Difícilmente se puede tener progreso y justicia social en un país como el nuestro, donde hay reformas, decretos y leyes hechas al vapor. El presidente AMLO está a ocho meses de entregar la banda presidencial, tiempo suficiente para limpiar la casa y seguir tratando de imponer las reglas del juego a quien será su relevo. Tampoco existen las condiciones para que el poder legislativo saque avante reformas de gran calado que servirían al presidente para consolidar su proyecto político y buscar trascender como lo hizo JUÁREZ, MADERO o CÁRDENAS. Reformas que permitirían reducir el Senado y la Cámara de Diputados, decidir la elección de jueces y magistrados, revertir el sistema de pensiones, utilizar para transporte de pasajeros las vías férreas concesionadas al sector privado para transporte de carga y continuar con su terquedad de que el ejército controle las corporaciones de seguridad pública.
El actual gobierno tiene la responsabilidad histórica de trascender por lo que hizo y no por lo que pensó hacer, pues se encuentra al final de un camino que se divide en varias rutas. También tiene que hacer frente a los problemas a corto plazo consecuencia de los regímenes anteriores y los generados por su falta de mano izquierda para escuchar, conciliar y gobernar con la constitución en la mano.
Una de sus mayores prioridades de AMLO es jugarse todas las cartas y con ello sacar avante a CLAUDIA SHEIBAUM, con quien piensa prolongar su influencia y poder. Por lo pronto el presidente debe estar inquieto por los resultados de la próxima elección del 2 de junio y temeroso de saber cómo lo juzgará la historia por su actuación al frente del país. ¿Podrá AMLO seguir por la ruta marcada con todo y vaguedades, contradicciones y divisiones, esquivando las tormentas y haciendo frente a los grupos de presión política-económica que puedan considerar “el otro camino” como la solución de un México mejor?
Es indiscutible que hay una crisis política en México. La moral, la ética y la honestidad de muchos de los candidatos al senado, diputaciones y alcaldías están por los suelos, mientras que las dirigencias partidistas perdieron su rumbo y dirección. Aun así, hay que salir a votar por el menos malo. La realidad nos indica que la forma de organización social permite generar mejores gobierno y la realidad existencial también nos ha demostrado que en los países en donde el Estado bajo el nombre de socialismo, comunismo, estatismo, fascismo, nacional-socialismo, economía planificada, etc. a la larga subsiste la escasez, el crecimiento se estanca y no se resuelve ningún problema en forma real y permanente.
Los proyectos de nación que se ofrecen por parte de quienes aspiren gobernar el país nos brinda la oportunidad de valorar con sentido crítico, objetivo y sin apasionamiento a cada uno de los pretensos, y con ello vislumbrar que tipo de gobierno queremos para los próximos seis años. CLAUDIA SHEIBAUM, quien dice abanderar el proyecto del presidente AMLO; XOCHITL GÁLVEZ, quien busca convencer pedaleando su bicicleta y rodeada de hombres y mujeres que dejan mucho que desear; JORGE ÁLVAREZ MÁYNES de Movimiento Ciudadano, que solo busca dividir y sacar su tajada del pastel electoral. Solo queda preguntarnos ¿Cuándo logrará México salir adelante?
En Sinaloa, las cosas no pintan de lo mejor, hay falta de tolerancia en el gobierno, la unidad está ausente, el reciclaje político se impone y las traiciones políticas están a la orden del día. Candidatos al senado y diputaciones federales carentes de luz propia, burocratizados y al servicio de grupos de influencia y poder; en el municipio de Ahome, se pone en el menú electoral a dos figuras con posibilidades reales de ganar la elección, GERARDO VARGAS LANDEROS, quien busca la relección sin mérito alguno pero arropado por intereses grupales y DOMINGO VÁZQUEZ, quien proviene del sindicalismo rancio del pasado y desconocedor de la democracia ¿Dónde queda el cambio generacional y la modernidad política?.
La congruencia de muchos actores políticos no ha sido una de las características del actual gobierno y que no decir de dirigentes partidistas, quienes frecuentemente caen en serias contradicciones al grado de que ya no sabemos a quién irle, eso entre otras cosas genera desconfianza y aleja al ciudadano de las urnas electorales. A como parece ser pasaran a la historia como el sexenio de las adivinanzas, y de los acertijos, o el de las mentiras o de las traiciones. Porque de todo hay, menos seguridad y confianza.