Gane quien gane la elección presidencial del 2024, el país seguirá adelante. Y en esa sobrevivencia nacional muchos mexicanos sufrirán la carencia de estímulos culturales, la inseguridad, el desempleo, la falta de calidad en los servicios de salud y en la educación, etc. Ante este panorama, urge deslindar el destino general del país de las exigencias diarias de la mayoría de sus habitantes. Esto evitará creer que todo será diferente por el simple hecho de cambiar al inquilino de palacio nacional. Son muchos los lastres y los vicios que se arrastran donde se conjugan agravios, desigualdades, crecimiento demográfico, centralismo político, impunidad, cinismo y frivolidad, problemas abrumadores y difíciles de cargar.
La mayoría de los presidentes de la república han tenido buenas intenciones y hubieran deseado pasar a la historia como los grandes reformadores, pero finalmente la voluntad política no se cumplió ante la serie de limitantes materiales o de intereses que estuvieron en juego. El presidente, LÓPEZ OBRADOR, debe demostrar con hechos sus intenciones de consolidar la 4T y que su afán de mantener el poder es con el fin de dar respuesta a una aspiración nacional y no a cuestiones personales.
El presidente, queriendo o no, se resiste a que esta demanda trascienda y lo hace porque continuamente la desacredita con su forma de operar y enfrentar a la sociedad. Más interesante resulta distinguir el punto en que millones de mexicanos se sobreponen a todas estas seducciones, represiones y medios de control que tienden a neutralizar el afán democrático y tratan de envolver con las conferencias mañaneras los efectos que disminuyen su vigor. Ahora solo nos queda esperar la postura de los aspirantes a la candidatura presidencial, así como el resultado del sufragio de junio del 2024, donde debemos ser actores y no meros espectadores para construir un México mejor.
Si queremos avanzar como sociedad y también como gobierno, debemos respetar el sufragio libre y efectivo, pero mientras cualquier estructura que detenta el poder no esté dispuesta a someterse al desiderátum de este sufragio, no tendrá la confianza ni el respeto de sus gobernados. El ejército del abstencionismo sigue mandando señales de rechazo a vicios del pasado. En el momento en que haya mayoría de votantes, será incontenible el reclamo de esa sociedad que sigue siendo víctima de los abusos del poder.
Al igual que en el pasado, en México la lucha sigue siendo por el poder, no entre liberales y conservadores, no entre chairos contra fifís, ni pasado contra presente, ahora la lucha es entre grupos de gran poder político-económico que se enfrentan entre sí y se rotan el poder, utilizando a la sociedad como carnada electoral.
El panorama político por venir no será muy diferente a los demás, solo cambiarán los protagonistas, se modificarán los guiones, se prometerá mucho pero todo seguirá igual ante gobiernos que han demostrado una creciente debilidad para resolver los problemas existentes.
Se nos sigue vendiendo la idea de que la izquierda mexicana no se debe mezclar con la derecha porque se contamina, porque esa relación está mal y esta idea no ha permitido el diálogo ni el quehacer práctico entre ambas ideologías. Simplemente obedece al punto medular del proceso político mexicano “divide y vencerás”.
La alianza PRI-PAN-PRD, nos vende la idea de lograr un “frente amplio por México” con la finalidad de integrar una fuerza política-electoral suficientemente fuerte para enfrentar al presidente AMLO. Esta alianza suena interesante, pero para que cuaje tendrá que hacer a un lado intereses grupales yd aventar al ruedo electoral una cara nueva, sin cola, carismática y con visión de futuro que haga a un lado la política tradicional.
En Sinaloa, el PRI parece contenedor de basura al reciclar a personajes manchados por la corrupción; en el PAN lo que realmente interesa es el poder; el PRD sufre de amnesia y el PAS, juega todas sus canicas. En esta ruta deberían de existir mecanismos judiciales con leyes ajustadas a la realidad, que ayuden a superar los anquilosados sistemas que entorpecen la impartición de justicia.
Comienza a crecer la llamarada de un supuesto “cartel jurídico” con sede en el Puerto de Mazatlán, donde se involucra a actuales funcionarios municipales con despachos de abogados, quienes supuestamente se han prestado para sacar beneficios personales al ganar demandas millonarias en contra del Ayuntamiento de Mazatlán. De acreditarse dichos hechos se caería la carpa del circo de lealtad y honestidad del alcalde EDGAR GONZÁLEZ.