Después de más de dos años de que el presidente ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, venciera en las urnas a quienes etiquetó como “la camarilla mafiosa”, el clientelismo sigue vigente. No hemos superado el ruido del cencerro. El voto sigue siendo insuficiente para formar un verdadero país democrático, fuerte y con rumbo. Tal parece que en los gobiernos se carece de transparencia y honestidad.
Para que la agenda reformista del presidente LÓPEZ OBRADOR logre los resultados deseados, debe aprovechar su propia legitimidad para profundizar los cambios que demanda el país y que estos no queden sólo en apariencia y buenos deseos. El presidente no debe ser complaciente con unos y vengativo con otros, tampoco debe olvidar que como candidato presidencial combatió con pasión el clientelismo, la cerrazón de los medios de comunicación, la corrupción, la impunidad y los abusos de poder.
El presidente tiene mucha experiencia en temas políticos, ahora le toca ser jefe de Estado y entender que cualquier decisión que tome, para bien o para mal, tendrá efectos que repercutirán en sus gobernados. Por ello no debe cometer los mismos errores de sus antecesores.
El PRI, por muchos años construyó un arreglo corporativo y clientelista utilizando el dinero público y las concesiones o contratos de obra pública como medio de control y cooptación sobre sindicatos, militares, desempleados, organizaciones políticas y opositores al régimen.
Estimuló una cultura para vivir del presupuesto. Un sinfín de burócratas, sindicatos, políticos, etc. vivieron del presupuesto a pesar de la baja productividad. Por eso seguimos enamorados de los milagros transformadores del dinero público. El Congreso y el Poder Ejecutivo sucumbieron una y otra vez a las presiones de sectores que se vendían como defensores de luchas sociales, así como a los aventureros del poder que buscaban migajas en puestos públicos, tal como algunos sinaloenses que siguen brincando de un puesto a otro, tratando de mantenerse dentro del presupuesto en sus tres niveles de gobierno.
Las universidades públicas no cantan mal las rancheras, su retórica siempre será que todo el dinero invertido en educación es bueno por definición, sin reparar en el hecho de que parte de esos fondos se destinan para alimentar burocracias administrativas, corrupción, partidos políticos o proyectos que favorecen a quienes tienen el control de universidades, y no a profesores ni a estudiantes, mucho menos a la investigación.
El campo mexicano sigue marginado y con sed de justicia social. Es una vergüenza lo que pasa con los hombres y mujeres del área rural. El dinero destinado a este sector es una buena inversión que nadie debería cuestionar. Lo que si hay que investigar es si los beneficiados con esos recursos han sido los campesinos o sus líderes a través de organizaciones “dizque” defensoras del campo.
Por otra parte quienes no pagan impuestos y solo estiran la mano, exigen pocas cuentas al gobierno por los servicios gratuitos que reciben. El gobierno a cambio, provee servicios en masa sin poner suficiente atención a la calidad ya sea en Salud, alumbrado, recolección de basura, electricidad, agua potable o educación. Es como un círculo vicioso de conformismo que no ayuda a la formación de una ciudadanía más demandante ni a la creación de gobiernos más eficientes y responsables. Es la condena histórica de una sociedad conformista, acostumbrada a vivir por encima de sus posibilidades a pesar de tener todo para acabar con la mediocridad que tanto daño le hace.
El presidente LÓPEZ OBRADOR, sigue enfrentando diversos grupos que se beneficiaron de los arreglos del pasado, que acumularon suficiente poder para desafiar la autonomía del Estado y someterlo a una presión que altera la relación de subordinación, y esto no pinta nada bien para un país en crisis de salud y economía.
La implementación de políticas “neoliberales” bajo signos populistas, sin reguladores eficaces e independientes, hizo que algunas privatizaciones de los años noventa beneficiaran más a los compradores de las empresas públicas que a los consumidores; que la desregulación económica beneficiara más a los grandes corporativos que al mercado. La decisión del presidente LÓPEZ OBRADOR de reformar La Ley de la Industria Eléctrica con el fin de revertir el supuesto daño a la CFE, es un tema que debe abordarse con inteligencia, conocimiento y mucha paciencia. Se dice que el petróleo es nuestro, cuando ni siquiera podemos lograr que baje el precio de la gasolina.
La impunidad política sigue presente y la falta de castigo sigue ausente, se premia a personas como ELBA ESTHER GORDILLO, quien recibió un partido político para usarlo a su favor y el de sus incondicionales; CARLOS ROMERO DESCHAMPS, está disfrutando de un sindicato y millonarios recursos económicos; algunos ex gobernadores, sin temor alguno, desafían el poder presidencial; mientras que los titiriteros que mueven la coalición “Va por México” (conformada por el PRI, PAN y PRD) buscan el poder para recuperar los privilegios del pasado y no porque les interese la gente. En pocas palabras, estamos en medio de una tormenta llamada “presente y pasado”, y esto no augura nada bueno.