México es un país que sigue esforzándose por salir adelante a pesar de los grandes lastres que se arrastran en materia política, económica y social. Actualmente, la política, actividad que debiera ser la base para tomar decisiones en grupo, es usada como un instrumento para confrontar, dividir y restar; la violencia sigue siendo un cáncer social difícil de desterrar; mientras que, en materia económica, de ocupar un quinto lugar en inversión (2015) ahora somos el onceavo lugar, gracias a la inseguridad pública existente, siendo desplazados por Brasil, Colombia, Costa Rica, Guatemala, República Dominicana y Paraguay.
Aun así, abundan las promesas de aspirantes a la candidatura presidencial que ofrecen darle paz a un país estigmatizado por la violencia, algunos proponen aprobar el uso de armas de fuego para legítima defensa y los más populistas se ofrecen a incrementar los recursos para los programas sociales. En pocas palabras, pululan promesas que difícilmente se pondrán cumplir. Por lo pronto, que siga el show de las precampañas convertidas en campañas, mientras que el INE sigue jugando a la gallinita ciega.
En materia alimentaria, las importaciones agrícolas subieron un 9.5%, evidenciando la falta de planeación y de apoyo al campo mexicano, de no corregirse el rumbo, a la larga podríamos ser dependientes del exterior; la paridad peso dólar (16.47 compra y 17.36 venta) es un arma de doble filo, afecta las exportaciones petroleras, de manufacturas, camarón, atún, hortalizas, etc. Pero a la vez también beneficia el costo de las importaciones. Sin olvidar que los Estados fronterizos con Estados Unidos se abastecen de gasolina, alimentos y otros en la Unión Americana, lo que genera que los pesos mexicanos convertidos en dólares se queden en manos de nuestros vecinos del norte.
El cambio climático está provocando fenómenos anormales como altas temperaturas, huracanes desbastadores, sequias e inundaciones. Sin embargo, seguimos sin generar conciencia social del daño que se provoca al planeta con la contaminación, deforestación, violación de vedas, falta de respeto a la vida silvestre, etc. Mientras que el tema de la transparencia en el sector publico deja mucho que desear.
México, al igual que otros países, ha pasado por diversas crisis evidenciando y agudizando las deficiencias estructurales acumuladas a lo largo de los años, deprimiendo los niveles generales de vida de la población y estrechando los márgenes de acción del gobierno. Las condiciones de vida de la mayoría ciertamente se han demeritado como resultado de crisis económicas, carencia de planeación a largo plazo, austeridad en el gasto y la ausencia de gobernantes con visión de estadistas, que orienten el rumbo a seguir.
La elección del 2024 debe marcar el rumbo de México, por lo pronto ningún partido o coalición tiene asegurado el triunfo. La elección del Domingo pasado en España es un ejemplo de lo que puede suceder en México, donde los partidos, tanto de derecha como de izquierda (el PP y el PSOE), no obtuvieron los escaños suficientes para obtener el control legislativo absoluto, y esto complica la posibilidad de hacer o rechazar alguna reforma de ley, disponer de presupuesto a modo sin el apoyo de la oposición. DE 350 escaños que estaban en juego, el PP ganó la elección con un poco más de 300 mil votos, quedándose con 136 escaños, el PSOE con 122 y la chiquillada con el resto. Sin duda una victoria pequeña donde el electorado busca equilibrar el poder gubernamental, poniendo contrapesos a los abusos del poder.
El 25 de junio pasado, Guatemala tuvo elecciones generales para designar presidente y vicepresidente, pero tendrán que ir a una segunda vuelta electoral el próximo 20 de agosto, ya que ninguno de los candidatos logró la mayoría absoluta de los votos emitidos en la primera vuelta. La corte ordenó revisar las actas impugnados y la Fiscalía Especial Contra la Impunidad suspendió la personalidad jurídica de un partido político por firmas falsas de supuestos afiliados, de esta manera se judializó la elección y la democracia salió perdiendo.
Si MORENA obtiene el triunfo en la próxima elección presidencial, muy probablemente sería con poco margen y los escaños legislativos en la cámara de Diputados y Senadores quedarían repartidos con la coalición PRI-PAN-PRD en una forma de equilibrar el poder.