de etiqueta, la suspensión temporal de actividades no esenciales públicas y privadas, adelantar vacaciones escolares, etc. Es mejor prevenir que lamentar. La pandemia del coronavirus, también es una buena oportunidad para que la sociedad se unifique en pro de un México mejor, todos juntos podemos definir el rumbo a seguir.