La irresponsabilidad de la sociedad y el gobierno en el cuidado del medio ambiente y la fauna silvestre, están transformando y poniendo en riesgo el planeta. El calentamiento global es un llamado de la naturaleza por la deforestación de selvas, cerros y valles, así como la contaminación de ríos, lagos y mares.
Científicos de la Universidad de Liverpool, Reino Unido, bajo esfuerzos globales para desarrollar formas de prepararnos mejor para enfrentar nuevos brotes de epidemias a futuro. “Advierten que el covid-19, es la tormenta perfecta para nuevas enfermedades. Es lo que hemos creado como seres humanos para que enfermedades de animales silvestres se propaguen a los humanos y se distribuyan rápidamente por todo el mundo. La invasión del hombre en el mundo natural acelera este proceso”. Así que hay que estar consciente de lo que estamos provocando y no espantarnos de lo que viene a futuro.
El estudio recalca, que “En los últimos 20 años, hemos tenido seis amenazas importantes que nos han marcado: SARS, MERS, ÉBOLA, GRIPE AVIAR y GRIPE PORCINA, equivalente a cinco balas pero la sexta nos atrapó. Y esta no es la última pandemia a la que nos enfrentaremos, por lo que debemos observar más de cerca las enfermedades de la vida silvestre”. Encontrando miles de bacterias, parásitos y virus conocidos por la ciencia escondidas en diversos números de especies que infectan.
Varias enfermedades transmitidas en humanos, incluido el coronavirus y el mortal virus de Nipah, se han originado en murciélagos. En el primer brote del virus de Nipah en 1999 en Malasia, una infección viral transmitida por murciélagos frutales se extendió en una granja de cerdos al masticar fruta que caían de los arboles infectadas de saliva de estos mamíferos. Personas que trabajaban en dicha granja contrajeron el virus, lo contagiaron a otras personas y se propagó, generando una epidemia mortal, y todo indica que está de vuelta.
El reto por venir en materia científica y de investigación, debe ser un paso completamente diferente para descubrir nuevas enfermedades que azotarán a la humanidad, así como vacunas que sirvan para contrarrestarlas. Se requiere mucha voluntad de los gobiernos para invertir en materia de investigación científica y en una mayor prevención en materia de salud, higiene, educación y responsabilidad ciudadana.
La tasa de letalidad del coronavirus aún está sin definirse, no se sabe el número exacto de defunciones que provocará y los contagios que habrá. Autoridades sanitarias de todo el mundo informan a diario, es como un baile de cifras que se discuten, generan polémica, se comparan entre Países y Estados como el nuestro. Se hablan de sumas millonarias invertidas en implementos médicos que sirvan para contrarrestar el covid-19, se lucha por encontrar la vacuna que le ponga un alto, se dan opiniones de todo tipo tocante al tema, mucha gente puede estar o haber estado infectada sin saberlo y se dan recetas sin ton ni son.
Si queremos evitar que a futuro los virus se transformen en pandemias, debemos cambiar radicalmente nuestros patrones de vida, higiene y consumo. Lo importante ahora es cómo lo entendemos y cómo respondemos a una lección de vida muy dura para muchos de nosotros. Nos afecta en la convivencia social, nos aleja físicamente de amigos y familia, afecta la economía y lo más duro, es que muchos han perdido a sus seres queridos sin la oportunidad de darles el último adiós.
El covid-19 también deja secuelas psicológicas. Especialistas en la materia advierten de las consecuencias y efectos que puede tener la epidemia de coronavirus en ciertos sectores de la población. Inicia con el confinamiento hasta el dolor de la pérdida de un familiar, pasando por el trauma de vivir en primera persona. Los traumas y secuelas psicológicas que provoca esta epidemia son todavía una incertidumbre pero tarde o temprano aflorarán.
De una u otra forma sufrimos alguna reacción por lo que estamos pasando, a todos nos va costar trabajo volver a la realidad, a la rutina que tanto añoramos, Pueden venir trastornos compulsivos, fobias o hipocondrías en personas con perfiles más predispuestos, en otras puede ocurrir el llamado diátesis-estrés, sobre todo en personas con características específicas que las convierte en más propensas a desarrollar un trastorno psicológico después de vivir un acontecimiento estresante como el que estamos pasando.
La epidemia encontró en nuestro país un campo fértil para desarrollarse y hacer mucho daño: 31 millones de hipertensos, 25 millones de fumadores, segundo lugar a nivel mundial en obesidad, 12 millones de diabéticos y una Infraestructura y equipamiento, en el sector salud de tercer mundo. Sumado a ello una sociedad donde impera el valemadrismo y un presidente que a principios de la pandemia minimizó el problema, lo quiso enfrentar con estampitas, lo politizó y ahora no encuentra la forma de salir de un túnel cada vez más oscuro.
Por lo pronto, el covid-19 seguirá conviviendo con la humanidad. Hay prisa porque esto pase, nos urge volver a la normalidad. Es un tema de higiene y salud, politizado y en boca de todos. Mientras que clínicas y hospitales públicos son catalogados como sitios de horror y cunde el temor de caer en ellos, además de que escasean medicamentos básicos para enfermos crónicos de alto riesgo. Aun así, la autoridad gubernamental se atreve a decir que estamos “de lo mejor”.
Por lo pronto hay que seguirnos cuidando con responsabilidad, sin llegar a los extremos de vivir con miedo.