El día de hoy, si no cambia de opinión, MARCELO EBRARD fijará su postura respecto a la ruta que habrá de seguir en materia política-electoral. Una decisión que puede tener tres rutas: mantenerse en MORENA y apoyar el proyecto transformador del presidente AMLO, guardar sana distancia o aceptar la candidatura presidencial por MC. No hay que olvidar que en política “el que no pacta o tranza no avanza”. Ojo, su berrinche también puede ser una estrategia para que lo arrope el partido de DANTE DELGADO, ya que los prospectos de este partido para la candidatura presidencial “se rajaron” y al presidente AMLO le urge un caballo de Troya que le sirva para dividir al Frente que respalda a XOCHITL GALVEZ. Hoy se despejan dudas.
El Consejo General del Instituto Nacional Electoral, presentó un anteproyecto de presupuesto para el ejercicio fiscal del 2024 por un monto de $23, 757, 453,846 pesos, del cual 10 mil 444 millones serán utilizados para atender el proceso federal y local del 2024. Estas cifras son fáciles de escribir pero difíciles de contabilizar sobre todo cuando en México existen tantas necesidades sociales que atender. Todo valdría la pena si estos recursos se manejaran con transparencia y sirvieran para acabar con el abstencionismo y alcanzar una democracia plena.
Los partidos, organizaciones políticas, candidatos, gobernantes, autoridades electorales y la propia sociedad, están obligados a poner su mayor esfuerzo para que la democracia avance y la elección del 2024 sea concurrida y ejemplar.
Es imperativo que la elección por venir sea ejemplo de civilidad política, de respeto a la ley, de propuestas, armonía y paz. La sociedad está obligada a otorgar su voto a candidatos capaces de encarar con firmeza el futuro del país para alcanzar el bienestar anhelado. Los partidos y las organizaciones políticas deben terminar con el reciclaje político y elegir a los mejores hombres o mujeres en las candidaturas al Senado, Diputaciones y Alcaldías, capaces de escuchar, conciliar, negociar y coordinar las tareas del desarrollo nacional con vocación de servicio, talento administrativo, honestidad y sobre todo vacunados contra los mareos que da el poder.
La sociedad ha sido valiente, aguantadora y se ha tenido que apretar el cinturón a la espera del cambio prometido. Por lo pronto el presidente AMLO le puso sabor al caldo al asegurar que no le ve futuro a la minoría que quiere regresar por sus fueros a la presidencia de la república y que no cualquiera puede gobernar a México. También aseguró que “quien aspire a gobernar el país, deberá tener conocimiento de su problemática, de su historia, sus convicciones y amor por su pueblo”. Solo que al presidente le faltó mirarse en su propio espejo y decir que no se pueden hacer cambios de planes y acciones de gobierno sin la adecuada preparación, sustento y previsión.
Indudablemente el cambio generacional que estamos viviendo obliga a la modernización de los partidos políticos que tendrán que ser austeros, democráticos, defensores de la sociedad y no refugio de camarillas de incondicionales. Urge una reforma política que sirva para poner orden en este sector y de ser posible reduzca el número de partidos políticos en México.
El PRI, PAN y MORENA, por mencionar algunos, deben trabajar y organizarse para reconstruirse. Si quieren sobrevivir tendrán que realizar verdaderos cambios internos, buscar caras nuevas, impulsar candidaturas ciudadanas, olvidar rivalidades pasadas y ponerse a trabajar en forma seria y responsable.
Aún faltan 9 largos meses para la elección del 2024, tiempo en el que pueden pasar muchas cosas, la moneda sigue en el aire y ninguno de los aspirantes a suceder al presidente AMLO tiene el triunfo asegurado. Por lo pronto hay que valorar a los futuros candidatos, su honestidad, sus propuestas y sus compañías.
A partir de hoy se abre un especie de veda electoral de casi tres meses, posteriormente será el registro de candidaturas y preparar los programas de acción para lanzarse al ruedo electoral en busca del voto ciudadano, donde la principal tarea será atraer el voto del abstencionismo y convencer a los indecisos.