El rechazo social por prácticas obsoletas y vicios electorales no es solamente para los partidos político, es un llamado a todos los involucrados en el proceso electoral por venir. La mayoría de los mexicanos quiere que se acate su voluntad y se respete su decisión dictada en las urnas electorales y que como gobierno, se dé cumplimiento a las promesas de campañas. El presidente LÓPEZ OBRADOR, al referirse a la designación de la priista DULCE MARÍA SAURI, como Presidenta de La Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, manifestó que “no debe importar el cargo, sino el encargo”. Al buen entendedor pocas palabras, así que no hay que hacernos los desentendidos.
La necesidad de conducción política, la complejidad de los asuntos públicos y la creciente dinámica de participación, nos obligan a avanzar hacia otras formas de equilibrio, otorgando a cada una de las fracciones parlamentarias el lugar que les corresponde, tomando en cuenta los votos alcanzados en las urnas electorales. México requiere de un Congreso más fuerte y que sirva de equilibrio entre el poder ejecutivo y el judicial.
Para avanzar en el progreso social y en el desarrollo económico, es necesario que los poderes legislativo y judicial sean fuertes, compatibles y no sumisos con la institución presidencial, misma que a su vez, debe de ser fuerte y respetada. No olvidemos que los gobiernos que se han tenido en México, bien o mal nos dieron paz, estabilidad y un desarrollo que se perdió en los últimos años.
Con esta conciencia histórica, el presidente LÓPEZ OBRADOR está obligado a recuperar el respeto a la institución presidencial ante las nuevas realidades del país, como símbolo de unidad nacional y en respuesta a una compleja conducción política y administrativa de México. Por ello, debe limpiar las instituciones, mejorarlas, modernizarlas, fortalecer la confianza y el respeto de la sociedad.
Lamentablemente, en las últimas décadas el poder judicial ha sido sinónimo de corrupción. Jueces, secretarios y magistrados representan, en muchos casos, intereses económicos y políticos. Por su parte el poder legislativo se convirtió en casa de cambio y en mercado popular. En pocas palabras se prostituyó la política, se compraron conciencias, abundan “los moches”, se acabó la ideología y ahora se brinca de un partido a otro. Mientras que a la sociedad nos invadió el cinismo y queremos curarnos en salud echándole la culpa al de enfrente.
La soberanía Nacional reside esencial y originalmente en el pueblo. Todo poder público dimana de este y se instituye para su beneficio. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno. El art. 39 de nuestra Constitución está compuesto en tres fases sólidas, contundentes, llenas de energía y sentido. Lo que está pasando en la actualidad, es como una bocanada de aire en un ambiente asfixiado y contaminado por muchos dirigentes de partidos y servidores públicos acartonados, carentes de humildad, y corruptos. También es como un recordatorio, para evitar errores del pasado. El voto otorgado en julio del 2018, no fue un cheque en blanco. Se tiene que responder por él, más cuando en junio de 2021, algunos legisladores y alcaldes querrán renovar el contrato con la sociedad a la que sirven y representan. Ahora le toca a la sociedad recuperar poder y dignidad. Ojala así sea.
No cabe duda que la política es infinita, cada día vemos cosas nuevas y trascendentes. Hoy está la polémica de la consulta ciudadana para enjuiciar a ex presidentes por actos de corrupción, es como las gallinas que al poner un huevo, hacen un escándalo cacaraqueando su acción. El presidente LÓPEZ OBRADOR, está de nuevo en la confrontación, que también representa incertidumbre política. En la careada no va solo y tendrá algunas respuestas que no serán nada amigables.
El Presidente de la República, debe ser factor de unidad y equilibrio nacional. No debe caer en confrontación directa con todo aquel que no está de acuerdo en su forma de gobernar. Los mexicanos quieren un Presidente visionario que no esté atado al pasado; que sepa adaptar la economía a las necesidades de la población y no a centros internacionales de decisión; un presidente que logre el crecimiento ofrecido en campaña electoral, integrando al país físicamente con grandes obras de infraestructura y cohesionarlo socialmente bajo acuerdos consensuales y duraderos. Eso es parte de una verdadera transformación social, de lo contrario serían un estilo populista de gobernar, y eso ya se vivió en el periodo que gobernó LUIS ECHEVERRÍA ÁLVAREZ.
Es tiempo de vivir el presente y planear el futuro tomando en cuenta las experiencias del pasado para evitar que se repitan. Bienvenido un aniversario más de nuestra independencia, el grito de hoy debe ser por la unidad y el bienestar de todos los mexicanos.