Es imposible negar que a muchas personas el poder les oscurece la inteligencia y los hace perder el piso a tal punto que olvidan que la función pública es para servir a los demás y no para servirse. Reflexionemos sobre lo ocurrido en Nuevo León, donde su gobernador, SAMUEL GARCÍA, aspiraba a la candidatura presidencial por Movimiento Ciudadano, por lo que buscaba abandonar la gubernatura de su Estado y dejarlo en manos de un incondicional como interino en una clara ofensa a la democracia.
En Sinaloa también se cuecen habas, la confrontación entre el gobernador RUBÉN ROCHA MOYA, el Congreso del Estado, la UAS, HÉCTOR MELESIO CUEN y el PAS da vida a una “guerra política” que le deja daños colaterales a la vida académica de la institución educativa involucrada. Los actores principales de esta pugna deberían entender que la sociedad sinaloense es diferente a la de los años sesentas y lo que ahora añora es emprender un proceso profundo de modernización política, económica y social en un marco de respeto a la ley.
El ejercicio moderno de autonomía universitaria y de soberanía del Estado debe descansar en un nacionalismo democrático, justo y transformador resolviendo cualquier disputa a través del diálogo y con la ley en la mano. Si se quiere fortalecer a Sinaloa se debe también consolidar la democracia conciliando por la vía del diálogo la representación y participación de intereses diversos y a veces encontrados.
No se puede temer al cambio que reclama la sociedad, y para ello es necesario construir un sólido andamiaje institucional. Los buenos políticos y los servidores públicos, deben tomar decisiones que beneficien a las mayorías, no agrediéndose y mucho menos midiendo fuerzas con los demás. Las nuevas circunstancias que vive el país exigen de los servidores públicos un conocimiento profundo de sus problemas, capacidad, humildad, honestidad y visión de futuro.
El gobernador RÚBEN ROCHA MOYA, HÉCTOR MELESIO CUEN OJEDA, JESÚS MADUEÑA y otros, no deben ser un freno al desarrollo de la educación, mucho menos al desarrollo económico y unidad de los sinaloenses. Por el contrario, deberían buscar nuevas fórmulas que permitan vivir con civilidad, orden y respeto. La superación de nuestras dificultades no puede darse como reversión sino actuando con responsabilidad y mirando con optimismo hacia el futuro.
El proceso electoral que se vive tampoco es justificación para que partidos políticos coaligados entre sí, sirvan como contenedores de basura donde se albergue a personajes de diferentes ideologías, que solo buscan ser candidatos a puestos de elección popular sin que importe el hecho de que estén marcados por la corrupción o sean señalados de tener ligas con el narcotráfico. Que importante es recordar que el cambio debe ser con rumbo, y no solo para ganar elecciones.