Los partidos políticos, como organizaciones, han sido importantes en la vida democrática de México. En la actualidad muchos de ellos pretenden regresar a sus orígenes para recuperar la confianza ciudadana. Para ello, sus dirigentes y militantes tendrán que revalorar los propósitos originales y buscar en los archivos del pasado sus plataformas, su justificación y fundamentación para recordar por qué se constituyeron como representantes de distintas ideologías de ciudadanos. Pero también deberán castigar a todos aquellos que han manchado las siglas partidistas y traicionado sus ideologías.
El fortalecimiento del régimen de partidos políticos es la base de la nueva cultura política: aquella que se sustenta en una firme responsabilidad mutuamente compartida entre el Estado, los partidos, los grupos y los ciudadanos; que asume la defensa y el fortalecimiento del Estado de Derecho y de la legalidad como tarea de todas las organizaciones políticas para, así preservar las condiciones mismas que hacen posible el ejercicio de las libertades y derechos, la disputa civilizada por el poder y la formación de la representación política nacional y local.
En conjunto, deben precisar la vida partidaria, las mayorías asumiendo retos y responsabilidades, y las minorías abocándose a una competencia política que promueva una mayor conciencia y una mayor participación del pueblo. El proceso electoral 2021, es una buena oportunidad para demostrar quién es quien, sin guerras sucias, sin chantajes, y compitiendo con los mejores cuadros electorales.
Sinaloa requiere de partidos políticos responsables y fuertes, respetuosos de la ley y de las instituciones, que trabajen democráticamente en la ampliación de las bases sociales, con ideologías definidas, que le pongan punto final al oportunismo y al trapecio electoral. Los partidos se fortalecen con el voto ciudadano, con el trabajo de organización, con la seriedad de sus candidatos, con la labor programática; son medios institucionales necesarios para organizar la participación política. Ojala se entienda, se practique y logren recuperar la confianza perdida.
El PNR, antecesor del PRI, nace como instrumento de una pequeña élite gubernamental que tuvo que ordenar y disciplinar a las filas inferiores (como sigue pasando en la actualidad). No obstante, el PRI sirvió como un foro para diferentes corrientes políticas e incluso ideológicas que han luchado por influencia y poder. Durante muchos años el tricolor fue el vehículo más atractivo para la movilidad política. En este partido la lealtad fue recompensada con privilegios económicos y políticos, este fue el camino que muchos utilizaron en su carrera hacia el poder.
En los últimos años, el PRI fue secuestrado por una generación de tecnócratas que desplazaron a viejos políticos corrompiendo, engañando y manipulando. Mientras que algunos cuadros de la vieja guardia fueron jubilados, otros siguen en activo, corrompiéndose, manipulando y diciendo que cambiaron cuando en la práctica siguen siendo los mismos. La lealtad se compra en centavos y la disciplina al interior del tricolor al igual que la mayoría de los partidos es de doble moral.
El Partido Acción Nacional (PAN) surge en 1939 como respuesta directa al gobierno de LÁZARO CÁRDENAS, aglutinando a empresarios conservadores y católicos en torno a una doctrina que hacía hincapié en los derechos individuales sobre los del Estado. Posteriormente se convirtió en receptor de miles de votos de protesta e inconformidad por abusos de los gobiernos emanados del tricolor.
Actualmente el PAN, en forma individual, no representa un peligro serio en lo electoral para MORENA y su líder, el Presidente ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, pues su organización es más la de un partido de oposición leal a los intereses que lo dominan, que la de un verdadero partido de oposición como lo fue en el pasado, además carece de un líder carismático y no cuenta con maquinaria política que atraiga el voto. Tal vez por esto, en Sinaloa el PAN busca refugio en el PRI, para ir en coalición con el PRD sin que importen ideologías y pasados.
La caótica izquierda mexicana está reflejada en docenas de partidos donde han transitado, aunque muchos han desaparecidos. Movimientos y fracciones que como guerrillas políticas se dicen puros de sangre e ideologías trasnochadas. En muchos de ellos hay choque de personalidad, otros son violentos y pasionales, sin olvidar que el elitismo intelectual e incluso la corrupción y la traición también están presentes.
La izquierda mexicana tiene grandes hombres y mujeres que también han sido ejemplo de lucha democrática, por los derechos humanos, por la desigualdad social, la libertad y enfrentaron en su momento al viejo sistema político mexicano.
En la actualidad la izquierda se contaminó de priistas, panistas, perredistas, verdes, petistas, viejos líderes y servidores públicos señalados por actos de corrupción y enriquecimiento inexplicable.
La modernización, transparencia y libertad democrática de los partidos políticos es tarea de todos. Ellos deben trabajar al servicio de los ciudadanos y no al servicio del presidente de la República, mucho menos de gobernadores o grupos de poder económico. Por lo pronto se dicen listos para competir en lo electoral, al fin y al cabo lo que importa es el poder.