Los mexicanos estamos viviendo tiempos complejos y muy revueltos en materia política, económica y social. Nuestro pasado está lleno de abusos de poder, pobreza, impunidad, violencia y corrupción; mientras que en el presente vemos un gobierno que divide, que parece actuar bajo ocurrencias, que destruye instituciones públicas, que no fortalece los proyectos de gobierno a largo plazo y que aviva las sospechas de complicidad con el crimen organizado. Es como si fuéramos en un tobogán lleno de emociones.
Las declaraciones (por separado) de dos figuras públicas nacionales conocedores de las entrañas del poder en México, como PORFIRIO MUÑOZ LEDO y FRANCISCO LABASTIDA OCHOA, no dejan nada a la imaginación. El primero afirmó que el presidente ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR “piensa heredar al siguiente gobierno su asociación con los delincuentes del narcotráfico”, advierte además, que esa “transferencia” de lealtades y asociaciones generará un enfrentamiento muy serio. Y para cerrar con broche de oro recalcó que el presidente debe entender que su “contubernio” o alianza con el narco no es heredable, porque éstos, como lo han hecho siempre, en todas partes y en todas las plazas políticas, se entienden con el que va a llegar.
Por su parte, FRANCISCO LABASTIDA OCHOA, cuestionó las reiteradas visitas de AMLO a Badiraguato, cuna del Cartel de Sinaloa a donde solo se puede acceder “con resguardo del narco” y aseguró que existen indicios que apuntan a una protección muy sospechosa del gobierno (federal) sobre el narcotráfico y el cártel de Sinaloa. Cabe recordar que FLO como Secretario de Gobernación tuvo bajo su mando a las policías federales del país y al CISEN, lo que le da conocimientos para poner el dedo en la llaga y cuestionar la política del gobierno de la 4T en materia de seguridad.
La palabra narcotráfico proviene del griego “Narke”, que significa actividad ilegal del cultivo, elaboración, distribución y venta de drogas. El negocio empezó en China que fue obligada por los comerciantes británicos a comerciar con el opio. Los chinos llegaron a México vía Mazatlán y se dieron cuenta que el clima y la ubicación de Sinaloa son óptimos para la producción y envío de este enervante a los Estados Unidos. Durante la segunda guerra mundial el Gobierno de Estados Unidos, con el fin de estimular a los soldados combatientes, impulsó la producción de la heroína en la sierra de Sinaloa, donde muchos de sus habitantes aprendieron y se especializaron en este negocio al que se sumó la producción de marihuana. El negocio se fue heredando de forma familiar y así fue como en la sierra sinaloense nacieron los principales capos del narcotráfico en México.
El fenómeno del narcotráfico genera acciones propias del negocio: producción, transportación, distribución y ventas. En lo externo genera divisas no registradas, lavado de dinero, desarrollo económico y social, contactos profesionales, apoyos oficiales y empresariales, corrupción, impunidad y violencia. Por la experiencia que poseen en la materia, PORFIRIO MUÑOZ LEDO y FRANCISCO LABASTIDA OCHOA, lanzan gritos de alerta ante la lumbre que ven venir y las consecuencias que puede generar la narco-política, que dicho sea de paso también anida en Sinaloa.
Los mexicanos hemos sido testigos de historias de corrupción como gobernantes ligados al narco, exgobernadores huéspedes de penales federales, expresidentes repudiados pero viviendo con inmensas fortunas, etc. Sin embargo, la justicia le ha quedado a deber a la sociedad, pues vivimos en un país donde todo puede pasar y a la vez no pasa nada.
Los resultados electorales del 2018 supuestamente establecieron nuevas reglas para ejercer el poder. La coalición PRI-PAN-PRD no fue bien aceptada y sigue sin convencer a la ciudadanía ante los abusos de poder, impunidad y corrupción que cometieron cuando fueron gobierno. Mientras que MORENA y sus aliados todavía no entienden que las campañas políticas y el gobierno son cosas completamente diferentes y que para seguir en el poder necesitan tener las manos limpias y demostrar que son diferentes.
Los mexicanos vivimos en un régimen de derecho, sin embargo, millones de ciudadanos no creen en la administración de justicia, en la honorabilidad de las autoridades judiciales y mucho menos en algunos gobiernos corruptos salpicados por el narcotráfico. Gran parte de la sociedad no hace más que quejarse, creyendo que con eso se remediarán las cosas, cuando hay mucho por hacer. Las propias leyes dan elementos para que se nos respeten los derechos, pero mientras las ignoremos no se podrá avanzar y seguiremos siendo víctimas de injusticias, abusos del poder y sobre todo del miedo, ese miedo que paraliza.