En vísperas de que caiga el último round del apasionante mundo de la política sinaloense, se observa cierta incertidumbre en la sociedad por la polarización y violencia política, por el temor de lo que pasará en materia económica, por el miedo que genera el covid-19, por el futuro de la agricultura, por la sequía y por la inseguridad pública existente. En materia electoral se repite la historia que se vivió en el 2010 y en el 2018 donde los candidatos se dan con todo pero ahora con más publicidad.
El segundo debate de los candidatos por la gubernatura decepcionó a la mayoría, toda vez que estuvo muy plano, sin nada espectacular. En lo personal considero que el mejor desempeño fue de ROSA ELENA MILLÁN por su conocimiento del Estado, sus propuestas y por aterrizar en la realidad prevaleciente; MARIO ZAMORA mejoró mucho, pero le faltó reflejar ese liderazgo que reclaman y necesitan los sinaloenses; ROCHA MOYA se sostuvo en su nivel, sin embargo, le faltó dar el golpe demoledor que le permita consolidar su triunfo electoral; SERGIO TORRES, se mostró como un peleador de barrio y los demás no merecen ser evaluados.
En los últimos tiempos la vida de los mexicanos ha sufrido cambios en cuanto a sus costumbres, creencias, crisis y formas de convivencia social. Mientras que los precios de gasolinas, gas, canasta básica, tarifas eléctricas y otros, han lastimado la confianza de partidos, gobernantes y gobernados.
Bien dice el conocido refrán “cada quien habla a cómo le va en la feria”, y precisamente en el último round electoral se han desatado una serie de comentarios, recomendaciones, triunfalismos, rechazos, exigencias e intolerancias. Sin embargo, con la veda electoral hay tiempo para reflexionar y analizar el voto con el fin de elegir las mejores opciones para Sinaloa.
Nuestro Estado necesita de la aportación y unidad de todos los sectores para lograr la tan anhelada industrialización. Su gran reto para los próximos años será demostrar que puede lograr un mejor desarrollo igual que algunos Estados de occidente y fronterizos que lo rodean. El gobierno debe ser facilitador y gestor de la inversión externa e interna, ofrecer tarifas más justas en materia energética, ser más eficiente en tramitología y por si queda alguna duda habrá que preguntarles a los inversionistas del proyecto de la planta de amoniaco en el Puerto de Topolobampo.
El nivel de justicia es propia en cada Estado de la República por la autonomía y problemática social. La seguridad es global en el territorio nacional y mucho dependerá del futuro que tenga el Presidente de la República y su lucha por la seguridad, que también es responsabilidad del gobierno estatal y autoridades municipales.
La justicia y la seguridad son el pivote para la tranquilidad, la convivencia y el desarrollo económico en Sinaloa. El narcotráfico y la narcoviolencia deben atenderse en otro contexto porque si se mezclan, lo segundo afecta a lo primero. La justicia y la seguridad deben enmarcarse en la realidad prevaleciente en el Estado. La justicia debe desterrar la impunidad, eficientar los órganos de administración y procuración de justicia. La justicia tiene que devolverle fortaleza y credibilidad a los órganos policiacos y dar tranquilidad a los ciudadanos.
Para lograrlo se requiere fundamentalmente de voluntad política gubernamental, de un programa integral de desarrollo económico y social exitoso, así como participación y confianza ciudadana involucrando a organismos empresariales, sociales, instituciones educativas, medios de comunicación, colegios de profesionistas, organismos religiosos, comités de vecinos de colonias, jóvenes de diversas actividades, padres de familia y partidos políticos.
El involucramiento de la sociedad se logrará con la aplicación de consultas ciudadanas. La expectativa y reclamo de la ciudadanía no da mucho margen de tiempo. Quien gane la elección del 6 de junio, sea RUBEN ROCHA o MARIO ZAMORA, deberá mostrar desde el inicio de su gobierno intención y compromiso gubernamental, antes que se geste el desánimo ciudadano o exigencias de grupos de presión antagónicos al nuevo gobierno. La ciudadanía espera hechos, no buenas intenciones.
Los triunfadores de este 6 de junio tendrán tiempo suficiente para desarrollar un plan integral que incluya políticas públicas para el desarrollo económico, proyectos educativos, programas de administración y procuración de justicia, proyectos de participación ciudadana, así como combate a la impunidad y corrupción con medidas métricas para resultados.
También se tendrá que tomar en cuenta la situación económica y social que se vive por el estancamiento económico provocado por la pandemia y otros factores externos, que hacen que la economía en la entidad no genere crecimiento provocando desempleo y pérdida de valores, lo que está llevando a los jóvenes a incorporarse al crimen organizado.
Tiempo, circunstancias y carencia de recursos obligan a una estrategia efectiva y convincente. Se requiere visión y negociación con todos los sectores de la población por los posibles resultados electorales con una diferencia de tan solo 5 o 7 puntos. En pocas palabras no dan margen para hacer gala de un poder que es prestado y mucho menos perder el tiempo en conflictos personales o electorales.