La sociedad mexicana debe asumir el rol que le toca jugar en materia política, económica y social en una nación como la nuestra, donde parece que cada quien “jala” para donde más le conviene. El cinismo, las complicidades y el fanatismo nos están llevando a la confrontación, a un clima de violencia y al incremento de la corrupción e impunidad, que también son semillas generadoras de malos gobiernos.
De acuerdo al censo aplicado por el INEGI en el año 2020, de 125.5 millones de habitantes el 30% (37.7 millones) corresponde a jóvenes de entre 12 y 29 años de edad. Jóvenes con energía, conocedores de la tecnología, bien informados, pero con un futuro sin muchas expectativas y sin grandes ejemplos a seguir ante un sistema político viejo, corrompido y rígido que mata cualquier esperanza de un mejor mañana.
Las elecciones del 2 de junio pondrán a prueba a los jóvenes en edad de votar y serán ellos quienes decidan el país que merecen. El menú que se ofrece en materia electoral lo representan: CLAUDIA SHEINBAUM, XÓCHITL GÁLVEZ Y JORGE ÁLVAREZ MAYNEZ, mismos que se venden como la esperanza de México, sin embargo, lo que más generan son dudas sobre cómo gobernarán en caso de ganar la elección constitucional.
Seguimos anclado a un sistema político donde se heredan las mañas, donde se cambia de presidente pero todo sigue igual, se buscan culpables pero nadie admite sus culpas y mucho menos se hace justicia. No podemos seguir engañados sobre la naturaleza de la lucha por el poder en México, gane quien gane la Presidencia de la República seguirá imponiéndose el sistema neotlatoani y la separación real entre poderes dependerá de nuestro voto y de nadie más, debemos repartir el poder entre los principales jugadores, ya que “la chiquillada” solo vive del chantaje y de las migajas que da el poder.
El Proceso Electoral que se llevará a cabo el domingo 2 de junio de 2024, es una gran oportunidad para mandar señales a la clase política mexicana: que la federación entienda que no debe ser una administración centralista; que muchos gobernadores (entre ellos el de Sinaloa) dejen de ser imitadores del presidente de la república en turno; que los alcaldes ya no sean marionetas de los gobernadores y que los cabildos no abanderen posturas demagógicas que llevan al cinismo. Es momento de que entiendan que el voto es el instrumento para premiar o castigar a los gobiernos.
El sistema político avanza por un camino desintegrador que nos puede tomar años en retomar, pero algo se tiene que hacer para frenar la impunidad y los abusos de poder. No se deben gastar recursos públicos de manera irresponsable, mucho menos seguir endeudando al país. Estos flujos han sido en realidad subsidios ocultos no para mejorar la vida de los mexicanos sino para mantener en el poder al partido que nos gobierna; para que la clase dirigente siga perpetuándose y puedan brincar cómodamente de un partido a otro. Sin embargo, no hay que olvidar el refrán que dice “Después de la borrachera viene la cruda”.